Mientras que Sarita y Juanito elaboran el pan para ser vendido, era el mejor pan del campo, cuando Sarita y Juanito, se miran con amor, pero, no era amor de hombre y mujer, sin embargo, era un amor y Juanito entendió aunque le dolió hasta el alma que ese amor no era amor vivo de un hombre hacia una mujer sino que era amor de hermano. Cuando en la fogata llegan ambos a poner al pan a que se cueza en la fogata y los dos se miran, otra vez, y quedan más enamorados de la vida y por tanto tiempo juntos ahí asando el pan, pero, ella sabe una cosa que no es amor. Cuando Doña Clotilde, les indaga una pregunta a ambos, ellos quedan como si yo no fuera y Doña Clotilde les dice que…
-“Mijita a honde estah la llaveh,
dl’jacalito, pueh, la tenía aquíh,
y ahorah no estah la llaveh,
y como vamoh a salih de aquíh ah,
noh quedamoh encerrao aquíh,
como que el mundoh de hoy,
no eh como el de ayeh, bah,
¿y a honde estah la llaveh, mijita…?...”-,
Y, Doña Clotilde, desesperada en su afán de hallar la llave o queda encerrada con Sarita y Juanito en la choza. Y, quedó Doña Clotilde, complacida cuando Sarita le dice que…
-“Abu, la llaveh estah aquí,
detrá de usteh,
la tenía tan escondiah,
queh se cayóh,
ya poemos salih de aquí…”-,
Y, Doña Clotilde, amando como siempre a su nieta y con su amor de abuela consentida si ya el escaso dinero había incrementado y era muy rica, sí y más que ese dinero era para Sarita para cuando ella muera. Y, sin embargo, Doña Clotilde no quiere morir dejando a Sarita a la mala intemperie que se le avecina encima. Mientras que el dueño de la choza huyendo hacia a Santo Domingo, por la guerra que lo quiere y que requería expedición de hombres que estuvieran registrados como hombres voluntarios por una guerra. Mientras tanto se olvidó del dueño de la choza por algún tiempo, pero, Sarita se dice y recuerda de que Julia lo necesita para salir de ese trance con el hacendado rico. Y Sarita le pregunta a Doña Clotilde que…
-“Mirah, abu,
y el señó del jacalito ¿a honde estah?, abu,
yoh loh necesitoh ¿sabeh?,
eh pa la Julia,
que estah en aprietoh,
con un hacendao…”-,
Y Doña Clotilde asombrada y tenaz y como bien astuta Doña Clotilde, le pregunta a Sarita que…
-“Y quéh le pasah a la Julia,
con el hacendao eseh,
quéh quere éseh,
con la Julia, ah, mijita…”-,
Y, Sarita, murmurando el chisme con Doña Clotilde y entendió la vieja todo, pues, el instante se debate una sola insistencia en creer en el ocaso vivo en dar una mala señal con Julia. Y Doña Clotilde también no sabe dónde está el dueño de la choza. Y Doña Clotilde le dice a Sarita que…
-“Mijita, no séh a honde estáh el señó,
pero, dejah que vengah por ahí,
se lo diréh, lo que usteh me diceh…”-,
Y, Sarita, desorientada, pero, muy triste, queda sin salida en poder ayudar a Julia y con el hacendado y más con la relación entre el marido de Julia y Julia. Y Sarita se vió fría y malherida, abatida y en soledad y se repuso en seguida a hacer y a elaborar más pan. Cuando la fogata calentó muy bien con la leña, y Sarita se electrizó su forma en poder sentir la fuerza en crear o hacer más pan y poder vender hasta el mismo instante en que se va de la vida, y queda como el deseo efímero en dar la conmísera mala atracción en dar con la fría verdad de que hace más pan que el propio amor con Pepito, con el amor de su vida y de su corta existencia. Cuando por errores de la vida quiso entregar vida y corazón, alma y deseo a Pepito, cuando en el embate de creer en la pureza de la fría verdad, se vio Sarita conmísera y herida y queriendo ayudar a su prima hermana Julia. Si en el embate de creer en el alma a solas creó una mala suerte de ver el cielo inalcanzable, pero, tenaz y tan ávido como el mismo tormento, cuando Sarita quedó pensando en cómo poder ayudar a Julia con su dilema y más con ese inmenso problema. Y, Sarita, debió de creer en el embate en poder ayudar a Julia, pero, su débil corazón se enterneció tanto y por tanto que en la forma de pensar en ayudar a Julia, quedó automatizando la espera y tan inesperada de creer en la forma de ayudar a Julia. Y pensó en que Juanito podía hablar con el rico hacendado al decirle que desista la idea con Julia, pero, Juanito, un joven de campo, enclenque y distraído cómo va a ayudar a Julia de esa manera y forma más vil y más atacante. Y se vio fría como la misma levadura o como la misma mala insistencia de creer en el alma a cuesta de saber que esa levadura hace crecer la masa de la harina cuando se cuece o se asa en la misma fogata en que pierde todo pensamiento y todo sentimiento por su prima hermana Julia. Y, Sarita, en la elaboración de panes de Doña Clotilde para la venta en el campo, sí, en el pueblo de Maricao en Puerto Rico ya para el 1901, cuando se termina de despedir el año 1900 en la lomita allá en Maricao en Puerto Rico. Cuando en el trance de la verdad se vio fría y álgida y sin poder ayudar a Julia. Cuando en el delirio frío de entretejer el alma sin poder saber ni imaginar que el dueño de la choza era el mismo hacendado rico que quiere tener algo con Julia y sin más imaginar que con Sarita también. Y, Sarita, le dice a Doña Clotilde que…
