Dormitando en un hospital, el silencio de la noche se resigna ante el dolor del cuerpo y los huesos. Clamorosa angustia de los candidatos a las sombras, su esperanza es un edificio llamado emergencia.
Se deterioran los humanos, perdiendo lozanía y brillantez, la cognición se la llevo el tiempo. Algunos casi no hablan, pero conmueven, buscando refugio en el crisol misterioso de sus amados recuerdos. Hurgando la razón de lo vivido, aquel relámpago fugaz de la existencia.
He regresado a ser el niño vestido con el overol de todos los espectros que pinta el infinito. Camino y juego en las cristalinas calles de mi pueblo, rebosante con la luz radiante del universo.
Mi madre, la dulce y humilde, volvió de su confín portando su eterna compasión como un pétalo de rosa en mi corazón. Está sentada en la esquina de la casa, aleteando sus ojos con el fulgor de la luna. Su cuerpo es una cascada de alegría, aguardándome como en los buenos tiempos.
Pronuncio su nombre honrando su afecto, ella extiende sus brazos peregrinando su inacabable ternura. Me abraza con el halo del asombro acariciando mi rostro como una brisa. Sonríe y besa mi frente bendiciendo mi vida.
EH
- Autor: ENRIQUE HORNA ( Offline)
- Publicado: 25 de noviembre de 2022 a las 19:21
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 22
- Usuarios favoritos de este poema: Texi, alicia perez hernandez
Comentarios1
Interesante lo que nos cuentas
.... Quién no ha estado en un hospital, y ves que mejorar empeoras.
ya no sabes que es mejor ir o quedarte en casa.
saludos poeta
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