**~Novela Corta - La Guitarra en el Mar - Parte I~**

ZMRS

Tomasa una mujer de veinte años, toca la guitarra frente al mar desértico. El mar sin ser bravío, tranquilo y sin ser impetuoso, se sienta Tomasa frente al mar a tocar con notas graves y agudas sucumbiendo en un delirio delirante de creer en el alma sosegada de un sólo querer en amar a la guitarra. La jovencita llamada Tomasa tiene el cuerpo como la forma de una guitarra, simulando la cintura y las caderas de la jovencita. Tomasa se baña en el mar dejando a su guitarra en la arena como perla de concha y escondida entre la arena ahí va la guitarra dejando el sonido más majestuoso y más indeleble entre los acordes de esa guitarra frente al mar. Y, sí, que es ella, Tomasa, la que frente al mar toca esa guitarra. Y su cuerpo extenuado por las olas inertes e inmóviles, tranquilas, sosegadas y templadas de ese mar caudaloso sólo se vio intransigente y malherida como que la sal del mar cura todas sus heridas. Y, Tomasa la que es toda masa, con ese cuerpo hermoso lleno de curvas como las de una guitarra se ve llena de sueños y buscando un amor como los de nadie, imposible como el sueño fugaz en el alma y en el deseo en converger en el siniestro cálido de todo un sol que alumbra a la playa, arena y mar. La guitarra en el mar cálido, templado, sosegado, como inerte y clandestino. Sólo se vio Tomasa, la que es toda masa en el delirio delirante en dar un chapuzón en ese mar que aún naufraga en el tiempo, como contorneando su cuerpo y con olas adyacentes a su piel. Es Tomasa, la que un día se dio un chapuzón en el mar, dejando inerte al amor, al cuerpo y más a la piel desnuda de un vestido que quedó atrás con el traje de baño. Es Tomasa la que es toda masa, con un cuerpo de guitarra en el mar perdido, tranquilo, sosegado, templado y en paz. Y es Tomasa la que se baña en el tiempo y más entre las olas adyacentes en dar una acometida insistencia dejando caer en el mar a un cuerpo como el de la guitarra entonando una canción. Cuando en el delirio delirante de creer en su cuerpo hermoso como el de la guitarra y como las guerras en entonar una sola canción en poder creer en el sonido majestuoso de sus cuerdas por la paz. Iván sólo es un joven de su misma edad, el cual, también toca la guitarra frente al mar, sí, y se conocen entre ambos jóvenes y realizan un delirio delirante juntos como una hermosa canción. Cuando ocurre el desenfreno intacto, inerte e inmóvil de ese mar caudaloso y se encierra el acometido en bruces caídas de un amor como  ninguno de creer en el alma en soledad amando como nunca Tomasa a Iván. Si dentro de ese mar templado, sin ser bravío se tornó exasperante en creer que el cuerpo de Tomasa, la que es toda masa, con esas curvas de guitarra contorneando siempre ese cuerpo con las olas del mar y amando secretamente a Iván y recíprocamente Iván a Tomasa. Humildemente Tomasa, va en busca de ese mar tranquilo, sosegado y en paz y en calma camina por la acera y después por la arena por donde se pasean las perlas con conchas, y Tomasa desnudando casi a su cuerpo con un diminuto traje de baño para que las olas atrapen a su hermoso cuerpo. Cuando en el afán de creer en su alma, creó una fuerza en espelunca cuando en la concavidad del coraje en el corazón se vio mortífero cuando en el alma se vio la luz que apenas sospechó en creer que esa lucecita en sus ojos brilla por Iván. Tomasa se vio en ese mar sosegada, impetuosa, con sales de un mar que cura las heridas, y más que eso virtuosa. Porque cuando en el albergue de su propio corazón se vio intransigente, apacible, impasible y apaciguada llena de un espanto seguro, cuando en el tiempo y más que eso se vio mortífera e indeleble como un transeúnte pernoctar desde la acera hacia la arena de la playa donde se hallan las perlas de nácar, aún, en conchas. La vida de Tomasa la