Eclipse en la mirada

José Luis Galarza

Pintura del ilustrador turco Aykut Aydogdu


Es como si escondiera mi rostro.
Reside en nosotros el eclipse.

Algo sucede en la oscuridad.
Estremece el silencio.

Sucede a los caballos de nuestra lucha.
El bombeo del galope es débil,
heredé la lentitud del tiempo y la memoria,
la polvareda que pierde el espesor
de una tierra incógnita.
El vacío reescribe con otros materiales.
El desierto puebla mi boca.
Fui tanto el silencio como la vergüenza.
La dignidad está intacta,
mis ojos no penan porque descreen,
es la desconfianza y la oscuridad
la que deja en su asomo un interrogante.

No es un retiro,
estoy midiendo la distancia
con la fibra invisible de mi tristeza.

Un abismo hay en este intercambio,
hay una intención de desoír
el peso de las palabras que comparto.

La palabra tiene madera y arrastra
letras con el sonido del agua,
silba la ausencia de un ancestro,
cae sobre la oscuridad de un anciano.
Los cercos de las palabras
no terminan en la proximidad,
no atrapamos el vuelo del sentido.

¿A quién le pertenece lo que sostiene el viento?

El azar y la luz ingresan por las grietas,
encandilan con un ardor que resulta
sin lugar a dudas, ahora sí,
un verdadero contacto,
imprescindible en la jornada,
en el sol que reaparece
después de que pudimos situarnos
en algún jardín de la palabra.

Con guiños del cielo viene la luz
a depositarse en mis labios y la muerdo,
le arrebato el instante, me alimento.

En este convite estás vos, quizás sientas,
la miel rebasa la palabra.
Penetra el jardín y no puedo ser indiferente
a la amplitud de un jardín,
a la desnudez del jardín.
Me constituyo así, en la palabra
sobrevuelo el jardín
con un nombre que no detiene el sonido,
al oído zumba el cántico extraviado.
Es un rapto esta revelación de un terreno,
sin límites baña el follaje
y quizás comprendas la perplejidad,
el silencio del rostro
cuando te afecte esta sombra la orientación.
Si estás desorientado ahora,
en el jardín que abrió el susurro,
el bosque en el rostro
del que provino una palabra y aniquiló el silencio.
Quizás también te entregó el sonido
en un amigo, en la confianza,
hermano del espacio y la sombra

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