Se nos acaba la vida

Pedro Perez Vargas

Se nos acaba la vida, como se acaba el vino que ha sido bebido sorbo a sorbo, dejando nuestra copa vacía.  Se acaba,  justo en el momento en que también se ha ido la fuerza, dejando nuestro cuerpo sin energía. Es entonces cuando descubrimos que a pesar de tantos años, es poco lo que hemos vivido. Nos da nostalgia el recuerdo y nos ahoga una lágrima. Lágrima que por fin aflora; y que por tanto tiempo mantuvimos reprimida. Se nos acaba la vida como también se acaba la luz al final del día,  dejándonos sumergidos en una inmensa tiniebla. Se nos acaba la vida y entonces morimos solos, como quien ha vivido a escondidas. Llevamos en nuestras manos cicatrices,  para no decir que las llevamos vacías. En nuestra memoria llevamos el vano recuerdo de una voz casi extinguida, que una vez juró amarnos hasta el final de los días. 
Se nos acaba la vida y llevamos conjugado el verbo ser en tiempo pasado. Es cuando nos damos cuenta que dejamos abandonado el afán de cada día,  las cosechas que cosechamos y las conductas aprendidas. 
Se nos acaba la vida, y dejamos atrás la compañía del amigo, el abrazo de un hijo y los besos que hemos dado. Dejamos abandonado todo lo que hemos sido. Nos vamos convencidos de que no nos alcanzó el tiempo para ser felices. Que fue  más lo que sufrimos en este mundo despiadado. 

 

 

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