Niña-.

Ben-.

Qué duerma tu esqueleto

sino al sol de invierno,

sí al este de un paraíso

inextinguible, que yo haré

de la derrota de tus huesos,

un discurso hostil a los

decretos, oh niña muerta!

Sobre los ferrocarriles,

entre teas incendiadas,

te fusilaron, niña, a ti,

que a nadie dabas la espalda.

Y ahora, que andas medio muerta,

cuesta abajo con tu desierto,

te quieren asesinar labios y escopetas.

Sangres derramadas te reclaman

por eriales y por zarzas, con perros,

te buscan, para darte caza, señorones

de mirada pétrea, congelada.

Qué permanezcan frígidas sus esposas,

y rígidas, sus alcobas sin auroras.

Su semilla se seque y se agoste, para siempre,

por una multitud de generaciones sin memoria.

Las ambulancias que no te asistieron, se queden

paralizadas por el miedo, y el médico que decidió

cortarte las venas, se asombre al ver el sol salir de nuevo.

Tú besarás ya el viento, y él, la penumbra de sus sótanos,

llenos de huesos de cerezos.©

 

 

 

Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.