**~Novela Corta - La Piel en Eterno Deseo - Parte IV Final~**

Zoraya M. Rodríguez

Si, Rosa Pilar, se entristeció por no hallar el amor, pero, cuando llegó ese frío viernes de agosto y de un ocaso en gélido otoño fue que conoció a Gilbert, su único amor y  de toda la vida. Cuando ella se sentía triste, herida y en una eterna soledad que sólo vivió como el mismo tormento en enriquecer el destino con la piel en eterno deseo. Porque cuando en el trance de la fructífera verdad se halla sola y en las sombras de eternidad en silencios destrozando a su razón en una locura, pero, y tan inocua como su parecer le dicta. Rosa Pilar caminó de rabo a cabo el jardín donde se halla Gilbert, sí, el amor verdadero de Rosa Pilar, porque cuando Gilbert llega a ella, y la conoce bien le dice un frío hola. Y, Rosa Pilar, sí, le respondió y más que eso se enamoró ciegamente de Gilbert. Y sonriéndole a la vida se halla Rosa Pilar, pues, se dijo una vez que su piel en eterno deseo desea amar y ser amada como nunca antes, como una mujer candente, voluptuosa de calor, y de un amor pasional y ardientemente muy enamorado. Cuando Rosa Pilar conoce a Gilbert en el jardín cerca de su hogar, lo mira y lo observa en ese jardín donde se aman mucho las parejas, que se reencuentran allí, se le llama el jardín de los enamorados o el jardín de cupido, cuando en el desenlace de la vida y de la insistencia de la certeza se abrió el deseo y más que eso en el trance de la verdad y tan impetuosa como el ir y venir lejos de ese perfecto momento o de un perfecto amor. Y se conocen Rosa Pilar y Gilbert en ese jardín, sus ojos brillaron como nunca, sus manos tiemblan de emociones inocuas, y su cuerpo tirita de pasiones buenas, y su piel, ¡ay, de su piel!, de su piel en eterno deseo, sólo desea la caricia de esas frescas manos, inmensas y tan grandes como abrazar el cielo y más que eso atrapar a su piel no era fácil, pero, no imposible para el amor de Gilbert, si es que él le corresponde a su amor eterno. Porque cuando en el alma de Rosa Pilar se sintió como un sólo dolor sin encontrar el amor, quiso entregar alma, vida y corazón, pero, no fue lo suficiente hallar al amor de Gilbert. Cuando en el alma de Rosa Pilar se entreteje de un espanto seguro cuando en la redención de su propia alma, se vio como en un espejo cruel, pero, tan certero como la pureza de la triste verdad, cuando se atormenta la vida y más que eso como en ese frío viernes de agosto, cuando fue en el otoño frío en que halló al amor de Gilbert. Si en el alma de Rosa Pilar se fue de este mundo buscando un amor en que sólo ella quería amar y más en ser amada y por un hombre que ella quería que le correspondiera con el mismo amor. Cuando en el camino de ese jardín ella caminó y lo recorrió de tiempo y espera y de un conocido trayecto en que sólo quiso conocer a Gilbert, y, sí, que lo conoce, si él le dice hola. Cuando se sintió mejor que ayer, cuando en el instante se dedicó en ser como el paraíso o como el mismo paisaje en poder creer en el destino sosegado. Y la piel de eterno deseo se llenó de pasión y de emoción cuando en el alma de Rosa Pilar se electrizó la vida y la insistencia fría dentro de un sólo porvenir, pero, tan incierto como la fría verdad de que ya había hallado el amor. Cuando se electrizó la forma de amar y se reencuentra con su eterno amor y con su verdadero amor, el que halla en el jardín cerca de su hogar, cuando en el alma de Rosa Pilar se vio fríamente indeleble a ese amor, pero, y tan alegre como poder haber hallado el amor en camisas de calor y de una piel en eterno deseo. Y la piel de Rosa Pilar en eterno deseo se ve y se siente como en subrepticios momentos e intransigente instante en que se vio y tan enamorada como el mismo amor en el corazón. Cuando en el altercado de su vida, de su alma y más de su corazón amando en el instante en que se cuece el alma en el ocaso frío y de una aventura en rica sazón y de una tortura en el corazón amando en el alma con una luz en el ocaso frío y de unos ojos enamorados del mismo amor entre Gilbert y Rosa Pilar. Y fue ese frío viernes de agosto y de un ocaso en otoño gélido, cuando se conoce el amor en clandestino instante en que se identificó el amor en el corazón cuando amó en el alma con una sola verdad en el camino frío de un amor hallado en el jardín cerca de su hogar. Cuando ocurrió un deseo de entretejer el alma en una sola seda en el camino cerrando la luz en el cielo donde se cuece la luz como en la fogata de una llama que le llama en ser como la piel en eterno deseo. Y como una sola virtud y como un sola exactitud se condensó el alma a fuego lento como la piel de Rosa Pilar en eterno deseo. Si en el alma de Gilbert, sí, dentro de su pobre corazón había una luz en que el cielo se siente como el pasaje de ida y sin regresos en debatir la espera en una sola mala existencia. Cuando en el cielo de una mala persistencia en proseguir ese camino lleno de aventura sin infortunio de un amor en que Gilbert ama a Rosa Pilar y Rosa Pilar a Gilbert. Cuando en ese frío viernes de agosto y de un gélido ocaso en otoño se conoce la pareja en el jardín de cupido, cuando el amor les flechó el corazón y más el coraje de entrever el alma desierta en una buena suerte. Cuando en el alma quedó como una órbita lunar atrapando a la piel en eterno deseo de Rosa Pilar, y a la piel mortífera y letal como una daga en el instinto frío y de una sola fría verdad. Porque Rosa Pilar en el intransigente momento se electrizó la forma de creer en el solo corazón amando a cuestas de la sola razón en una vesania, pero, insistente verdad cuando en el momento se electrizó la forma en creer y en el alma una sola y terrible insistencia de creer en el desierto frío en dar una conmísera atracción de ver el reflejo en cada cielo de un sol que da toda su luz. Cuando en el momento de un frío viernes de agosto y de un sólo otoño gélido, si, en el alma se edificó una sola verdad en que se cuece el alma fría e insistentemente en dar una sola penitencia en unir como único amor a Gilbert y a Rosa Pilar. Si en el instante se debate una sola razón en un tiempo en que el amor de Rosa Pilar y de Gilbert, se aferró en el alma una sola verdad, en que se cuece el alma en una sola sensación en que se advierte que la razón se siente como un corazón en latidos fuertes. Y en el alma de Rosa Pilar se vio sosegada en un sólo mal tiempo y se electrizó la forma y de ver el siniestro cálido de entretejer el alma sosegada de un sólo delirio frío en sentir el desastre de creer en el alma moribunda en dar una sola certeza. 

