Sin apuro, caminando como acariciando la nieve, avanzaba la pareja.
Los flamantes copos ya habían logrado cubrir la mayor parte del bosque. Era la señal, que anunciaba la llegada del nuevo invierno.
Se miraban y se entendían. Era la segunda temporada que estaban juntos. La hembra ya había recibido de su cuerpo el anuncio de lo que estaba gestando en su interior, pero no era acostumbrado compartir la noticia.
El macho, debería por sus propios medios comprender la situación, y por lo visto, no daba muestras de ello.
El trayecto ere dificultoso, calcularon que recién cuando anochezca, llegarían al lugar elegido.
Apretaron el paso, no era momento de perder tiempo.
Su refugio, el mismo del invierno pasado, los aguardaba.
Entre ambos corrieron la maleza crecida que obstruía la entrada, esta tarea les ofreció cierta dificultad, no obstante, lograron su cometido.
Él, entró primero, debería revisar y comprobar que nadie extraño hubiera usurpado el escondite; mientras, su compañera aguardó recibir la señal que aseguraba la entrada al interior de la cueva.
El espacio no era grande pero el tamaño suficiente para acomodarse a sus anchas y allí permanecer los meses invernales.
En eso estaban, cuando un recio vendaval se desató de improviso; la pareja ya ubicada en la madriguera, intercambiaron un comprometida mirada, como revelando la satisfacción de estar a buen resguardo.
Un flamante invierno decía presente.
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*Imagen de la Web
- Autor: Brom Beto ( Offline)
- Publicado: 7 de diciembre de 2022 a las 15:23
- Categoría: Naturaleza
- Lecturas: 22
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