La tarde-.

Ben-.

Ya con poco que decir,

sostenido a duras penas

por esas mismas penas

que en ti, y sin quererlo,

acumulas, y sin pretender,

a tu alrededor, esparces,

déjate llorar y crepitar

entorno al fuego de la tarde;

aquel que, sin ir más lejos,

se cumplía con exactitud

al acaecer sobre tu piel

el reflejo de las duras montañas

que antes amabas y ahora

con tanta razón desprecias.

Qué importa si los demás

te entienden o no? Crea

sin cesar, como en la bíblica torre,

nuevos idiomas, para ti mismo,

cónclaves de fórmulas.

 

 

©

 

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