El amor hoy lo sentí cuando ante un error cometido por mí, mi amiga con cariño de hermana me corrigió y aconsejó, tomó mi mano y me levantó. Ignoró mis defectos y ensalzó mis talentos.
El amor hoy lo sentí cuando al sollozar mis males, mi primo con fraternal cariño de hermano mayor, tendió su mano sin dudar y se enorgulleció de mi lucha y mi camino. Colocó palabras en las estanterías correctas de mi mente, como quien pone orden a las antiguas librerías abandonadas.
El amor hoy lo sentí cuando después de un día cansado y agotante, al llegar a casa olí una deliciosa comida calentarse al calor de la estufa. Calor que da tanta vida a esa cocina antigua pero acogedora.
El amor hoy lo sentí cuando un par de sonrisas viejas y sinceras saludaron mi presencia, alegrados, con ojos de abuelos enternecidos por la miel del tiempo.
El amor hoy lo sentí cuando el cansancio que ni siquiera me dejaba ganas de tomar un baño me abandonó, al saber que mi madre me dejó un jabón que ella misma decidió regalarme pues su olor la dejó tan fascinada que decidió también compartírmelo para disfrutarlo. Dulce olor de piña y mango, tropical experiencia al recorrer su suavidad por mi piel.
El amor hoy lo sentí al beber esa infusión de menta y albahaca, tibia, fresca, verde, apaciguante del ser interior, dejada especialmente para mí en esa taza de vidrio, sorbos de cariño y relajación.
El amor hoy lo sentí cuando la voz dulce de mi amor me habló al oído a través del teléfono con la exacta misma emoción que siempre lo ha hecho desde que nos conocimos, sin dudar en halagar mi voz ronca y cansada. Brindándome el mejor de los regalos, su valiosa atención, su incondicional apoyo. Como oler una flor por primera vez y descubrí su olor, pero poder repetir esa hazaña cientos de veces sin perder la emoción del efecto.
El amor hoy lo sentí cuando a pesar de revolver mi mente con tanto dolor mundano, y nudos de problemas vanales, vi el rostro de Él en ese cuadro y desató por completo mi corazón para poder sentir todo este amor, tan presente y tan complejo, tan cálido, tan completo.
Cómo puedo ser tan ciego a la belleza, cómo puedo ser tan insensible a la dulzura de su cobijo, cómo puedo dudar de mi equilibrio si no camino en la cuerda sino sobre piedra.
Aquél que bajó las cargas de mis hombros, me cobija bajo el frío de la noche, me hace soñar el descanso en los verdes prados.
A aquél que me hizo ver, que me hizo sentir hoy los campos infinitos de amor que me rodean, no puedo más que agradecer y adorar. Pues hoy lo sentí.
- Autor: Abbo ( Offline)
- Publicado: 8 de febrero de 2023 a las 02:05
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 31
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa, alicia perez hernandez
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