Ante el tronco de una encina,
recién cortado, cómo cabe
ponerse vanidoso, o prepotente?
No. Ingiero los posos tostados
del te que se me ofrece, y basculo
entre ladridos de perros, soportando,
inigualable, el peso de mi cuerpo.
Hasta las últimas estaciones
se me abalanzan los ladridos, el rugido
epífano, de lo que palpita entre
los labios. ©
- Autor: Ben-. ( Offline)
- Publicado: 22 de febrero de 2023 a las 01:30
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 30
- Usuarios favoritos de este poema: Antonio Miguel Reyes, José Luis Galarza, Alberto Diago, Freddy Kalvo, Miguel Ángel Miguélez, alicia perez hernandez, José Domingo
Comentarios1
Así es, ponerse en la corteza de lo que una vez fue vida... Muy buena introspección 👍
Un abrazo.
Me alegra que te fuera de tu agrado, Miguel, gracias y un fuerte abrazo!!
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