Al llegar a su portal
¡dios, qué ganas de abrazarla
contra mi pecho y besarla
sentí y no pude. ¡qué mal,
que no pude detener
las manillas del reloj!
Fue una suerte, a lo mejor,
poderme, al fin, contener.
El destino no lo quiso.
Algunos impedimentos
encontré: el distanciamiento
y algún que otro compromiso.
Se remonta el argumento
a lo vivido en el bar,
tal vez me deje llevar
por la magia del momento,
con la ayuda inestimable
del escenario, el ambiente,
de la música envolvente
y aquel cóctel inefable.
Sus ojillos me miraban
entrecerrados, brillantes
y otra vez, como años antes,
yo sentí que me embrujaban.
Enredado entre sus lazos,
la contemplaba extasiado
y, sin remedio hechizado,
la soñaba entre mis brazos.
Había en el bar más gente
la discreción se imponía,
aunque a ella solo veía,
me era el resto indiferente.
Y cuando, ya de camino
a casa, la acompañaba,
ya de menos yo la echaba,
aunque estaba aún conmigo.
Luego, al llegar al portal,
sentí ganas de abrazarla
contra mi pecho y besarla
y no pude, a mi pesar.
© Xabier Abando, 17/08/2020 🌹
- Autor: Xabier Abando ( Offline)
- Publicado: 9 de febrero de 2023 a las 10:40
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 31
- Usuarios favoritos de este poema: Nina de Marco
Comentarios1
Muchas gracias, amiga. Me quedo con la magia del momento y el poso que en mi dejó.
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