**~Novela Corta - Luz de Vela - Parte I~**

Zoraya M. Rodríguez

Giulia enciende en su hogar una luz de vela y sintiendo el coraje de creer en la magia única de sus ojos color marrones como la miel, allí, sí, en su hogar, no hay tiempo, osadía ni claridad en una sola  noche más que la luz de luna que le alumbra en derredor y en un sólo derroche de la expensa noche. Sus ojos iluminando toda la brecha del camino, en su interior fuego que arde como la luz del alma, y en su corazón temor y miedo por el camino sesgado y oblicuo que ella recorre en el trayecto de ir y venir lejos de su hogar. Giulia era bella como la miel y sus ojos como dos estrellas que iluminan el camino. Y su insistencia de mujer aún no calma el deseo ambigüo de proseguir una senda tan oscura en la noche a sabiendas de la plena oscuridad que le acecha a la noche clara de luna. Y, Giulia, recorre el zaguán por ir a comprar víveres, porque su alacena ya se encuentra vacía. Cuando ocurre el deseo de embriagar sus venas en el “bar” cercano en su hogar para saciar la sed que le queda, si era un tiempo sosegado, tranquilo, de mucha paz y de mucho sosiego constante. Era la era de esas en que las calles son oscuras y que el tiempo no alumbra ni con la tea ni con la luz de vela, sin embargo, Giulia, se alumbra con el calor y con la luz de sus ojos de miel, esos ojos de claridad constante en la que ni el sol la puede cegar. Si por el día, todo tranquilo y por la noche un sólo tiempo en tempestad lleno de una mala oscuridad. Y, Giulia, sí, enciende otra vela en su hogar, pues, la oscura oportunidad y la esencia de su natural osadía que por la noche, aún, no existe la luz eléctrica hecha por el hombre todavía y el hambre de Giulia se siente como devorar una terrible tempestad dentro del alma viva y tan muerta como la única desesperación de creer en el alma desesperada de un espanto nocturno de dar una mala sensación en plena oscuridad de la noche tormentosa de un miedo adyacente de creer en mal porvenir. Cuando en el alma de Giulia se atormentó de pena y de una mala sensación cuando en el camino entre comprar víveres y su hogar vio una luz descendente en dar una sola buena sensación en el alma tenaz y tan vivaz como el mismo instante. Y, Giulia, mojada de un sueño pertinaz en su alma llena de la luz de sus ojos de miel, sólo fue una luz descendente, en la cual, se dedicó en ser como la misma fuerza en creer en el alma viva de temores inciertos. Y, Giulia, mojada de espantos nocturnos y de oscura noche cuando en el tiempo y más en la osadía de creer en el alma tenaz en creer en el alma de un sólo instante se cuece el alma de Giulia en la calle del suspiro cuando sólo es un mal recuerdo poder vivir sin luz y en plena oscuridad se siente como el agua de cristal, reflejando el alma en un siniestro cálido de dar una osada osadía que por el día se percibe. Cuando el alma se siente como el pasaje de ida y sin regreso, cuando en el alma se junta de avenimiento y de dichas y de feliz momento en plena oscuridad, cuando en el alma se entregó a plenitud de una exacta conmísera existencia de vivir sin la luz eléctrica, la cual, está sin descubrir, aún. Y, Giulia, obtuvo un sólo resultado en la vida cuando en el mismo corazón se entristeció de tal forma, cuando en el alma se envenenó de tal forma en poder sentir el corazón amando de una sola vez. Y, Giulia, amando seguidamente en el tiempo y a su pobre corazón destrozado en ir y venir lejos de la suerte, se vio mortífera de espantos cuando en el desastre de creer en el alma muerta de un suburbio inerte de una imposible atracción en el alma viva de un sólo tormento, cuando ocurre el desastre de emerger en la luz plena de su alma y más de sus únicos ojos de miel. La luz de vela se encendió de tal forma y de tal manera de creer en el alma una sola verdad en dar una conmísera luz en los ojos de miel de Giulia. Y, Giulia, pensando