Las pequeñas cosas de la vida

Las pequeñas cosas de la vida son la que más importan.

Un hola, un buenos días, una buena sonrisa,

La tasa de café por la mañana, el beso de tu mamá y ese Dios te bendiga antes de salir de casa.

La mirada tierna de tu amada, la sinceridad del niño cuando habla,
La sabiduría del anciano dando la mano al novato.
El intento de levantarte cuando has resbalado de alto, el suspiro repentino al abrazar a tu amada

Las pequeñas cosas que entre hermanos son las peleas, las reconciliaciones, son esos abrazos, él te extraño, él te amo tanto
Las lágrimas que salen del alma, la poesía escrita, el arte, las ganas de besarte.

Los latidos del corazón gritando una vez más que te amo tanto.
¡Son esas pequeñas grandes cosas que nos hacen fuertes!
Las que nos dicen una y otra vez que lo intentes nuevamente,

Mirará la lluvia caer detrás de la ventana
Mirar a la chica que amas aunque sea a escondidas
Ir detrás de ella, desahogar ese sentimiento que llevas dentro,

Sentir tu piel, ese viento, la brisa, la arena del mar, ver un atardece más,
Observar por horas ese amanecer, volver a nacer, volver a tener fe, volver a creer, volver nuevamente a casa y ver a tu hijo como va creciendo,

Ver la lluvia de noviembre, sentir esa hambre de victoria, sentir en tus manos la gloria de Dios,

Sentir como se acelera tu corazón, tener una y mil razones para ser feliz,

Reír, aunque no seas un rey, disfrutar tanto como el ladrón como el rico ese atardecer,

Oler el pétalo de una flor, soñar despierto, cumplir tus proyectos, fijar metas, ir detrás de ellas,

Sentir las mariposas en tu vientre, cuando vez al hombre de tu vida,
Vivir la vida intensamente, amar sinceramente, ir contra la corriente, volar extender tus alas, andar poner star,
Arrancar por ese sueño, poner empeño, aunque ese empeño haga que sueltes el llanto,

Las cosas que olvidamos,
Los momentos que dejamos,
Los abrazos que un día nos dieron,
Los besos que nunca dimos,
Las cosas que recordamos,
Los momentos que disfrutamos,
Los abrazos que un día dimos,
Los besos que robamos.

Ernest Eba