No vendrás...

Esperando en la orilla de ese océano de vacilaciones,

con gaviotas delirantes…asechando por la inmensidad…

apresuradas en anunciar el devenir de otro episodio sin luna,

voy intentando escabullirme de su escandaloso desorden,

para escapar de la realidad de esta asfixiante soledad.

Ahí, varado en la playa,

escuchando el “va y viene” de las olas,

hipnotizado por su ritmo constante…

que parece que danza al compás de la marea….

en su escarceo menguante…entregado al delirio de meditar.

Ahí,

cavilado inútilmente en lo pasado, y en todo lo resignado,

perdiendo la mirada en los veleros que parece que se vienen…

y más bien, están yendo de regreso a alta mar…

huyendo de las explicaciones,

tratando de esquivar la respuesta a esta indecisión contumaz.

Yendo y viniendo sobre la rivera litoral…

como las olas inquietas…que besan el arenal…

y luego se arrepienten de dejar el horizonte,

recogiéndose nuevamente al remanso de su excelsa paz.

Embargado por la magia de ese embrujo incandescente…

de seis a siete de la tarde,

donde el sol se sumerge en las aguas profundas del mar…

provocando un eclipse de quietud aletargada…

pero de un activo color…

ese ocaso escarlata ambarino …

enterrándose en la oscuridad del crepúsculo a contra luz.

Ahí,

sentado sobre el arrecife que detiene las olas con furor,

me hago la idea que esta noche…tampoco volverás,

con tu equipaje de emociones…

para cumplir tu compromiso,

aquel juramento pendiente…de retornar.

Pero cae el manto sagrado de otra noche de añoranza…

abrazada por la devoción del millón de versos que te has dejado esbozar,

y veo,

que no serán suficientes…para convencerte de regresar.

Me doy cuenta…

que, a pesar de este sentimiento tan elocuente,

simplemente no vendrás.

Y yo aquí en esta playa…viendo al mar,

contemplando la hermosura del atardecer,

con una nostalgia al borde de una lágrima fugaz,

me resigno a tu ausencia…

y me conformo con la esencia de tu fragancia…y nada más.