en esa luz de vela en esa noche imperiosa de creer en el momento de atraer el mismo universo en sus propios ojos de miel. Cuando en el alma de Giulia se entristeció de inmortal luz y eran de sus propios ojos de miel, cuando miran el tormento de entrever toda razón en una sola locura de atraer la luz en esa noche expensa de luz del nácar de luna. Cuando en el alma creó en el instante de envenenar el alma por una mirada llena de luz de sus propios ojos de luz. Y como una adyacente prueba del alma y más de sus ojos de luz y más de miel, se vio entristecida de espantos nocturnos cuando no vio la luz ni la del sol en sus propios ojos y por siempre. Si, Giulia, se vio como mortífera como letal en el mismo instante en que se vio como tan verdadera por creer en el alma y tanta viva como tenaz y tan vivaz como audaz en el ámbito terrestre de escoger una salida en el tiempo más efímero. Y, por subir al cielo, se vio fríamente Giulia en el intercambio de un rumbo autónomo de dar una sola salida entre el desastre de creer en el amor a toda costa, cuando en el suburbio de una salida quedó como combatir el reflejo en el agua de cristal de su propio reflejo. Si a la verdad en creer en el alma se formó una mala situación en poder creer en que sus ojos de miel por haber acechado una verdad con sus propios ojos se deleitan la vida en el suburbio autónomo en dar una seria bondad en sus propios ojos. Y, Giulia, se vio fríamente en el altercado frío en creer en una sola razón de esas en que se pierde el instinto en poder saber de esos ojos de luz y de miel. Cuando en el paisaje de la insistencia se vio ausente como la luz en la calle y más en ese hogar por donde se pasea el dolor en camisas en dolores de oscuro proceder. Cuando en el altercado frío de entender la fría verdad se siente como el ir y venir lejos del paraíso sesgado y oblicuo de tal forma en que el delirio frío se siente como el suave desafío de entrever el desastre de creer en el instante frío en el alma moribunda de penas y de insistente condena. Cuando en el alma se debate una sorpresa entre sus ojos de miel, porque la oscuridad quiere ganar y apagar la iluminación de ese brillo en los ojos de miel de Giulia y eso no podrá ser, dice Giulia. Y, por el día Giulia, camina de esquina a esquina y recorre como diez veces el camino para hallar víveres con qué comer. Porque cuando en el camino de Giulia se vio intransigente y desolado, fue cuando no se dio cuenta de que la gente moría de desesperación por la oscuridad y una clara luz que no llega a su pueblo. Un pueblo arcaico y típico que no se le resta mérito ni demérito es sólo un desdoro de mala sensaciones de ver el alma ciega por un sol que ni le ciega el alma ni da la luz de noche. Porque en el camino de Giulia era hecho de adoquines viejos y el camino hecho senda si Giulia camina de rabo a cabo por ese viejo camino hasta poder llegar a su hogar. Y Giulia abatida por el dolor inconsecuente, pero, tan real como el mismo camino en que ella va pisando en el suelo hasta poder llegar a adquirir sus comestibles y regresar hasta su hogar. Y no se desnudó ni quiso volver a amar como a aquel único amor en frenesí y que ella amó verdaderamente como un torrente de sinsabores hasta llevar al amor en su pobre y débil corazón, desnudando el ocaso y más a todo ese sol que empieza y no acaba en ofrecer su luz. Cuando en el alma de un jueves quiso esa luz llena de tiempo y de sosiego sin ser consuelo cuando en el alma de Giulia se amarró al deseo y más a la tristeza de ver y de sentir el instinto en decadencias autónomas de un increíble mal instante sin luz en la calle, se vio tristemente y herida como el ave y con alas mojadas. Si su alma se vio mortífera como letal y embriagando el temor y el miedo de saber el dulce reflejo de un espejo en una triste soledad. Si los ojos de Giulia se aferran al destino frío converge en el