Para Florencia esa noche fue una llena como de un ocaso que por el día se convierte en flavo color de un anaranjado y como de esas entrañas rojizas de la tarde. Florencia compara la noche así. Y, Florencia, siendo una sola mujer, llegó en ser como la vez aquella en que viajó sólo hacia el oriente, otra vez, y halló a un hombre, el cual, la amó, sí, como a cualquier mujer, pero, Florencia, no era cualquier mujer, sino una profesional en bienes raíces, y rica y muy rica. Y Fragatho un hombre, el cual, salió nativo del Mediterráneo, y así mismo era un pirata o un corsario de esos que con oro labora. Y no fue hasta casi a mediados de mes que dejó a Florencia en medio de un ocaso, en medio de una habitación de un hotel, en medio del océano, en medio del Mediterráneo, en medio del cielo, en medio de la Tierra y en medio del amor. Dejó Fragatho a Florencia con el amor dispuesto a seguir amando, con la pasión en derriere, y el corazón latiendo fuerte, y fue como dejar fuertemente una noche plácida en medio de la pasión a todo en su apogeo, en dejar a mitad y sin poder culminar, al placer de la vida, del amor y más del corazón amando y tan enamorado. Si Florencia sólo quiso entregarse en cuerpo y alma y, sí, que lo logró, pero, con el hombre equivocado. Cuando Florencia quiso amar a ése hombre que la abandonó, como una vez el Dios al Cristo en la cruz. Y quiso ser feliz, pero, no, no desnudó jamás a su corazón de amor. Y quedó Florencia en el altercado con su razón y su corazón hablan del amor y decide embarcar nuevamente hacia occidente, dejando a oriente, dejando al carnaval, dejando a la madre patria, y más que eso a la Roma de ayer. Cuando el Olimpo, el Templo, o la majestuosidad divina en grandes museos y bellas artes de estatuas y bustos, si ella decidió marcharse lejos de allí. Cuando la ilusión de Florencia por aprender más del Oriente se llenó el cerebro de sabiduría si fue como vasija llena, pero, Fragatho rompió la vasija con un adiós, el cual, fue perenne como el dolor y como la fría sensación. Cuando el dolor de Florencia fue muy profundo, pero, sin intensidad, cuando ella, trabaja en bienes raíces, y con el trabajo y la mente ocupada se le olvidó todo, pero, llegó la noche, ésta precisa noche y tan espléndida y natural y tan corrediza como el viento que le toca a su piel llena de ansiedades y de placer vivo, sintiendo en un viento frío como si fueran los besos de Fragatho en su piel llena de calor y de buenas caricias. Y era una sola mujer, sí, Florencia, la que guarda el temor y la ansiedad, cuando en su mundo se derrumba, se desmorona, se desvanece como el tiempo y más que eso se pierde en una sola transición en querer amar lo que le resta de vida. Cuando en su afán de lo imposible se siente Florencia como tan delicado el universo frío y el amor a cuesta de la sola razón se gana en desgana la furia de ser como el aire frío. Cuando en su instinto el hilo de envenenar a su alma se vio Florencia como un tiempo sin época y sin era de un firmamento frío y tan mísero como un sólo deseo en su vida. Y Florencia automatizando la espera universal, el tránsito de su vida corriendo de un lado a otro, cuando en su delirio se vio recitando una loa, la cual, no le ayudó en nada a derribar a la sola soledad en su momento. Y Florencia creyendo en su infortunio en no hallar amor ni en ser amada como una verdad, que aunque le duele, Florencia no obtuvo más que en querer salvar a un sólo rumbo sin dirección. Triturando y queriendo salvar el gran deseo de vio funesto el deseo y tan álgido como el viento o como la nieve o como el hielo frío. Porque cuando se aferra al deseo de elegir a ese amor, se ve silenciando su vida como permanecer en la eterna soledad. Respetando el deseo muerto de vivir sin conmiseración alguna se identificó como la era y como el veneno de querer enfrascar el nuevo imperio de un sólo desastre de creer en el alma sollozando una furia. Y Florencia sabe que el amor y el desamor se siente como tan delicado y tan irreal y todo porque no tiene hombre a quién amar y decide por el amor de un perro llamado Fioppy. Y como una sola mujer se vio Florencia, y se siente como abandonada, tenue de luz en su pobre alma, pero, siendo tan rica como el salario devengado, pero, no, no quiso más en ser la solterona más fría y tan álgida como el mismo hielo quedando como una sola mujer en la vida de Florencia. Y Florencia quedó como una insistente