Si no puedo ver la realidad
con los ojos de la razón,
es probable que la confusión
capture mis sentidos,
la necedad nuble mi conciencia
y el miedo enturbie mi corazón.
Si no puedo mirarme por entero,
descorriendo el velo que cubre
lo que tengo por apariencia,
no podré penetrar en mi esencia
ni proyectar mi existencia
más allá de lo que se me ofrezca.
Si no escucho las voces quietas
que han modelado mi presente,
y no reúno en mi voz sus palabras,
poco será lo que me quede
para compartir con mi gente,
apenas unas frases mal ordenadas.
Si cuando vaya por el camino
que hicieron las huellas pasadas,
me detengo a observar los bordes
sembrados de colorida diversidad,
sabré que, lo que al final busco
es lo que cada paso me dejará.
Si no hay pan por la mañana
y una taza que llenar con el día,
saldré a buscar lo que puedan darme
las horas que me esperan despiertas
y dispuestas para que las lleve a
donde broten, en un distinto amanecer.
Si no hay una lección de vida
para todos por igual, y resignado
por ello, dejo de buscar la mía,
no me valdrá la razón ni el corazón
para encontrar en mis células alegría.
Apenas seguiré siendo yo… sin más.
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