alma de Giulia una sola luz descendente. Si cuando en el trance de la verdad se dio el instante de creer en el alma una sola verdad cuando en el delirio de la realidad se aterró más y más en saber que el destino era incierto. Si en el instinto de Giulia se identificó el alma en una sola insistencia en el alma viva de temor incierto, cuando en el tiempo se dedicó en ser como la sed de su propios ojos dando luz como el color de miel. Y, Giulia, encendió otra luz de vela desde su hogar interrumpiendo en el ocaso a todo un sol travieso en el cielo sin tempestad. Cuando Giulia se vio aterrada por el instinto de sus propios ojos de miel, se vio fríamente indeleble como el mismo color de miel de sus propios ojazos. Y, Giulia, se vio intransigente y débilmente inocua como una sola verdad, pero, con sus ojos funestos de un tiempo en que se pierde el deseo efímero. Y, el corazón de Giulia, se vio mortífero e intrascendente como la vez aquella en que se dedicó la forma en poder creer en el alma muerta de espantos nocturnos en la creencia de ver el alma muerta y tan letal de una inseguridad en soledad. Si en el alma se entristeció por unos ojazos dentro del alma viva de un mal tiempo en que se cuece el alma de un sólo espanto nocturno. Y como una sola verdad se identificó como el mismo tormento de creer en el alma desierta de un imposible destrozo en el alma muerta de un sólo espanto. Y la luz de vela se entristeció de una sola inseguridad cuando en el alma se vio fríamente indeleble como una sola verdad en que el destino frío se siente y se percibe como el arte en una sola verdad. Cuando en el desenfreno en debatir una sola espera se sintió como tan fuerte como tan irreparable el sólo destino en perseguir un torrente sin sabores. Y en poder creer en el desierto frío de su propia imaginación se fue el tiempo y más el ocaso de ese día que por el tiempo se intensificó como el mismo tormento sin reír la misma ilusión. Si en el instinto se cuece en el alma una fría verdad en que el destino se aferró al desafío frío en sentir el suave instinto de creer en el alma viva y más de una pureza innata en sus propios ojazos de color de miel. Porque cuando su instinto se aferró al incierto porvenir de creer en el alma viva y tenaz y tan audaz en poder creer en el alma y sin un cruel destino. Y se aferró al incierto un mal deseo en dar una sola verdad de un instinto delicado y tan vehemente como el delirio frío y sosegado y de un mal tiempo. Si en el alma no se detiene como fugaz es el tiempo y como una sola verdad insistente e insignificante, de creer en el alma una verdad y tan irreal como la insistente ansiedad de creer en el alma una ansiedad en poder creer en el alma viva de un sólo instinto. Si se aferró al desastre de creer en el alma viva y tan tormentosa en dar una sola ansiedad de creer en la existencia de una sola luz en sus propios ojos de luz como el color de miel. Si en el alma de Giulia se vio fríamente incolora, en desdoro, pero, inocua como el mismo mar desértico. Y en poder creer en el alma viva de un tiempo en que el deseo se vio efímero como fue la primera oscura noche y con la luz de luna. Si fue el tiempo y como una sola verdad e insistente como la fría verdad en que se cuece el alma de una llama que perfora la fogata en el desierto cruel de su propia imaginación. Y fue un tormento frío descendente en poder creer en el ocaso frío de una tarde fría como el desastre en una sola insistencia y de ver el cielo de una desventura y de un derrumbe total cuando del cielo llega la luz de luna como la de un sólo sol. Cuando en el ámbito terrestre de una sola ansiedad se dio el suave instinto en poder creer en el alma viva de un sólo tormento frío como el mar desértico. Si en el alma de Giulia se vio el mismo instinto y se abrió el ocaso frío dentro de la tarde y tan desesperada como la misma insistencia. Y se intensificó más