Pinceladas rojas, Pinceladas grises (historia de un amor incondicional)

A  la pequeña alcoba de mi alma, un día llego una criatura que mi corazón iluminó, no era mi hija, ni tampoco le pedí llegar, pero su sonrisa me hizo sentir su padre.

Con ternura la abracé, con amor la cuidé, y en cada caricia descubrí su inocencia, una pureza que solo los ángeles tienen, y que en ella encontré en su esplendor.

Creció a mi lado, día tras día, y en su mirada vi la felicidad más pura, una chispa de vida que mi ser encendía, y que en cada risa suya se hacía más fuerte.

En el lienzo de mi corazón pinté con pasión, cada instante vivido junto a ella, cada emoción, con pinceladas rojas de amor, y que en mi alma jamás se desvanecerán.

Pero llegó un día gris, un día de dolor, de mi lado se marchó, y mi alma se partió, en el lienzo de mi corazón pinceladas grises aparecieron, gris puro de tristeza, que en mi ser sentía.

Pero, aunque ya a mi lado no estas, el amor persiste, y en mi corazón siempre tendrás un lugar, pues, aunque no seas mi hija, siempre serás mi princesa, a la que amo con todo mi ser.

Mi pequeña flor, mi ángel del cielo, aunque el tiempo pase y la vida nos separe, nada borrará el amor que siento por ti, y en lienzo de mi corazón siempre te encontraré.
Austin Mora Badilla