-“Abu, como pedemoh ayudah a la Julia,
si eseh mal nacío quere acerleh mah,
¿cómo poedmoh ayudaleh?, la quero muchoh,
ah, abu…ah…abu…”-,
Cuando Doña Clotilde no dice nada, pues, en ese mismo instante se le viene a la cabeza que sólo hay y existe un sólo hacendado en toda la región rural y en el campo del pueblito de Maricao en Puerto Rico. Si en el trance de la verdad y de lo imperfecto de la realidad se vio atormentada al igual que Sarita pidiendo ayuda hacia Julia. Cuando en el delirio efímero de creer en el alma a viva voz, se entristece Sarita con poder ayudar a Julia, de un sólo imperfecto deseo y por el rico hacendado, cuando en su afán de vanagloria se edificó la fuerza y más en el alma de creer en el combate en una sola razón, pensando en cómo ayudar a Julia. Cuando Doña Clotilde, en su afán de brindar la ayuda, no quiso más perder en el trance de la verdad cuando en el suburbio de su pobre corazón se vio como el indeseado momento cuando en el altercado frío se vio fríamente indeleble como el mismo instante en poder creer en el delirio frío y sin sentido y sin poder más ayudar a Julia con ese problema, en el cual, se edifica como el mismo mal instante de dar un suelto desenlace de ver feliz a su prima hermana Julia muy feliz. Cuando en el momento de creer en el alma muerta de Sarita se debió de dar un gran susto en hacer creer en el alma fugaz en un solo imperio cuando el corazón late con la misma fuerza con poder ayudar a Julia. Cuando Sarita pensó y pensó cuando se cuece la fogata ardientemente y tan fugaz como el mismo tormento en hacer creer que su ayuda amerita una fuerza extraordinaria en edificar su cometido en hacer feliz a Julia ayudando con el pormenor con ése rico hacendado. Y Doña Clotilde le dice a Sarita que…
-“Mijita, oiga y noh buscah al señó en el pueblo,
cerca de la Iglehia al dueño d’l jacalito,
él quisáh noh puedeh ayudah con el problemah,
pero, eh que éseh señó eh malo,
no lo busquéh nunca, mijita oiga ben…”-,
Y, Doña Clotilde, aferrándose a su bastón de vieja, se levantó del sillón de madera y abrió la cajita con el escaso dinero que le queda en la cajita dorada. Y, Doña Clotilde le dice a Sarita que…
-“...Mijita ve al colmao a honde trabajah Pepito con Juanito,
y traeh pa hacer ma pan…,
veh y correh, niñah…”-,
Mientras que Doña Clotilde abre la cajita dorada donde tiene todo su dinero debajo de su cama y decide en dar parte a Julia para que se vaya a la capital. Y Doña Clotilde va rumbo a la choza de Julia y le brinda su ayuda y le dice Julia a Doña Clotilde que…
-“Graciah, Doñah Clotildeh,
se loh pagaréh algún díah,
ya verah…”-,
Y Doña Clotilde le da la sorpresa a Sarita y Sarita contenta con la nueva buena de que Julia se marchará a la capital para salvar su vida, pues, ése hombre quería lo imposible de dar por una buena mujer. Mientras que Julia empaca, Sarita hace más pan y más pan, para elaborar más pan, cuando en el trance de la verdad era Sarita rica con el escaso dinero que le da elaborar pan. Cuando llega de Santo Domingo el dueño de la choza, y le dice a Doña Clotilde que…
-“Oye, Doña Clotilde, quiero a su nieta me la llevaré de aquí,
porque usted no tiene con qué pagar la renta de dos meses que ya me debe,
y en verdad que estoy muy cansado de usted…”-,
Y, Doña Clotilde, no tenía con qué pagar en verdad porque ayudó a Julia para marcharse a a la capital. Y, por la puerta, entra Julia con su esposo a la choza de Doña Clotilde con maletas empacadas para marcharse a la capital San Juan en el mismo Puerto Rico, cuando al fin y al cabo, que ése hombre rico hacendado que quería a Julia era el mismo que el dueño de la choza de Doña Clotilde. Y tanto el marido de Julia con ése hombre se saludan. Y Doña Clotilde toma su bastón y bota repentinamente a ése hombre de su choza pagando el importe de su renta. Mientras que en la choza de Doña Clotilde, deciden cómo ayudar tanto a Julia como a Sarita de ése hombre y lo que deciden es y habla Doña Clotilde que…
-“Noh vamoh pa la capitalh,
toh, noh dah el escasoh dineroh que tengoh,
pueh, trabajamoh muchoh, eh…”-,
Y, Doña Clotilde, toma de la cajita más escaso dinero, y se van a la capital a vivir. Sarita se casa con Pepito y fueron muy felices…
FIN
- Autor: EMYZAG (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 7 de noviembre de 2022 a las 00:01
- Comentario del autor sobre el poema: ~ * ~Sinopsis: ~ * ~Esta novela es de la jerga y argot del ayer, cuando se entrecorta letras o se suprime letras. El Escaso Dinero cuenta que a Doña Clotilde no le alcanza el dinero para vivir con su nieta Sarita en una choza vieja allá por el monte de Maricao en PR en los años 1900. Comienza con un gran poema de mi autoría que lo escribí en el año 2016 y hace preámbulo al acontecer de esta corta novela. Mi #19 de novela corta en el año 2022…Mi #107 de novela corta hasta el año 2022…
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 16
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
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