Junto al acantilado, Helena observa el horizonte del mar,
recuerda el desprecio de un esposo que ya no lo es,
cuando bajo amenaza, su cuerpo profanaba de forma mortal,
en un juego de humillación y posesión patriarcal.
Años de sufrimiento que con la brisa quiere borrar.
Menelao ultrajaba su alma con la calma de un demente
para colmar su sed de venganza y, sus ansias de poder.
Helena, tragando su orgullo, por amor a su hijo, se dejaba hacer.
Agamenón ordenó a los poetas, que bajo pena de muerte
borraran de la historia, aquel vía crucis, que Helena sufría.
Pero no contó con la fortaleza de Helena y, su valentía,
y esta escribió con letras de fuego aquel inmenso dolor.
Y el poeta que escribe estos versos, con dolor infinito,
le grita a los vientos, que aquel sufrimiento volaría hasta el sol.
Aquel marido que ya no lo era, acentuó su locura,
entre tormentas de hielo y, huesos en rotura.
Los ojos que sangran de ira, soberbia, arrogancia...
Agarra la lanza de la más absoluta intolerancia.
Desbordado por la entereza que Helena mostraba,
aquel bruto, poco a poco, minuto a minuto, se desmoronaba.
- Autor: Javiersinpretensiones (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 13 de noviembre de 2022 a las 06:54
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 53
- Usuarios favoritos de este poema: Ben-., WandaAngel, Kapirutxo, Lucía Gómez
Comentarios1
Este poema forma parte del poemario: Antorcha de Esparta publicado por el autor Francisco Javier Hidalgo Prado.
@javimentrida
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