Te hablé tantas veces
y no respondías,
aún lágrimas caían
y me dolía más tu silencio,
que intenté olvidarte
y mi corazón no podía,
mi espíritu se afligía.
Entonces más grande
se hacía el vacío
de tu ausencia.
Todos reían y jugaban
y los jóvenes retozaban
en mi rostro sin cesar.
Ni imitandolos
en nada llenaba tu ausencia.
Era un eslabón perdido
ni malo ni bueno me decía.
Oh no era ni frío ni caliente;
un tibio vomitable.
Si hubiera redimido el tiempo,
mas mi entendimiento se embotó.
Era un soliviantador para mí mismo,
mi conciencia juzgaba mis acciones
y mis gustos crecían en endechas.
Un espíritu inmundo me cautivó,
perdida estaba mi batalla,
todo por no buscarte de corazón.
Tantos rostros, tantos cuerpos
en nada me servían
buscaba algo que no entendía
en lazo estaba mi mente;
ataduras tenía y en cadenas
tropezaba de continuo golpe,
como el tamo al fuego
así iba a ser lanzado.
Todo por no buscarte amado.
Tu ausencia no resistí más
En un mes que no recuerdo
y un día que no sé
Te volví a hablar
¡Oh! Sí respondiste.
Heme aquí dichoso soy.
Bienaventurado en seguirte
y con un gozo que existía
desde que me aceptaste
y no me rechazaste.
Fue tu ausencia tan horrible
que no quiero volver a perderte.
Dios guardame para no fallarte,
sino llévame antes de condenarme.
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