Un alma solitaria

Anne Black

¿Por qué crees tú que la noche me envuelve con tanta facilidad? Yo opino que ha de ser idea de las estrellas que me observan hasta cuando el cielo esta nublado. Ellas saben que estoy enamorada del brillo que destilan y que me hacen sentir en casa, y es por eso que al oscurecer me veo a salvo. Tranquila, en mi cama, con la música de compañera y la inspiración haciendo lo suyo. 

Deduzco que es un regalo merecido al terminar el día; alcanzar paz mental antes de que toquen las campanas y anuncien la media noche. Un obsequio único, especialmente para mi, perfectamente planeado y familiarizado. 

No me veas con cara de extrañeza, claro está que no compartimos la misma emoción; la diferencia es grande. A ti te agrada la luz de sol, el ruido y salidas en grupo. A mi me puede la luna y sus estrellas, mi solitaria habitación y una cama vieja llena de recuerdos que en su momento han sido grandiosos y que hoy en mi memoria son tristes. Pero esta bien, no me compadezcas, pues así como estoy enamorada de la noche, también lo estoy de mi tristeza, mi dolor tan fiel que aumenta al compás de una melodía pero que limpia mi interior al cerrar los ojos. Quizás te parezca masoquista, y no se, puede que lo sea, pero no es algo que pretendo averiguar o cuestionar, estoy cómoda con lo que tengo y con lo que amo. Pero bueno, mejor dime, ¿por qué crees tú que la noche me envuelve con tanta facilidad? ¿Por qué me apasiona tanto? ¿Por qué mientras hablo, quiero decirte adiós?

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