Tanto tiempo patrullando por la estepa
sin rastro ni aderezo de importancia.
Mordiscos de caza menor.
Propiciada subsistencia en el hastío.
Una noche, sin luna ni reflejo, guarecido en permafrost, la pude oír a Ella.
Un aullido bello tal que atraía a su comida en contradicha, convenciendo, de si tener que morir, hacerlo en esa boca.
Al salir de mi guarida el vendaval azotó fuerte.
Por mi agudo hocico, colgaron témpanos que asemejaban afilados colmillos superdotados.
- brozas de mis lágrimas de espejismos y esperanza -
Mis ojos por momentos, se incendiaron con el combustible prestado de una estrella azul, y a toda mirada le dió luz, a cada zancada su sentido.
Presto, aullé en la dirección de la aparente esquizofrenia y obtuve una réplica que un castillo de naipes erigió.
Corrí al galope y un gran charco detuvo mi trasiego.
Alcé mi voz, apenado.
La sepultaron en alegre contestación.
A este regalo, mis ojos resplandecieron al punto de evaporar el mar.
Pata a pata me adentré en el volátil túnel sin atreverme siquiera a los lados mirar.
Ansioso de verte, mi loba, al final,
ansioso de amarte en infinita oda.
De mi buen azar.
- Autor: Golpe de mar ( Offline)
- Publicado: 6 de enero de 2023 a las 19:27
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 34
- Usuarios favoritos de este poema: Haz Ámbar, alicia perez hernandez
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