Charles, whisky y una fumada

javiercastellano23

Por motivos de desgracia y repentino colapso emocional,
le propuse a Charles adelantar la inminente borrachera del viernes por la noche.
 
Ensimismado por las ardientes heridas del amor, casi que hilarante en los primeros tragos peinando la tragedia, él dió inicio a la tertulia de una colosal noche.
 
Habiendo nacido en el trópico, en sus venas radica el furor del estigma sensitivo del caribe, por defecto, su mayor virtud es entregar él alma; sin importar que la misma, decide bailar colgada de los brazos más toscos.
 
En los primeros vasos de whisky alcancé a disfrutar de un verdadero hijo de puta, la historia de alguien que traicionaron después de largas batallas de agónicas decepciones y fotos de elogiables triunfos, todo esto resumido a chistes intolerantes (socialmente hablando) de esos donde, en lo particular; suelo sumergirme como él rey de los marranos.
 
Ya para el tercer fondo blanco el cantinero era amigo nuestro, y charles en medio del agite y las puntadas (bromas) entre el cantinero y yo, en cuestión de segundos, lejos de mi atención,  tornó la cara de tristeza.
 
El cuarto trago estuvo colgando de súbitos silencios, intenté guiar la conversación a un punto, donde se puede apreciar las cosas más irrelevantes, y por más qué hablé de la dieta de esa gente que comen peces, que a su vez comen otros peces y los nuevos yacimientos de enormes carreteras mayas, sin importar lo que hablara, sólo podía ver su rostro en un constante bucle de pensamientos hoscos.
 
Charles se levantó, fue al baño, tardó considerablemente unos cuantos minutos y volvió con gafas oscuras y la fragancia más suculenta del universo, y dando un golpe a la mesa como tenaz político vociferó...
 
«Hay tanta mierda en el mundo, tanto olor fétido dentro de la piel, como si se pudriera el cerebro y se inflamara el subconsciente.
Hay tanta mierda allá afuera, con su música nueva apretándome las bolas, discrepancia de gustos y géneros, pronombres que parecen seguir reinventándose, nuevas tecnologías y nuevos negocios con leyes ambiguas que no alcanzan a regular siquiera ellos mismos, ya no existen robos de bancos, ahora los delincuentes son los bancos con sus tasas e intereses, las putas exigiendo tarjeta de crédito, el de la droga, el del taxi, el policía, la enfermera...
¡Todo allá afuera está girando y me vuelvo loco!
Resulta que ella era ese árbol, entre todos los árboles, que tenía mejor sombra, y era esa casa, entre todas las casas, dónde la ventana era perfecta y el aire completamente puro y el Sol como pintado por Van Gogh... Ella era lo único que no se veía gris en un mapa daltónico.»
 
Después de ese estruendoso discurso, lo único que pasaba por mi cabeza, es lo magnífico que era Charles borracho y drogado.
  • Autor: javiercastellano23 (Offline Offline)
  • Publicado: 21 de enero de 2023 a las 22:22
  • Categoría: Cuento
  • Lecturas: 25
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