Yo soy Anne Black

Con la mente fresca, el nombre adecuado para un relato seductor. Con las letras listas para formar palabras dibujadas en la hoja que todavía guardo en el cajón y que no he sacado. Y del vino tinto y el silencio en el momento correcto para permitirme expresarme libremente. Siendo realmente apasionada y poco perfeccionista, sino mas bien, detallista y con la naturalidad que me concierne el escribir. Amante de las líneas mías y ajenas, fans de historias honestas, envueltas en la transparencia del encanto que el escritor deja reflejado a la vista de un público merecedor. 
Esta mañana encontré en mis sueños a Anne Black; hermosa en el ambiente ideal, la vi tal cual alguna vez la imagine; desde una ventana, frente al mar, envuelta en una luz acogedora, el escritorio de algarrobo, la planta a su merced, el vino y la tinta, la pluma y el papel. Un rostro radiante que deja a la vista la dicha de anhelos cumplidos y un ritmo de vida tranquilo. Los hijos correteando por el living de la casa, esa casa de la que estaba enamorada; flores, arboles y plantas por doquier, aves posadas en las ramas, mariposas de colores y los perros saltando de un lado a otro. Un esposo maravilloso, cariñoso y detallista, compañero y atento, padre, marido, amante y amigo. Oh sí, Anne Black lo tenía todo, la felicidad ganada, libros exitosos, la familia perfecta, una brisa hogareña que genera  la sensación de estar a salvo, la admiración de terceros, la envidia de muchos y la alegría de la gente cercana que solo querían verla bien. Anne era afortunada y era consciente de ello, pues cada noche antes de dormir oraba agradecida, besaba a sus niños antes de acostarlos, amaba a su esposo y luego se perdía en su despacho para liberar la claridad que acabaría con la oscuridad de ese lugar, para ser la autora de la felicidad.  
Esta mañana desperté con el camino iluminado y la decisión firme de a dónde quiero ir. Esta mañana entendí mi destino, deje los celos y me dedique a conseguir todo aquello que me prometí. Pues yo soy Anne Black.