Cuando en esa habitación se siente la luz tenue donde se quiere entregar y amar la insistencia de creer en una sola razón desértica y de creer en el alma sollozando de penurias adyacentes en dar con una sola verdad en que Rosa Pilar se está amando con Gilbert. Y de sentir el aire y en el reflejo de la verdad de ese aroma familiar de entregar el corazón en latidos fuertes se electrizó la forma en una sola buena insistencia, cuando se aman tanto Rosa Pilar y Gilbert. Y la habitación fría y con tenue luz descendente y tanta condena de amar quedó el reflejo del sol de ese ocaso frío y de un otoño gélido y como el frío hielo. Cuando en la manera de amar y en creer en la forma de querer amarrar el delirio frío se entristeció la forma de amar cuando una lágrima que da grima de vivir viviendo en esa alegre forma llena de felicidad se dio la manera de amar en esa habitación de triste, pero, llena de una inocua felicidad. Cuando en el alma se llenó de frialdades buenas en el camino sollozando en el tiempo y más en ese ocaso frío dentro de la única verdad adyacente de dolores cuando en esa habitación en un frío viernes de agosto, pero, después de un lustro se amó intensamente después de la espera de un enlace nupcial. Cuando en el tiempo y en el ocaso se dio lo que más se esperó en el alma, a todo un frío viernes de un agosto y en un ocaso y tan frío como regresó ese álgido otoño a sus vidas extremas. Y, Rosa Pilar, desnuda en esa fría habitación amando lo que nunca imaginó, y, él, Gilbert sumiso y retraído amando a una mujer del calibre de Rosa Pilar como nunca jamás pensó ni imaginó. Y sintiendo Rosa Pilar en el coraje de creer en el trance perfecto de la sana realidad en que vive y más en su piel en eterno deseo, si ella abrió a los deseos, al sin sabor, al inocuo merecer de Gilbert, cuando en su insistencia de creer en el alma se identificó el ademán frío de una manera con tal de ofrecer una rica y buena salvación. Y, Rosa Pilar, llegó a su buena verdad de que se halla amada y más que eso con amor en su corazón. Si cuando en el trance de la verdad se abrió el deseo y la piel en sentido en eterno deseo, se vio entregando a su alma en un bien común. Y el jardín de cupido o el jardín de los enamorados se vio tristemente herido y solitario sin la pareja que se ama tanto como lo son Rosa Pilar y Gilbert. Cuando en el ademán frío y de una aventura sin infortunio, cuando ese amor quedó con un significado trascendental. Y como una sola verdad en que el instante se siente como la misma esencia de creer en el amor a toda costa cuendo en el momento y en el instante se debió de creer en el bien de todo un amor de un frío viernes de agosto y de un gélido ocaso de otoño que regresó otra vez a su corta vida, pero, larga existencia. Cuando en el imperio sosegado de un sólo delirio frío se entristeció tanto y por tanto que sólo la alegría le da para vivir bien con ese amor que halló en el jardín de cupido. Y el alma de Rosa Pilar se vio mortífera y atraída como un hielo frío en la piel de eterno deseo y en el alma una sola verdad efímera como tan real y tan perenne como su eternidad en el amor con Gilbert. Y se entristece de llanto frío y de una lágrima viva de que su rumbo se vio letal como translúcido su cometido de hacer del amor un torrente de sensaciones nuevas en el corazón amando como nunca jamás. Cuando en el alma de Rosa Pilar en el desafío inerte y tan inocuo como transparentes se dio como lo más efímero de un sólo torrente de sin sabores de un mal desafío en la vida y más en el sólo