Cobardía y desesperación.

Dejare que el veneno se riegue. Dejare que el tiempo me mate. No le diré a nadie que tengo a la muerte dentro de mi. Fuí, y aún soy muy cobarde para hacerlo yo mismo, no tengo el valor. Le tengo miedo al dolor, y, aunque confieso mi temor,  tampoco es algo que quiera evitar, por el contrario, quiero encontrar la paz.

Paz, en un sueño eterno. Ya no quiero sentir los cuchillos que yo mismo clave atravesando mi cuerpo. Ya no quiero escuchar las voces en mi cabeza. Ya no quiero pensar en un futuro de dolor. Ya no quiero que mi lengua me haga morir más, de lo que ahora ya estoy. Ya no quiero pensar en las lágrimas que no lloré o que posiblemente, respirando, lloraré.

Dejare que el veneno se riegue, que invada mi cuerpo, que pudra mi mente y mate mi corazón. Quiero destrozarme yo mismo ¿Qué más da? El mundo nunca va a cambiar, ni las personas lo harán. Todo es carente de moralidad y sentido, todo y todos se rigen por lo material, el hombre sigue siendo el lobo del hombre y la traición reina y reinará. Yo no quiero vivir en un mundo así. No quiero ser un esclavo del sistema, no quiero ser un esclavo de mi cuerpo, mi alma pide a gritos: ¡libertad!

Busco con fascinación a la muerte. Busco con fascinación su justicia y su paz. ¡Ah! cuánto anhelo la quietud de la tierra. ¡Ah! cuánto añoro esa libertad. Veneno, muevete pronto por mis venas, limpia mis lágrimas, y llévate mis penas, que ya no haya en este mundo alguna razón por la cual pueda llorar. Estoy cansado, con los ojos hinchados de dolor. Ya no quiero sentir más. Veneno tú eres mi cura, llévate todo, para no volver jamás.