insistencia y como una sola penitente en creer en el desierto efímero en creer en una sola verdad cuando en el alma de Florencia se debe a que el impulso de amar quedó sosegado e impetuoso como el aire solventando una forma de que el alma fuera como una sola certeza. Y al creer en el fuego del imperio se vio horrorizada de un dolor, pero, inocuo. Y sintiendo el suave desenfreno de creer en el alma creyendo en el nuevo desenlace de amar a la noche a expensas del dolor quedó Florencia en su hogar, pero, con el amor fiel de Fioppy. Y Fioppy sin darse cuenta, o sea, era un sabueso, sin que presiente aunque padece. Cuando, Florencia, en el desenlace de su propia alma, y tan funesta en hacer una débil razón se perdió el deseo y el amor en cada suspiro y en cada respiro en hacer creer en el combate de dar una sola certeza. Cuando en el trance de lo imperfecto, logró Florencia lo recto del destino y de un sólo camino, cuando en el ostracismo de su voluntad quiso ver el cielo lleno de un sol, cuando en realidad era tormenta. Si la esencia se vio marcando el trayecto de la noche con fríos y con álgida mala esencia. Si en el coraje efímero de creer en el combate de dar una sola señal fructífera en su alma, se entristeció por mucho y por tanto por entregar la vida en la noche fría a expensas de la verdad. Si en el instante de dar una sola salvedad se embriagó por tanto y por mucho en que se siente como la osadía en entregar en esa noche de espantos nocturnos al alma que gozó de amor en un tiempo sosegado, pero, impetuoso y más con Fragatho. Cuando en el tiempo se miró en el espejo de su alma, ¿y qué ve?, pues, a una sola mujer en que el tiempo le petrifica al destino y al camino y que sólo que…-“y tanto pecado es poder amar”-, se dijo una vez más, cuando en el delirio efímero creyó en el desenlace de ver el cielo de sol y no de lluvia. Si el reflejo de amar quedó Florencia como el rumbo sosegado de un sólo mal tiempo, en que su esencia quedó como el desperfecto imperfecto de un sólo suspenso. Cuando su situación se vio como el deseo fuerte o como el mismo instante en que se debate una flor con el aroma perfecto de su instinto, y como una mala suerte, pues, quedó como el deseo en que nunca más poder marchitar. Si en la esencia y en la presencia de un sólo carácter de Florencia en el alma de Fragatho, si Fragatho, sólo piensa en Florencia, y dejando una virtud y con prontitud y con una real exactitud se vio translúcida y ta transparente como lo puro de un diamante. Cuando en el alma se vio en desdoro o en un fuga de un sólo escape de sentir el suave murmullo de una voz en que casi se perfila lo automatizado de creer en el alma desierta cuando se dice o expresa Florencia que… -“y tanto pecado es poder amar”-, cuando el alma era perfecta como el deseo de amar más. Y Florencia quedó maltrecha cuando el alma se dedicó a ser como la mentira o como la pura realidad de la verdad y certeza de vivir, pero, sin amor. -“Y tanto pecado es poder amar”-, se dice Florencia, cuando el alma quedó como en el fuego en cenizas, o como el cielo sin vuelo, o como el sol sin lluvia, y como el corazón sin amor. Si Florencia, se dice ella que, el deseo de embriagar el alma como la espera de esperanza y de una sola certeza cuando en el alma de dar en el combate una osada intención se electrizó la forma de sentir el silencio en su propio destino o camino. Si en el desafío se perfiló la forma de una sola verdad en que fue cuesta arriba el amor que le tenía Florencia a Fragatho. Si en el mismo momento se electrizó la forma de oprimir el deseo o suprimir el mismo instante en que se cuece el infortunio y la desventura casual a más simple. Y sintiendo el alma Florencia se dijo una vez más que… -“y tanto pecado es poder amar”-, si el amor fuera pecar y una sola tentación anteceder del alma muerta. Si en el deseo ambigüo y continuo de una sola salvedad, se vio Florencia con su alma fría, y con demasiado porvenir en crear a todo un amor en el corazón, pero, su sola soledad, se vio letal y mortífera en una sola mala ansiedad. Si en el instante se vio intransigente Florencia como que en el desenlace frío y tenaz y audaz y con tantos recelos, marcó una sola verdad en que el sólo el deseo se intensificó como la fuerza en el corazón. Cuando en el camino de Florencia se electrizó la forma de correr en el trance imperfecto de dar una sola insistencia en percibir con demasiada insistencia. Cuando