la luz de sus propios ojos de miel en el altercado efímero de creer que Giulia y sus ojos lo eran todo. Y sí, que lo eran, pues, en el trance perfecto del camino oscuro y de ese hogar a expensas de la oscuridad se debió a que sus ojos eran ilusión, iluminación, brillo, caridad todo lo que podía ver a través de sus propios ojos dando luz y claridad a todo a su alrededor en un derroche de buenas sensaciones. Y ese “bar”, por donde se pasea, el dolor y embriagar las venas de alcohol, se entristeció tanto y por tanto en que sólo la ilusión se debió de entregar la misma luz que ella entrega en derredor. Y subió las venas con alcohol y con ese sol de verano en ese “bar”cercano a su hogar, donde se pasea el más débil de los amores: la terrible prostitución. Cuando la verdad se identificó con esas mujeres que se prostituyen allí, en el “bar” cercano o continuo de su propio hogar como dejando saber que su cuerpo era un sólo templo. Y emborrachó lo que se llama vida, y más que eso a su cuerpo lleno de un temor incierto que se debate en la espera de creer en el trance más perfecto de un sólo camino y tan oscuro como el mismo universo frío. Y se dedicó a ser como el desierto imaginario deseando abrir la brecha de un camino en soledad. Y sintiendo dentro del pecho su instinto delicado y tenue y tan suave, como el delirio feo y trascendental de un ocaso firme como el sol en que le alumbra el día a Giulia. Y en el alma de Giulia borracha como la pea en mano y en silencio un altercado frío de esos en que los pasos de ella se sienten como huella trascendental  el suelo lleno de adoquines buenos y tan verdaderos como el sentido frío de sus propios pies en el suelo. Y caminando fríamente en el altercado frío y desnudo de un sólo destiempo en el ocaso vio se vio álgida y compungida como el hielo o como el invierno frío que está por irrumpir en su pueblo. Cuando en su momento se perpetró una sonrisa y una mala tempestad en la que el deseo se vive como se vive el tormento de un sólo amor en el sólo corazón. Cuando en el tiempo y en la hazaña perfecta de caminar por el suelo lleno de adoquines reales se vio Giulia descifrando la luz de sus propios ojos llenos de ilusión y de iluminación exacta y tan perfecta como el derrumbe de sus mismos ojos en esos adoquines que barren el suelo de frialdad y gélido porvenir incierto. Cuando en el cielo se siente como el suave desenlace frío de un deleite álgido como el temor incierto en dar por creer en el alma una sola salida de ver el cielo de un flavo color en que el amanecer es casi exacto como el atardecer. Y se derrumbo en su fría habitación y quedó como el sabor de un sólo alcohol embriagando a sus propias venas. Y se dedicó en cuerpo y alma en saber que su instinto se llenó de suelo de adoquines cuando en el cielo y en el suelo cuando camina Giulia para saber de su insistente pea en las sangres llenas de alcohol. Y caminó cerca del jardín de su propio corazón cuando en el juego del amor no halló ni una rosa prendida en ese jardín de ensueño y de todo un sol en que el sol es la luz de la verdad y de la vida para una rosa clandestina que no halló nunca.  Y, Giulia, en el juego de la pasión se vio álgida como el tiempo o como el invierno frío y tan álgido como el mismo tormento dentro del ocaso en que se electrizó la forma de creer en el alma una verdad verdadera. Si Giulia se siente como el perdón de un cielo lleno de nubes de algodón se vio como el juego de la insistencia fría caducando el tiempo en que la rosa marchitó como el sol en la noche. Cuando Giulia se entristeció y converge una sola razón de que su pueblo era el único sin luz eléctrica hecha e inventada por el hombre. Cuando en el altercado frío de un invierno delicado se vio fríamente en el juego de la insistencia como una ausencia autónoma de ver el cielo como el suelo lleno de adoquines verdaderos. Y Giulia se aferró al instinto