Amor y Poesía.

Amor y Poesía operan en la misma dirección pero en sentido contrario. El primero va de lo infinito a lo finito y la segunda lo contrario. 
—Joseph Brodsky. 
La Poesía tiene esa parte de derrota del héroe que insiste una y otra vez en su trascendencia aún sabiendo el desenlace, porque nunca se acaba de expresar lo que se desea. Soy una amante de los héroes literarios que saben desde su inicio que van a ser derrotados, cuando ese pensamiento los hace persistir en su empeño de trascendencia. Quijote, Madame Bovary, el Gran Gasby...
—Raquel Lanseros en una conferencia dada en la sede de la Fundación March en Madrid. 

Amor y Poesía. 

Escribo porque amo
—eso quiero pensar,
eso pienso cuando estrecho el dedo índice 
contra el pulgar y garabateo pensamientos. 
Eso quiero pensar, va por dentro. 
Ahora escribo porque tengo reciente
mi encuentro contigo, ayer, 
en la claridad vespertina del parque,
cuando las vecinas ya no miran las manos,
cuando las miradas pueden volar y decir,
libres como el pájaro que nos mira
desde esa rama. Ahora me brotan las palabras.
Tus manos temblaban por entre las mías,
recuerdo —y escribo recordando—, y mis manos,
torpes como el niño que silabea por primera
vez la cartilla, deambulan por entre las líneas
de tus manos sin llegar a poder leerlas, la tensión
sexual se corta en el ambiente y debe esperar...
Sigo curvoseando por entre las líneas de este papel
sin atreverme a cruzar sus fronteras, no quiero salir
del cerco de los márgenes y que caigan fuera
los sentimientos que ahora me brotan, negro sobre blanco. 
Levanto la vista hacia el aparador de en frente
para poner orden entre este acúmulo, separar
con un torpe cedazo el trigo de la paja y dar a expresar
cada una de las esquinas de aquel beso.
Fue de repente, sé que te corté una frase
—no me gusta interrumpir cuando alguien habla—
justo a la altura del verbo, pero...no pude resistir
la presión que la sangre ejercía sobre mi pecho,
era tal el torrente y el remanso subsiguiente
que los labios se me llenaron de margaritas
y tuve que brotar, siento haberte interrumpido,
sé que estabas justo en el momento de darle 
el sentido que le correspondía y que querías
que me hiciese pleno cargo del mensaje, pero...
Ahora, justo en este momento, me acordé
de la descarga de electricidad estática 
que me vino del banco —era de un hierro hirviente—,
y que me hizo brincar y alzarme —¿recuerdas?
El amor y la poesía son hermanos del mismo padre
pero con distinta madre —¿o es al contrario, o ni una
ni otra aseveración es cierta? Que sais-je? como diría
Michel de Montaigne, no sé si el amor sobrevivirá
a este poema, no quiero pensarlo, ahora...
Te escribo porque amo —o mejor: escribo porque
te amo, por lo menos en este instante.