Qué poco sé.
Y se repite, en el eco,
la sustancia íntima
de ese, mi íntimo devaneo.
Fusiles cargaron, una noche,
contra mis ventanas; fusiles,
hechos de herraduras y de duros
excrementos. A qué hora
ocultarme, de tan ínfimos
y hostiles argumentos? Qué
poco sé, repite el eco-.
Yo no sé, no sé nada.
Le digo al profesor, que
me sacó a la pizarra.
Dejándome quieto, allá,
con el estrépito de la batalla.
Yo no sé, no sé nada, repite
el eco. No sé nada-.
Nada sé, ahora. Ni del viento,
ni de las persianas, que cierran,
milagrosamente, la madrugada.
Menos, del claustro, ni de las profecías,
ni de mecenas, que han de retirarme
su mirada. Sólo algo, algo sé
del viento azul de mis abuelos, ignorados.
De los dientes caídos al subsuelo.
De la sangre, como manantial, evaporada.
Miedo. El eco, repite la palabra.
Miedo. Las viejas y las locas, con
sus candiles, la subrayan. Miedo, miedo,
miedo. Y el eco, repite la palabra-.
©
- Autor: Ben-. ( Offline)
- Publicado: 19 de diciembre de 2022 a las 03:16
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 28
- Usuarios favoritos de este poema: Alberto Diago, Haz Ámbar, migreriana, alicia perez hernandez
Comentarios1
Cuando sepas......
Que será lo que escribas, querido amigo.
Un fuerte abrazo,
Muy agradecido, estimado amigo y compañero, un fuerte abrazo!!
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