incierto como el mismo desafío de creer en el ademán frío de un sólo tiempo en soledad. Cuando en el ocaso frío de un nuevo jardín en su propio corazón dentro del reflejo de ese sol en cada satisfacción real del corazón, pero, tan enamorado. Y, Giulia, como tan tenue el ocaso, pero, y tan iluminado como el mismo sol que en cada reflejo del cielo se siente Giulia como el ave y sin poder volar con alas mojadas. Cuando en el instinto se reflejó como el aire en el tiempo y más como un solo doble respiro donde se cuece el temor y la ansiedad de creer en el tormento de creer en que los adoquines se atraviesa en un sólo deleite. Cuando se atraviesa el reflejo de creer en el suave reflejo de ese sol en que se atreve a ser como el mismo imperio desolado e impetuoso. Cuando se siente como el sol en cada reflector del cielo y del mismo color del universo. Se vio como el mismo insignificante tiempo en caducar el tiempo como a todo un sol en pleno invierno. Interrumpiendo el ocaso frío y dentro del paraíso en cada tiempo y en cada osadía de que por el día se sintió como el mismo y único e impetuoso desenlace. Si cuando en el tiempo y más en la mala insistencia de una sola ausencia se identificó la luz de sus ojos más brillantes y más ilusorios creyendo de que la luz era sus propios ojazos. Y cuando en el altercado frío de la insistencia se debió de dar un sólo humillante altercado como la camorra en soledad que atraviesa Giulia. Cuando ocurre el desastre de creer en el alma de Giulia sin poder debatir una sola espera en sus propios ojos de luz. Y la luz eléctrica, sin aún, llegar al pueblo por donde se pasea el alma de Giulia con esos ojazos de color marrón o de miel como el dulce en el colmenar de las abejas. Y se vio intransigente, incolora e insistentemente como el mismo tiempo en que el paisaje se da del color del marrón. Porque si en el tiempo se dio como el mismo mundo de color cuando en el tiempo sólo queda como el mismo color de cenizas heladas como el frío hielo en el mismo pensamiento. Cuando en el alma se sintió como el rencor o como el deseo de entrever en el alma una sola verdad insistente. Y dentro del alma de Guilia se entristeció como el mal desenlace de creer en el alma una sola certeza y tan fría como el hielo. Cuando en el alma de Giulia se atrevió a descifrar lo que ocurre en su corazón y se enderezó su luz entre los ojos marrones de luz. Cuando en el trance oscuro y de una oscuridad indeleble en el pueblo de Giulia se vio como el desenlace frío de entrever la locura en razón, cuando en su instinto se dedicó en ser como la verdad incierta como la esencia se dedicó en ser como las nubes del cielo inalcanzable. Si se siente como el suave desenlace de creer en el alma delicada de espanto nocturno se entristeció de un nuevo desenlace final cuando por fin llegó la luz eléctrica a su pueblo, dejando ver el cielo lleno de luz veraniega como la de todo un sol en el mismo cielo. Y Giulia y todo el mundo se vio feliz con la iluminación al pueblo, dejando saber que el invento del hombre se puede esperar y hacer eficaz como la luz del sol del mismo cielo. Y la luz iluminó, creó y edificó la forma de dar luz en el camino, en el pueblo y más en esos hogares donde la oscuridad era la reina de la soledad en las calles del suspiro entre la gente. Y la luz de vela en la insistente brecha intensificó el alma en una sola verdad y en una sola insistencia. Y poder saber que la luz eléctrica formó parte de la clara claridad en que el sueño y el deseo se aferró a la luz en la calle del suspiro y de todo un pueblo que vivía en plena oscuridad. Si el alma de Giulia se cuece de una verdad inconclusa de creer en el alma con una sola mala penitencia en que el alma tiene un sólo valor como esa luz que alumbra ahora al pueblo y a la calle donde vive Giulia. Y, Giulia, quedó mal herida cuando en su solo corazón se debió de creer en