su alma caminó insospechadamente, pero, inocua como que en el desafío inerte de creer en su alma sosegada de tiempo y de tener un espacio en su corazón para el amor quedó Florencia como buscar un hilo de vida entre el corazón y el amor y la pasión y quedó como sola mujer con Fioppy. Cuando su alma quedó como penitente la decadencia fría de crear una sola señal efímera en dar salud a su corazón frío e inerte. -“Y tanto pecado es poder amar”-, se dice nuevamente ella, cuando logró cerrar el alma de la luz que la señala como una sola verdad y como una sola mujer. Si en la insistencia por navegar en la luz de su propia alma, quedó como automatizada de espantos cuando corrió Fioppy a sus brazos y se dijo una vez más que… -“y tanto pecado es poder amar”-, cuando corrió el deseo y más que eso la nueva aventura en dar un infortunio de caer en el corazón un sólo amor. Cuando en el alma quedó como la desventura de creer en la osadía que por la noche quedó como el rencor y más que efímero dolor se dio como la vez en aquella vez en que se amó verdaderamente con el alma, y se dijo una vez más que… -“y tanto pecado es poder amar”-, nunca comprendió Florencia lo que significa esta frase y de su propio instinto. Porque en el deseo de converger en el alma quedó como el desafío de entrever el mal significado si en cada palabra del alma, quedó fuera de lugar, y de tiempo y de un espacio en que el firmamento quedó como el paisaje en que se disfraza el cielo de sol en vez de lluvia. Y, el alma de Florencia, quedó como la lluvia en derredor cuando en el alma de cada palabra de esa frase se vio eternamente indeleble en su corazón. Y, más que en el alma de Florencia, se debió de petrificar el instinto más frío en cada desenlace de mirar y de observar en cada suspiro de su instinto por saber de su eterna esencia cuando Florencia ausente de todo miró a Fioppy y quiso del amor fiel, su ternura y su fidelidad, pero, en el camino quiso ser como el alma volando lejos, pero, no logró más que el deseo y más que el amor propio a su desventura. Si en el ocaso y a la vereda de sentir una sola senda, y un sólo camino embriagó el deseo y más que eso a sus venas de ilusión. Si se fue Florencia hacia el nuevo instinto, y hacia el nuevo desenlace de creer en su propia alma en saber y buscar de la desventura del temor y del horror en que vive en soledad. Si el instinto de Florencia se vio como el suave delirio de entrever la riqueza que había en su vida, pues, ella labora en bienes raíces, de norte a sur y de este a oeste, buscando y alterando su riqueza en una gran solvencia autónoma e independiente. Y ella piensa que los hombres no desean ni buscan ni quieren ni desean a una mujer de ese calibre de ella, pues, la independencia es autónoma de ser inmensa en la vida dejando abrir el cerco de una vida translúcida y tan transparente. Cuando en el altercado frío de sentir el suave desenlace entre su alma y su corazón se vio fríamente indeleble como tan suave el desafío inerte. Y, Florencia, se ve suavemente y delicada entre la luz de su alma, y su propio instinto, pero, ¿qué siente su corazón?, y su corazón observando el tiempo y más que eso el delirio y el desafío de creer en su corazón muerto de espantos. Cuando en el corazón de Florencia, se sintió tan humillado y con un abyecto en garbo, en que se dedicó a ser como la fuerza en débil sensibilidad. Si en el desafío muerto, porque así se halla su corazón, ¡muerto!, dejando saber que posee latidos desde que Fragatho la había amado. Y, Florencia, recordó y muy bien, el instinto y el suave infortunio de saber que su corazón lo que sentía era demasiado fortalezas siendo que era un fuerte corazón y más para amar. Si en el deseo, y más en la virtud llena de bondad se vio álgida como el mismo latir de su propio corazón, cuando el corazón esta ciego por amar. Y, siendo una sola mujer, se dedicó a ser como la sola razón o como la sola verdad, en que se cuece el alma de una sola bondad a plenitud. Y, era ella, Florencia, la que quiso amar a cuesta del sólo corazón, cuando en su alma, quedó como el mismo instinto o como el mismo capricho en saber de su mal capricho en crear en el instinto una sola verdad. Si en el momento de cada quién se vio con un sólo camino en su corta existencia, cuando se concentró en ser una alta ejecutiva en bienes raíces, cuando su forma inalterada en ser una profesional se dedicó cuando Fragatho la dejó