EL DOCTOR BURGUERA CITRARO (CRÓNICAS DE MI PUEBLO)

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«Sólo el reconocimiento de una gran pérdida señala la verdadera posesión de lo perecedero; y sólo los muertos inolvidables son para nosotros totalmente vivientes» (Stefan Zweig)           

Por Marina Ceballos

La tarde parecía tranquila, cuando los comensales llegaron justo a tiempo a la hora del café. En la placidez lugareña y el lento transcurrir del tiempo de aquél bucólico Tovar, las brisas  susurrantes despiertas se pierden en la lejanía, y las noches silenciosas se apagan al rumor del río. Bandada de luciérnagas ocultas, en jardines de la solariega casa, un tenue candil permanece encendido, el frío acecha en la quietud de la noche. En el viejo fonógrafo se escucha -Aida de Giuseppe Verdi-   Corría la década  de los 40, cuando en Tovar funcionaba el hospital San José, donde actualmente está Fe y Alegría, era la época en que el médico  familiar para ese entonces, cumplía una de sus funciones a lomo de bestia, cuando el paciente se encontraba postrado en alguna aldea, luego de ser examinado rigurosamente, las indicaciones del médico eran llevadas a la botica del doctor don Pedro Gil, donde preparaba la fórmula para la recuperación del enfermo. La medicina se ejercía con verdadera mística de trabajo. Recuerdo,  cerca de los años 60, que las heces se recogían en cajitas de fósforo o de mentol para llevarlas al laboratorio. En el Hospital San José trabajaron el dr. Alfonso Rojas, Reyes Germán Calderón, Elis Enrique Salas y también el doctor José Luís Cortés. En la década de los 50, en aquél apacible y cálido Tovar, un 8 de mayo de 1952 nació Luis Alberto, hijo de don Rodolfo Burguera y doña Aída Citraro de Burguera, sus hermanos Rodolfo,  Marina y la Nena, quién por su encantadora belleza, llegó a ser candidata  a reina de las ferias de Tovar. Luis Alberto estudió en el colegio Padre Arias y el liceo Félix Román Duque, realizando su carrera de medicina en la ULA. Especializándose en traumatología. Este recordado tovareño, de auténtica lealtad, era alegre y bromista, sencillo, de discreta personalidad, con su flamante presencia, cuál galán de Hollywood, lo veíamos entrar al consultorio, donde atendía a sus pacientes con gran sensibilidad humana. Su generosidad con  los paisanos era tan evidente, que en una oportunidad un tovareño tuvo un accidente y al ser llevado a la Clínica Albarregas; Luis Alberto dijo: ¡Hay que operar de inmediato! a lo que contestó el enfermo; -¡Doctor yo no tengo plata!- y Luís Alberto respondió, -con plata no se opera es con las manos-. A cualquiera le quitaba los dolores con sus jocosos chistes. El Chino Herrera, su compadre y leal amigo, cuenta una de sus anécdotas: En una oportunidad Luis Alberto iba para Cúcuta de paso con su familia y Jorge Valero su primo, al llegar a la alcabala el guardia se le acercó y le dijo: -Permiso para conducir- y Luis Alberto con su picardía se arrimó a la derecha y le contestó al guardia -¡Conduzca pues-! Ante la furia del uniformado de inmediato quedó detenido por faltar el respeto a la autoridad, y bastó una llamada de su suegro, el Dr. José Rafael González, para quedar en libertad. Más adelante, al recibir la noticia lamentable de la desaparición física de nuestro entrañable y solidario amigo Luís Alberto, acudimos a sus exequias fúnebres, paso a paso, íbamos detrás del féretro, con gran tristeza el pueblo tovareño lo despidió. En el acto litúrgico, al fondo, se escuchaba el Réquiem de Mozart. -¡Cuánto lloramos  al entrañable amigo que se nos fue prematuramente a los 42 años de edad, nos dejó un dolor inmenso difícil de olvidar tanto en Mérida  como en la Sultana del Mocotíes. Todos sus amigos aún lo recordamos, como si fuera  ayer, con su elegante andar.    

(Tovar, Mérida-Venezuela)

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  • Autor: marinaceballos (Offline Offline)
  • Publicado: 12 de noviembre de 2022 a las 07:55
  • Categoría: Espiritual
  • Lecturas: 29
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