**~Novela Corta - Laberinto de Amor - Parte I~**

Zoraya M. Rodríguez

La vida de Benjamín fue siempre dura e imperceptible deseando volver a amar. La vida fue exactamente un fracaso para Benjamín, si no había hallado al amor aún. Cuando en el trance de la vida y tan imperfecto como el defecto de la vida que a veces nos regala la suerte, se vio intransigente e indeleblemente mal inconsciente. Si Benjamín ama indecorosamente a Estefanía, y Estefanía también ama a Benjamín. Y en el juego del amor, se vio impacientemente inefable el juego en volver amar. Cuando al bajar el umbral del cerro más alto del pueblo, se vio intransigentemente maligno el deseo de mirar a Estefanía subir con alegría el umbral del cerro más alto. Y Benjamín soslayando la pena en querer amar a Estefanía se miró mal inconsecuente. Porque cuando miró y observó el umbral con penas fue cuando miró al umbral con alegría porque Estefanía pernocta allí mismo. La cera estaba caliente y ardientemente ardida por el sol caluroso del atardecer, pero, en el camino se vio persiguiendo su sueño en amar a ésa mujer llamada Estefanía. Cuando en el delirio delirante en atreverse a desafiar el sueño pertinaz se vio fríamente impasible. Cuando en el trance de la verdad se vio álgido y muy frío en la piel desde que vio a Estefanía bajar por el umbral cerca del cerro más alto. Cuando en el desafío claramente y evidentemente se vio frío y gélido como el mismo hielo cuando Estefanía casi no le correspondió con el amor verdadero. Cuando en el desafío se vio intransigente y mal inconsecuente de atreverse a desafiar al sol y más a la verdad cuando se miró al espejo de la vida y vio a Estefanía como un verdadero amor impasible, pero, su corazón quedó destrozado cuando ella sube al automóvil de un caballero. Benjamín quedó insospechado, pero, mal herido y tan mal como haber perdido el amor verdadero y tan real como el haber sido un títere entre las manos de ésa mujer. Cuando por fin se miró al espejo de la vida, se vio friolero y tan mal parado como el haber sido engañado por Estefanía. Y Estefanía dolorosa y con penas y con dolor intransigente se miró al espejo de la vida también, y lo que vio fue a una mujer sin pudor y sin amor. Porque cuando en el delirio y en el afán de soltar las riendas se vio Benjamín indeleblemente mal parado. Porque cuando en el alma de Estefanía despachó seriedad y más pudor de amores inconclusos, se vio indecorosamente con alegría. Si cuando en el alma de Estefanía se entristeció de espantos nocturnos y de un saber que no volverá jamás a amar a Benjamín fue cuando pudo saber una cosa de que su amor no será jamás igual al amor de Benjamín. Porque cuando en el trance de la verdad se vio fríamente indeleble como toda razón en la locura por amar a Benjamín, pero, trastocó en la fatalidad de una sola pregunta, y fue que el deseo se vio frío como el mismo mal instante en que se fue del alma de Estefanía una sola verdad. Cuando en el comienzo de la verdad se vio frío Benjamín como la pureza de la verdad cuando vio a Estefanía cruzar el umbral del cerro más alto de la ciudad de Lutú. Cuando en el alma de Benjamín se entristeció después de sentir la alegría de ver bajar por el umbral a Estefanía, pero, quedó frío cuando la vio subir a un automóvil con un caballero que desconoce Benjamín. Cuando en el trance del frío ademán de las manos de Benjamín se vio friolero y tan indecentemente en un gélido porvenir sin el amor de Estefanía. Si Benjamín enamorado de Estefanía se halla y más que eso y tan impetuoso bajó el umbral del cerro abajo de Lutú, cuando en el alma de Estefanía se vio intransigente como el delirio sosegado de mirar al cielo como inalcanzable, cuando se acurrucó en los brazos de ése hombre, el cual, se subió al automóvil cuando Benjamín va a hablar con Estefanía. Y el hombre caudaloso, peor, impasible, se tomó una razón perdida, pero, y tan mal inconsecuente, como lo más terrible de la vida, cuando en el tiempo y más que eso en la forma de amarse se vio Estefanía amando a otro hombre, el cual, se perfila como un hombre honesto y sin perder el paso, se vio aterrada y por un sólo llanto, cuando ése hombre la dejó en medio del camino a solas, pero, Benjamín, ahí se halló esperando por una princesa y más que eso por una reina. Benjamín cruzó el umbral cerro abajo donde Estefanía lo había subido, pues, era la ciudad de Lutú y donde mismo todo mundo se conoce. Ese atardecer del sol siniestro quedó completamente extasiado por el calor, y Estefanía también y más por el amor de ése hombre, por el cual, entregó vida, alma y corazón, y queriendo barrer el tiempo en cada suelo de ese ocaso. Si Estefanía quedó abandonada y tan malherida con el juego del amor en pasiones candentes y subrepticias. Cuando el placer se dio como el embate de una buena suerte en el alma llena de la luz candente y de luz opaca en aquella habitación donde se cuece el alma a amar bajo la plenitud de ese sol clandestino sobre las sábanas curtidas por el sol de mayo. Y allí quedó la mujer llamada Estefanía, cuando Benjamín quedó malhumorado de espantos nocturnos cuando cayó el sol y el ocaso se vio intransigente por una noche clandestina de fríos tenues. Y de álgido perecer se vio a Estefanía cruzando la acera pero, con Benjamín a su lado. Y con el corazón helado, pero, congelada el alma, se vio Benjamín destrozando la acera de malos tiempos cuando en el destino y en el camino se vio impasible como la misma tormenta en que se dedicó en ser como la vil y cruel tempestad en el cielo de añil, cuando en el hábil momento se aferró a los brazos de Benjamín como un hombro donde llorar, pero, en el jardín del amor y de su coraza en el corazón, se vio frío, indeleble y en un mal