Cien Veces
Cien veces te amé,
cien veces te besé,
no escuché tu silencio,
cuando tus labios me dijo adiós,
y un rayo cayó en mi redención,
cuando te amé con pasión,
pero, no dijiste adiós,
sino que tu corazón,
me dejó solo y abandonado,
cuando por fin te amé,
supe que el destino era flojo,
como cuerda floja al filo de mi alma,
y corrí como un lagarto Jesucristo,
por las aguas termales,
de un siniestro cálido,
y quise ser fuerte, pero, algo debilitó,
a mi alma,
cuando cien veces te amé,
cien veces te besé,
y no escuché tu silencio,
pero, sí, los latidos de tu corazón,
cuando algo me dijo que te amé…
Por: Srta. Zoraya M. Rodríguez
EMYZAG
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