Ocurre que hay lirios en todas las puertas
y sombras negativas que arañan desde abajo
orinan los latidos que un corazón amansa
y en su carpeta ruidosa la llave persiste amaestrada.
Sucede que hay sombras en los zaguanes de todas las
puertas, y en los calcetines mojados, en las despensas.
Yo voy cantando la sangre, corrida y frenética, que encauza
mis vestigios a través de la ceniza, un cenicero puede ser
a estas alturas, un modelo de ejemplaridad ética.
Yo sangro por las heridas sin costuras, grito a los labios,
e impido las lascivias de los otros; soy terrible cuando me pongo
a orinar sobre las maderas adolescentes y tiernas.
Ocurre que mi cara se debilita, y clamo al cielo por una nueva,
donde colgar mis exilios, donde aplazar mi silencio.
Entre toques de manzanas, abiertas semillas, va mi nombre
cuadrúpedo y asintomático, vestigios de oro calzones dorados.
Estas alamedas ya no lloran lo suficiente.©
- Autor: Ben-. ( Offline)
- Publicado: 7 de febrero de 2023 a las 12:53
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 49
- Usuarios favoritos de este poema: José López Moreno., Miguel Ángel Miguélez, alicia perez hernandez, Antonio Miguel Reyes, WandaAngel, Mauro Enrique Lopez Z., Aliscrist ✨
Comentarios2
como siempre buen amasijo de incoherentes soluciones.
Un abrazo amigo.
Un abrazo y gracias Antonio...
me gustó...tiene fuerza
Gracias Carlos. Un saludo.
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