el mal incurable de dar con una sola verdad cuando en el alma de Giulia se aferró a un sólo dolor cuando no halla más que poder salir como la aventura en desventura de creer en el alma una sola mala suerte. Y salió a ver el juego de luces que le alumbra el camino y más a la calle sin la luz que emana del mismo cielo. Cuando en el instante se vio friolera Giulia, como el alma en hielo frío, y como el ocaso en la mala insistencia en dar una sola verdad cuando en el árbol de cada ilusión se vio como el paisaje alrededor en cada alumbrado del cielo con la misma luz eléctrica y hecha por el hombre. Y en cada redentor del cielo cuando en el alma de Giulia y en la insistencia se le dio como el abrir y cerrar la luz en un sólo brillo en el cielo o en el alumbrado de la luz en la misma calle del suspiro o del pueblo donde vive Giulia. Cuando en el pueblo se alumbró quedó todo muy iluminado y muy hermoso, pues, en el altercado frío dentro del ocaso de un sol se vio y se intensificó la luz en un alumbrado. Y Giulia quedó como en la relación fría de un sólo tiempo sin condonación con la luz de vela a la sola intemperie. Cuando en la luz de vela sólo se intensificó la manera de creer en el universo oscuro y tan irreal como quedar un pueblo sin luz, con tan sólo con luz de vela. Giulia decide observar el tendido eléctrico que llegó nuevo a su pueblo y se ilumina su razón de ser una mujer con calibre deseando de que sus ojos vieran la luz inventada por el hombre. Si una vez Giulia quedó varada en el tiempo solamente queriendo la luz de sus propios ojos color marrón. Sabiendo de que la esperanza en sus ojos pintan a luz. Y, Giulia, deseando abrir sus ojos hacia el mismo firmamento, quiso envenenar sus venas por un alcohol cerca en el “bar”, porque en el trance del camino vio la luz eléctrica en el pueblo. Y, Giulia quiso derribar la pea que lleva en sus venas cuando por primera vez vio la luz llegar al pueblo y, se iluminaron sus ojos de luz, de tiempo, y, por unos ojos que abrieron camino en pleno oscuridad una vez. Giulia se prepara para ver la trascendencia de la luz en sus propios ojos cuando el oscuro pueblo se debate una espera. Si en el instante de barrer el deseo en el suelo lleno de adoquines se vio volar en el cielo inalcanzable por una luz como la del sol que ni ciega a sus propios ojos. Giulia se vio como la sola soledad derribando toda oscuridad con la luz de sus ojos cuando en el tiempo deseó abrir sus ojos al tiempo. Y, por primera vez, dejó la pea a un lado en un día en volver a ver el sol en el cielo. Y, Giulia caminó como de costumbre de rabo a cabo por el camino desde su hogar a comprar víveres porque la alacena está nuevamente vacía. Y, Giulia pensando en que pasó dos lustros desde que el hombre edificó la luz en el pueblo y sintió percibir el destino frío en el álgido camino desafiando el destino en un solo porvenir. Y, como incierto es el camino sintió arribar la mala suerte en sus propios ojos descubriendo el nuevo invento que está por suceder en el pueblo. Y, pasó desapercibida cuando en el camino se halla una desolación tan fría como la soledad porque cuando ocurre el desenfreno de obtener luz en sus ojos se vio letal y gélida como el hielo frío descender en copas de embriagar sus venas con alcohol. La locura de Giulia se vio automatizada en la espera inesperada de una tortura en camisas de pea cuando logra arribar a un elevador y queda varada allí. El deseo de salir de ese elevador se vio insípida, humedecida de sudor, herida y, con la pea en sus venas. Y, Giulia quedó encerrada como pasajera en ese elevador deseando salir sin pea. Sus ojos quedaron petrificados en la espera de poder salir de allí con vida, pues, en ese instante se electriza el cometido de ver sus ojos en oscuridad alumbrando todo en derredor como si fuera luz de vela encendida en plena noche. Y, los ojos de Giulia abrieron tiempo y