Debemos aceptar nuestro destino

Haz Ámbar

Ella, fina y elegante, 

sobre la ola centelleando. 

Tú, tan solo y distante

en un rincón aparte

del mundo... 

Los dos juntos

y en armonía 

de ver a los pájaros volar

libres, 

encontrando un sentido 

a la vida entera 

encantados. 

 

Tal vez me emociono

pero no merece la pena exclamar

así en alto

lo que a uno le quema. 

Mejor para variar

hacer desastres

por ahí por centenas, 

picarse las venas extasiados

dos en una cueva. 

Es la pena

de los ángeles caídos. 

Todos vinimos

aquí para morir. 

Debemos aceptar nuestro destino. 

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