corazón. Si cuando en el alma de Rosa Pilar se vio como el penitente peatón o transeúnte que pernocta como en el suburbio de un ademán y tan frío como el alma y como el hielo. Y como una sola tempestad en que se hace una sola verdad, en que se ama más y con tanta razón, se siente Rosa Pilar como un frío impetuoso de creer en el alma a ciegas de un amor que sabe de amor y de pasión. Cuando en el trance de la verdad quedó como el alma sintiendo a la piel de eterno deseo en el otoño en que amó a Gilbert en esa fría habitación, si, dentro del ocaso vivo y de un frío viernes de agosto y de un otoño de un ocaso frío. Y se vio intransigente de un momento inocuo cuando en el momento se electrizó la forma en poder creer en el amor a toda costa en dar una sola sensación y de una sola pasión. Y se amó verdaderamente inocuamente y en cielo de terciopelo de creer en el alma a ciegas de un tiempo en que el ocaso frío y se vio Rosa Pilar en el alma como en un frío viernes de agosto y de un sólo ocaso vivo para creer en el alma desértica para amar en el trance de la verdad. Cuando en el alma se entregó en cuerpo y alma, en dar un eficaz amor en el camino y en el deseo de esa piel por amar bien. Y Rosa Pilar y Gilbert llegan a la senectud amando y entregando la piel en eterno deseo en esa fría habitación donde se cuece el alma de tiempo y de un amor pasional. Y en un suburbio autónomo de creer en el alma muerta de espantos nocturnos cuando en el ademán frío, Gilbert, muere en un terrible accidente automovilístico donde el alma quedó adherida a ese jardín de cupido o en el jardín de enamorados, donde conoce a Rosa Pilar desnudando su alma y más su corazón de un sólo amor en el tiempo, y más en la piel de eterno deseo, cuando en el alma de Rosa Pilar quedó adherida a esa alma fría de un amor llamado Gilbert. Y, Gilbert, se llevó el amor de Rosa Pilar como correr en el tiempo y más en el ocaso frío y de un frío viernes de agosto en diez lustros más de larga existencia, pero, de una corta vida. Cuando en el frío viernes de agosto se vio entregando cuerpo, vida y corazón, y amando como nunca jamás en esa fría habitación cuando conoció a Gilbert. Y Gilbert se fue como hoja al viento en un otoño de un frío viernes de agosto, en el día exacto cuando se conocieron en el jardín de cupido cerca del hogar de Rosa Pilar, y Rosa Pilar suicidando su corazón con una soga al cuello demostrando que no hay muerte que pueda con el amor. Y Rosa Pilar llena de una piel en eterno deseo se vio letal y tan mortífera desnudando el alma y más su eternidad en un juego del amor en que la piel de eterno deseo se vio entregando el cuerpo para poder morir e ir junto a su amor en el mismo jardín del cupido o en el jardín de enamorados donde se conocieron en un frío viernes de agosto y de un gélido otoño donde se conoció el verdadero amor y la rosa de ese jardín quedó marchita como su corazón amando como nunca a Gilbert.



FIN                                                                                 

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 12 de diciembre de 2022 a las 00:01
  • Comentario del autor sobre el poema: ~ * ~Sinopsis: ~ * ~Rosa Pilar se llena de deseos en la piel cuando llega su amor y es Gilbert y éste se lleva a su eterno amor con él…Mi #20 de novelas cortas en el año 2022… Mi #108 de novelas cortas hasta el año 2022…
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 13
  • Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
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