espacio destrozando toda oscuridad sin pea cuando percibe que está encerrada en el elevador. Su insistencia en poder salir de allí se aferró y se aterró al desafío de ver el sol en plena oscuridad con sus ojos de luz teniendo luz de vela en su destino. Cuando en su instinto se horrorizó de un espanto nocturno cuando se vio encerrada en ese elevador. Y, sus ojos quedaron sumisos, insípidos y, heridos como la luz de vela en el trance de alumbrar su camino frío. Cuando, en el tiempo, caducó la espera de ver su vida en libertad. Y, Giulia desesperada, sin oxígeno, con pea y, desconcertada, quedó encerrada en ese inmenso elevador. Porque cuando en el alma de Giulia se siente como un paisaje sin tormento se ve aterrada de fríos adyacentes y tan mortíferos como el alma sosegada de un ocaso sin precedente. Cuando Giulia sintió en su alma una pena tan inmensa como poder perder a su propio mundo sin saber que moriría después. Giulia conoce su instinto sin sospechar de que su realidad era pertenecer y permanecer encerrada en ese elevador sin poder hallar salida. Y, con el tiempo el sudor de su cuerpo le dio la señal de deshidratación cuando en ese momento no tiene oxígeno, pues, en el intercambio de la vida se vio con dolor, sudor, extenuada, desesperada, pero, inocua. Cuando en su afán de poder salir de ese elevador era una razón mínima con un máximo potencial en nunca hallar la salida, si se vio destrozada, exasperada, insípida y, llena de incertidumbres de una pena en sombras adyacentes queriendo ver y tratar de observar la luz de vela con sus propios ojos de color marrón como la miel. Y, Giulia inocua, pero, funesta en el trance de la  impoluta verdad. Cuando en el trayecto de ese camino se vio fría, indecente con la pea entre sus venas embriagando a su cuerpo con alcohol. Cuando en el delirio y en el desafío frío del sortilegio y de sacrificio permanece encerrada Giulia en ese elevador donde no cree ver nada más que la pura oscuridad dentro dentro de sus propios ojos. Sólo con la desventura de caer sin libertad en ese elevador quedó aterrada y con una pea entre su alma, su cuerpo y, más entre sus venas. Cuando en un instante se miró horrorizada de un espanto en que el tiempo caducó por infinita salvedad de sentir como el ave podía llegar al cielo en un vuelo sin alas mojadas. El tiempo transcurrió de pena, de condena y, de desesperación extremadamente mortífera yendo a un fin sin vida. Giulia se vio letal como una daga llegar hasta su pecho cuando sus ojos con luz de vela iluminaron el elevador. Cuando en el instinto se aferró al deseo penitente de que la pea no se va. Cuando en el camino incierto de Giulia al comprar víveres quedó encerrada en el elevador sin poder saber que su libertad moriría como su corta vida. Giulia quedó de espanto como inmortal el deseo de embriagar sus venas con alcohol y, se llevó una mala sensación de creer en el instante en que quedó encerrada en ese elevador. Y, Giulia abriendo ojos para ver en plena oscuridad no quiso ver más de lo que sus ojos como luz de vela le permiten. Y, los ojos de Giulia quedaron exorbitantes de tanto temor e incierto proceder cuando su angustia quedó en penas de dolores y, su corazón lleno de un latir con temor a morir. Y, Giulia atemorizada de un espanto nocturno quedó sucumbiendo en un sólo acometido de ver sus ojos llenos de luz de vela. Y Giulia con ansiedad de liberar a su vida quedó sin debate en su corta vida. El sentimiento de Giulia cae en un dolor tan profundo como el mismo hondo mar y, tan incierto como salir a flote en pináculo. Y, la luna observando con luz de nácar todo en derredor y el pueblo quedó alumbrado e iluminado con luz eléctrica hecha por el invento del hombre mientras que Giulia quedó con ojos de luz de vela. Giulia en plena oscuridad se vio letal e insistente como abrir los ojos en plena oscuridad. Y, el elevador sin luz ni oxígeno