Me despierto del sueño en la sala de espera, no hay nadie, solo asientos vacíos, la luz tenue palpita, el reloj no marca las horas, retrocede al innúmero, el aire palpita de niebla cálida de vaho, un escalofriante velo irrita la iris en un goteo de sudor frio, dos entrada sin puertas dan a dos pasillos largos, eternos de puertas cerradas, el suelo se hunde en rombos negros y blancos balanceándose entre huellas sin pisadas. Mi cuerpo vaga de asiento en asiento buscando ocultarse en la sombra, el silencio atronador del tiempo que no avanza, tiempo retenido por la angustia del brillo del escalpelo; el aire se espesa como la nata montada en un cadáver de cenizas floreciendo el verde por los poros, expulsando el hedor de la hiel de la espera silenciosa. Entre la niebla surgen dos cuerpos de ancianos que lentamente se dirigen a los asientos de la esquina arrastrados como sombras que caen del averno, buscan refugio en la soledad de la espera ilusoria; poco a poco todos los asientos se cubren de fuegos fatuos que iluminan la sala como una balada en el concierto de los Rolling Stones; fugazmente van desapareciendo las velas, los asientos rezuman rocío, las paredes se oblicuan hasta envolverse en la memoria de mi olvido, el velo del vaho se difumina y penetra en el arco del vacío estelar; la navaja está abierta.
- Autor: nachosol ( Offline)
- Publicado: 19 de diciembre de 2022 a las 09:41
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 17
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