El corazón habla otro idioma,
es de otra latitud, de otro país.
El corazón solo sabe pulsar,
bombear sangre para alimento
del cuerpo, solo eso.
Si te diriges a él en otra lengua
te ignora, no te oye.
Pienso, pero quisiera pensar con él,
pero él no quiere, pero él no entiende,
pero él se niega a conocer el idioma
de esa que manda más arriba.
El corazón no hace caso, a menos
que sea a sí mismo, no atiende razones
que no sean las suyas, nada salvo latir,
bombear, y sentir, solo sangre.
Lo que le rodea se la trae al pairo;
La realidad es cosa de la de arriba,
la engreída que todo lo sabe, de todo
entiende, todo controla.
El corazón se niega a conocer esa
verdad de fuera de la que hablan,
no le interesa más que amar.
Sigo pensando que es posible,
que lo tuyo y lo mío es cosmogonía,
es una alineación que como el cometa Halley
pasa cada setenta y cinco años, y una vez
pasa, hay que esperar otros setenta y cinco.
La mente —esa ufana de arriba— sabe
qué calado tiene tu circunstancia, te entiende,
te apoya porque apoyarte es quererte.
La mente está dispuesta a aceptar
pero el corazón no —es un niño rebelde.
Sigue ahí, sigue extendiendo este silencio
el tiempo que estimes oportuno, como si
decides que se prolongue por todos los años
que nos faltan, estoy contigo, a muerte.
Lo siento. No tenía pensado referirme a ti
pero aquí estoy, de vueltas con lo mismo,
con este oleaje incesante que va y vuelve
a mi playa, y que me trae tus mensajes
contenidos en esa botella, esa que me invitaste
la primera vez, esa de cerveza, con la etiqueta
roja y blanca, y no era Cruzcampo.
Te pienso, te estoy pensando con los dedos
sobre ese tapiz letreado que se ubica debajo,
que les sirve de descanso, el tecleo no cesa.
Todo lo mejor para ti, tus proyectos, tu vida.
Sé que hemos tocado el cielo de lo inadmisible,
no puedo jugar me dices, y lo entiendo.
Vuelvo a respirar por la herida al conjuro
de esta ausencia; sigue adelante, no pares,
ten coraje, entrégate. Darás y darías todo
aún renunciando a un amor por otro amor
que quizá se va consumiendo y hay que darle
ventilación asistida; su muerte no conviene,
vendría a trasmano, un seísmo definitivo
en los cimientos de una casa que derruir.
La vida advierte, aviso a navegantes,
todo pasa por algo, los equilibrios son tan débiles...
Hay que mantener lo establecido, el statu quo,
cualquier pieza del dominó que caiga precipita
la caída del resto.
Quizá la valentía esté en atreverse, y lo oportuno
sea sanar el huerto de malas hierbas.
Quizá...
O quizá no. Todo es perspectiva.
- Autor: Albertín (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 23 de febrero de 2023 a las 08:54
- Comentario del autor sobre el poema: De vueltas con lo mismo...
- Categoría: Carta
- Lecturas: 39
- Usuarios favoritos de este poema: Miguel Ángel Miguélez, Alexandra L, Vogelfrei, Lucía Gómez
Comentarios3
Me gusta mucho la forma en que has desarrollado el tema de la eterna lucha entre razón y corazón, pensar y sentir. 🙂
Un abrazo, Alberto.
Me alegro de que te guste Miguel. Creo que la clave está en aprender a pensar con el corazón. Un abrazo hermano,
Un cariñoso saludo Albertin.
Otro para ti Carlos.
Así es, Alberto!!! Bien lo dices en tu interesante trabajo. Da gusto leerte.
"El corazón se niega a conocer esa
verdad de fuera de la que hablan,
no le interesa más que amar."
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