El mundo descansa los domingos
y los portales duermen su ausencia.
Goza de la plenitud anestesiada de la calle.
Las puertas se ciernen al silencio
libres del bullicio
y de la ardiente combustión humana
de fe y patrimonio.
El domingo porta un suéter cansado
y un saludo triste le cuelga de la manga.
Es la cara amable de un vinilo de Tom Watts.
En el aire se intuye una homilía de cuerdas
y tras los balcones
las trompas Mahlerianas amortiguan su lamento.
El domingo invoca insomnios eternos que duran semanas.
Y de tanto y tanto repetirse
se convierte en un huésped pacífico
con alma de luna
que se marcha cuando ya es demasiado tarde
y empezábamos a desear que se quedara
- Autor: Belina Fernández ( Offline)
- Publicado: 3 de diciembre de 2022 a las 08:41
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 20
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.