dando preámbulo a una soledad sin libertad y sin salida. Y, la libertad de Giulia quedó como órbita atrapando todo su cuerpo porque la luz de vela con sus ojos era lo único que le alumbraba en plena oscuridad. Y, la oscuridad haciendo del instante una osadía, un desafío y, un triste porvenir cuando por morir se halla Giulia. Cuando por el momento se abrió su corazón en busca de una sola razón en la que el temor brilla igual que sus ojos como luz de vela. Y, penitentemente caminando en el camino por hallar víveres  se vio muerta de miedo cuando su futuro encierra un incierto desenlace fatal para Giulia. Cuando en el temor de su propio reflejo como en el espejo en que ella se mira en las puertas de aluminio de ese elevador se vio intransigente como indeleble su dolor como triste momento. Si Giulia se entristeció como tormento en un cielo lleno de lluvia sin sol que emana como la luz de vela en sus propios ojos. Y, encerrada como ave cautiva o en jaula dentro de un zoológico. Se advierte que el instante en que Giulia queda encerrada en el elevador queda como lluvia sin sol en el cielo por donde es inalcanzable de un tiempo en que el ocaso ya pasó dos veces. Cuando en un incierto instante ocurre el desastre de converger con su alma demostrando que se halla encerrada en el elevador. Cuando en el momento entristece tanto y, por tanto que el delirio desafiante se encrudece de un espanto incierto, pero, real. A la verdad es que Giulia quedó muerta entre escombros de un elevador sin oxígeno, desesperada, sin poder respirar, y, sin poder salir. Murió exasperada, en calma o en sosiego constante en querer amarrar a su insistente osadía que por el día quedó encerrada en ese elevador y con sus ojos de luz de vela en plena oscuridad. Cuando en el trance de lo perfecto se vio intransigente, indeleble, imborrable, insípida, impasible, pero, moribunda sin poder respirar. Giulia quedó muerta de terror y, de una fría piel y sin sentido cuando Giulia no respira más y con la luz de vela muere en la camorra de un tiempo en que ella peleó como titán por su vida. Cuando al mismo tiempo se auguró el mal desenlace fatal de haber muerto sin vida ni salida en ese elevador. Si en el afán incierto de su momento tan verídico se vio Giulia sin el afán, sin el tormento de un buen momento ni un final feliz. Si Giulia murió morada sin poder respirar y, sin tener oxígeno, fue a la eternidad. Cuando en el sueño de la vida se vio intransigente como el dolor vivo de un siniestro cálido de sentir el deseo de ver con luz de vela en sus propios ojos. La luz de vela en los ojos de Giulia corren en un tiempo donde el temor, la ansiedad, y, querer salir de ese elevador recorre de rabo a cabo el camino para hallar víveres. Y, en la fría eternidad se debate una sola razón en la que Giulia retrocede en tiempo adverso y, viceversa en creer que no muere jamás en el encierro de ese elevador. Cuando en su conocimiento derribó saber su propio desafío en creer en que la salida puede ser libertad. Y, sin saber que la insistencia es como la ausencia, nadie nota su connotada presencia al saber que ella estaba sola como luz de vela en su hogar y, como sus propios ojos de luz.    



Continuará……………………………………………………………………………………                                                                           

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 15 de diciembre de 2022 a las 00:04
  • Comentario del autor sobre el poema: ~ * ~Sinopsis: ~ * ~La luz de vela sólo son los ojos de la italiana Giulia en plena oscuridad, cuando quedó atrapada en un elevador…sola y abandonada quedó sin salir de allí… Mi #21 de novelas cortas en el año 2022…Mi #109 de novelas cortas hasta el año 2022…
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 15
  • Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, El Hombre de la Rosa
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