tiempo en que el destino es frío como la misma noche a expensas de la amarga soledad. Y allí se edificó el torrente de amor y de pasiones buenas cuando en el atrio en el hogar de Benjamín, él pudo expresar su amor como el amor más puro y más impoluto de la vida misma. Cuando Benjamín cruzó el umbral del cerro abajo creyó en ser como el desierto, pero, nunca imaginó que ésa mujer llamada Estefanía, quedó sola y en penumbras de soledades bajo el imperio de sus brazos creyendo solamente en el único amor en que ella podía haber amado en verdad. Si Benjamín era el hombre, era el que tenía la fuerza en espelunca de un sólo corazón amando con tan sólo en la concavidad del corazón cabe destacar en que el corazón es tan grande como el imperio sosegado en que un mal tiempo cae y en que las sombras de ese mar perdido yace en el cuerpo de Benjamín queriendo amar a Estefanía. Y Estefanía queriendo amarrar el amor en el corazón de Benjamín si éste le expresó su débil amor, pero, muy indeleble en el mismo corazón. Benjamín abraza a Estefanía por la cintura y con la pasión y con el capricho exótico en querer hacer del amor una pasión clandestina y tan buena en el mismo momento en que Estefanía quería ser la mujer más deseada por Benjamín. La acaricia, la toma por los cabellos, y encrudece de espantos a la noche desierta de un amor candente y a plenitud, la abraza, le habla al oído y le acaricia la espalda queriendo barrer el tiempo en sus deseos cuado al desea amar junto al amor que profesa su corazón. Y Benjamín le había expresado y Estefanía queriendo corresponder a su amor, ella quiso que la amara con total bien. Benjamín esa noche clandestina de soles desérticos cuando llegó la noche fría quiso en ser como el convite con salvar la ira del amor de Estefanía, cuando en el trance de la verdad se vio friolero y tan impasible como los recelos de la vida misma. Si en el buen instante en que se conoce cuerpo y alma, corazón y vida, la relación entre ambos se tornó intrínseca, pero, muy cómoda, y entre la cintura y los brazos de Benjamín se tornó seguro y pasional como el candente amor en que sólo una vez se sabe de amar. Si Benjamín se encrudece de un espanto seguro cuando en el alma quiso ser como el delirio delirante de creer en el alma con una sola verdad mágica. Y quiso ser como el príncipe al querer amar a una princesa y más como toda su reina. Cuando la boca de Benjamín cruza el estandarte más efímero y más pasional de todo, cuando se debe a que el delirio delirante se creció como el mismo torrente de tempestades en la noche fría de un color azul añil en el cielo oscuro y lleno de nubes. Porque cuando en el desierto fantasioso de ver el cielo de magia, Benjamín vio el fin en querer amar a ésa mujer llamada Estefanía. Cuando en el reloj del tiempo, y más del ocaso vivo se aferró Benjamín al desierto frío y en soledad, en querer abrir el tiempo, y en querer olvidar la razón en ese cruel y vil momento en que Benjamín hace el amor con Estefanía. Y en ese atrio de soledad y de ambigüo coraje, se vio salvajemente inocuo, como transparente es el dolor, como consecuencias en amar a la razón perdida de locura. Cuando en el trance de la verdad y haciendo el amor con Estefanía, Benjamín sólo quiso ser como el dolor o como el mismo amor en el corazón zucumbiendo en el trance de la verdad. Cuando en el alma y más en esa noche fría de espantos nocturnos se vio la vida y el amor en cada candente luz y más la del alma, cuando en el calor se da lo más perfecto y más del amor. Cuando ocurre el trance de la verdad se siente como el paisaje y tan pasajero como si hubiera sido real el de estar con el alma a cuestas de la razón y del corazón vivo de vida. Cuando arde el alma de fuego clandestino como la pasión a costa de la pérdida razón. Si en el deseo se convierte de amores inconclusos de temor incierto y que el alma pinta a luz clandestina, como el destino y el camino de risas cuando en el alma se siente como el desafío incierto de creer en el alma llena de la luz de los ojos de Estefanía hacia Benjamín. Y, Benjamín, incierto, impasible, incomprensible, pero, muy pasional como dejar de amar como en el mismo trance o trayecto del amor perdido en la misma comarca de pasiones y de amores y sin poder concluir. Cuando en el altercado frío entre le amor de Benjamín y de Estefanía se vio intrínseco el mal desenlace. Si en el mismo fin Benjamín se vio friolero y tan mal como ese mismo laberinto de amor que recorre con su boca a la piel de Estefanía tatuando con sus besos un camino o un mapa trascendental hacia la cúspide de creer en el fin de la mala suerte. Si en el instinto de Benjamín se aferró a la mala suerte de creer en el mal percance de dar con la misma situación de creer en el desierto frío. Porque cuando en el comienzo de la vida Estefanía no lo entendía muy bien, pero, no quedó muy claro aún. Los besos de Benjamín recorre el desierto y más aún el cuerpo y más aún la piel de Estefanía. Porque cuando en el percance de la verdad se aferró a la felicidad de dar con una sola verdad insistente en poder creer en el final de ese terrible y cruel mapa.                                            




Continuará……………………………………………………………………………………

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 3 de marzo de 2023 a las 00:04
  • Comentario del autor sobre el poema: ~ * ~Sinopsis: ~ * ~Benjamín hace un laberinto de amor en la piel y en el cuerpo de Estefanía, el cual, es alegría para ella sin saber que es un mapa que Benjamín calca en la piel de Estefanía… Mi #1 de novela corta en el año 2023…Mi #119 de novelas cortas hasta el año 2023…
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 8
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