Veintitrés años-.

Ben-.

La luna ya se retiró

dejando su cristal de marfil

sobre las exuberantes tierras

que no participan de mitos ni rituales

pues las manos se han disecado

intentando buscar un abrazo sin brazos.

La locura se apartó sin dejar rastro

de su persecución de ánades lacustres,

cuando el viento sopla fuerte, la lluvia

arremete contra el soliloquio del loco.

Dejó cristales en las avenidas solitarias,

en las mucosidades desvanecidas, en los

hombros singulares, cóncavos, espaciosos,

confortables. Mas se olvidó

de perforar la sierra, el cerro consentido,

los elogios fúnebres, la madera de los cuerpos

oficiales. Sintió un crimen a sus espaldas,

un sillar de receptivos impertinentes, un millar

de cópulas ansiosas, cuando el viento cumplía

veintitrés años! Obtuvo un abrazo disecado.

 

 

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