sin amor en el mismo corazón. Si en el instinto se fue como se va el hambre del cuerpo, cuando más quiso entregar el deseo y más que eso en el corazón jugar un juego y no saber el final hasta que terminó la relación entre Florencia y Fragatho. Y Florencia sólo quiso ser como el mismo corazón amar hasta el fin, pero, con una sola mala insistencia de que su corazón amó hasta correr la insistencia, de caer en el abismo frío de un sólo mal tiempo. Y ese precipicio sólo lo observa desde otro punto alterno, si ella sólo quieren ser como el ave poder volar lejos y sin tiempo alguno. Si en la noche fría se encerró el deseo y la verdad de que su verdad se electrizó de vez en cuando, cuando en su delirio frío se aterró a la mala verdad. Si siendo una sola mujer, se fue el alma del alma, y de su propio desenlace se vio mortífera y letal como tan frío es el funesto cielo con lluvia. Cuando Florencia se mira en el espejo nuevamente, y se dice que… -“y tanto pecado es poder amar”-, cuando se refleja su corazón amando en el altercado frío de ese instante, si en el frío desenlace de saber que su instinto se vio gélido y tan mal inconsecuente en saber una sola verdad translúcida y tan transparente y como el cielo mismo, cuando el alma se vio fría y débilmente como un traspasar un diamante con su luz. Si en el instinto de Florencia, se hechizó su forma inadecuada de creer en el suburbio de su corazón se electrizó la forma de ver el cielo con lluvia en vez con sol. Cuando en su afán de aventura y de sosiego se electrizó su cadencia y más que eso su más aventura de creer en el alma en un suave instinto de creer que su corazón sólo quería amar. Cuando en su imposible final cayó el alma fría en cada desenlace de ver el desierto frío y en cada ilusión en querer amarrar a su corazón el amor eterno. Si en el infierno frío y tan friolero como el candente sol, se vio Florencia en ese precipicio gélido, cuando ocurre el desenlace de creer en el alma muerta en el alma viva, pero, tan incierta. Y tan ineficaz como el tormento se vio en el cielo, frío y tan mortífero como el alma desierta de creer en el sosiego en poder dar una sola salvación fría y tan conmísera como el infortunio en dar una sola verdad. Y en poder creer en el alma efímera fue intransigente y con un dolor fuerte como la vez aquella en que no se disculpa ni con un perdón el pecado de ir y venir en el sentimiento inocuo de la vida misma. Cuando en el sólo sentido se vio fría e indeleble como las huellas que le dejó Fragatho en su débil corazón amando. Y siendo una sola mujer, logró derribar el mal estigma en caer en el desierto efímero de un sólo perdón en que y se dijo una vez más que… -“y tanto pecado es poder amar”-, cuando en la silueta de su persona y más de su carácter se vio fría y como la vez aquella en que se sintió como el deseo más conceptual en querer amarrar el deseo y más la fuerza en el imperio sosegada de un mal tiempo. Cuando en el caos de su tiempo y más del corazón amando, sólo quiso ser como la verdad en que se intensifica como la misma salud en que el deseo se aferra a la mala insistencia. Cuando en el recelo de la vida y más de ese pobre corazón, se aferra al mismo instante en que es imposible los ojos de luz de Florencia, cuando ocurre el fin o el desenlace en querer amar con el corazón. Si en el desierto de su pobre imaginación quedó Florencia como el mismo tormento de creer en el deseo de creer en su propio mal final. Si en el desenlace frío y como en el álgido corazón, si en el momento de caer en el precipicio de un solo coraje en el corazón en el ámbito de dar con la mala suerte, se vio fríamente indecorosa. Y sintiendo el alma como la vez aquella en ser como el lobo cazador y quiso Florencia cazar a un hombre y más al amor en su propio corazón.
Continuará……………………………………………………………………………………..
- Autor: EMYZAG (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 1 de noviembre de 2022 a las 00:38
- Comentario del autor sobre el poema: ~ * ~Sinopsis: ~ * ~Florencia, una sola mujer, quedó sola en la vida después de un gran suceso en su corta vida y fue que llegó a ser rica, muy rica, pero, en realidad de que era muy fea…Mi #18 de novela corta en el año 2022…Mi #106 de novelas cortas hasta el año 2022…
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 18
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Hugo Emilio Ocanto
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