Camino en el tiempo, veo algo que me llama. ¿No te acuerdas de mí? Era imposible no olvidar esos cabellos de color dorado. Han pasado años, muchos. Yo, con pantalones cortos, cabello blanco, lleno de arrugas del sol y la amargura, ni siquiera sé cómo me reconocieron. Es imposible olvidar. Era muy diferente al convencional. Sí, en realidad era un revolucionario no político. Hoy me siento más filósofo que tal vez siempre he sido. Pero la alegría me ha subido. Ser reconocido por alguien que se ha distinguido en la vida es un premio. Hoy entonces que la imagen supera la palabra. Quien ve caras no ve corazones. Y ese es nuestro error. ¡Qué bonito, habla tan bien! Pues. Pero con el tiempo las palabras sonantes, nos hacen ensordecer.
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