Mi razón acabó con la sinrazón de compartir el silencio,
cuando tu sonrisa de cielo y seda,
me hizo reír, alegre,
entre las sombras donde estaba tumbado,
como tendido en la sepultura,
con su hospitalidad de soledad y frío,
sin razón, cordialmente abandonado.
Sonreímos, compartimos la hilaridad,
calurosamente libres, enloquecidos,
sin sudarios, que envolvieron melancolías,
o sarcófagos que guardaran sufrimientos.
Un viento marino sopló con nuestro suspiro,
para hacer reír al mar en su inmensidad,
con su rugido de humildad,
Cuando tus tibios labios,
se acercaron a mi fría boca.
Hagámoslo, compartamos la risa,
bajo los matinales rayos de un sol que nos desnuda,
haciendo humear como fuego,
el blanco de nuestra piel.
Hagámoslo, dale vida a mi madera muerta,
yo le daré vida a tu ternura olvidada,
para convertirla en insaciable llama,
hasta que consuma la luna alba y las nubes lejanas.
Sonreímos, como flor que suspira por las mariposas,
O promesa de viento, seductora,
estremeciendo el jardín con su caricia,
inundando de placeres la mirada,
cuando el celaje infinito se hunde en nuestro ser,
estremeciendo el sentir,
de una vida, sedienta de sonrisas.
Hagámoslo, sonriamos,
a la sombra del árbol,
en la quietud del río,
al lado de la montaña,
recostados en la arena,
en la ciudad o el campo,
desnudos, sin que nos de pena.
- Autor: Jose Barrientos (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 4 de noviembre de 2022 a las 11:55
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 39
- Usuarios favoritos de este poema: Dante Cruz Velez
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