que es toda masa, quedó mortífera de un espanto seguro cuando en el ocaso se sintió tan enamorada como una adolescente de apenas quince años. Porque cuando en el embate de dar vida y amor quedó Tomasa en su pensamiento y más en su corazón cuando amaba a Iván. Si Tomasa se vio en tres y dos, entre el corazón, la mente y más que eso con su propio destino y con su propio camino. Cuando en el instinto se dio mortífero y letal como daga en el mismo pecho. Y, sí, que era Tomasa, la guitarra en el mar sosegado, templado, e inerte e inmóvil, cuando no era bravío ni intranquilo sino con una paz clandestina. Y recitando un poema se vio intransigente, indeleble, fría y acometida con el calor entre el frío del mar perdido en que Tomasa se baña. Y, después de recitar ese poema entonó la canción junto a la guitarra del mar abierto, incierto y más como toda sirena del mar entonó la canción, sí, junto a la guitarra. Y Tomasa muy excitada, muy impaciente, muy segura y decidida entonó la canción y en ese mismo instante llega Iván y la acompañó y sentados allí en la misma arena tibia, pero, muy cálida se ve un concierto de dos jóvenes en que sólo quieren superar sus emociones y sus expectativas en la vida. Tomasa, la que es toda masa, se convierte en la guitarra en el mar, cuando se echa al mar junto a Iván. El mar templado, sosegado, impetuoso, como si vaticina una tormenta o un desastre, pero, no, todo en calma como la paz que lleva Tomasa en su andar, en su nadar y hasta en su corazón. Tomasa, la que es toda masa, con ese cuerpo tan hermoso como simulando las curvas de la guitarra y con las olas del mar contoneando a su cuerpo y marcando el trayecto de esas curvas en el cuerpo de Tomasa. Si Tomasa, se vio intransigente como el viento o el aire sosegado que pasa de prisa por delante de ese mar o encima de ese mar templado, sosegado y en paz, atrayendo el olor a mar, a la sal del mar y hasta a las perlas de nácar en conchas abiertas hacia la arena. Cuando en el delirio sosegado e impetuoso se llenó de iras adyacentes cuando en el tiempo calmó con la paz de ese mar. Y, juntos, otra vez, Iván y Tomasa, cantando y entonando melodiosamente una canción con la guitarra del mar, sí, con Tomasa. El cuerpo de Tomasa, simular y emular a las curvas de una guitarra si es como el silencio o como el mismo embate de dar una sola solución. Y creyendo en el trance perfecto se dedicó a ser la guitarra en el mar flotando o nadando, chapoteando o caminando bajo la arena, y el mar de un color verdoso claro, con algas por doquier y caracoles y conchas en la arena. Es un bello paisaje lo que demuestra la playa cuando encrudece el alma en navegar por esas aguas templadas cuando en su afán de dar con una salida no había allí, si el mar te atrapa en cuestión de un segundo. Cuando en el alma de Tomasa, se vio claramente y evidentemente en revocar y volcar y volver a sucumbir echando un chapuzón en esa belleza de mar. Iván no se da cuenta del amor de Tomasa, cuando en el embate de dar una verdad se identificó en el trance perfecto de ver al cielo con el sol siniestro en cada lado. Tomasa era como el siniestro cálido tomando un atajo por la acera hasta llegar a la playa a dar ese chapuzón en ese mar sosegado y templado y creyendo que era una sirena nadando en ese mar. La jovencita llamada Tomasa, se da ese baño cuando sale de ese mar cálido con su contorneado cuerpo con las olas adyacentes adheridas a su piel. Cuando arde el deseo de ver al cielo con el sol sin consecuencias mirando y observando el atardecer en la playa, y Tomasa entonando melodiosamente la canción en guitarra y junto a Iván. Iván lerdo y tonto amando ciegamente a Tomasa y calladamente se entrega en cuerpo y alma por el amor a Tomasa. Tomasa siempre contorneando a su cuerpo como las olas del mar atrapando a los ojos y el amor en el corazón de Iván y en un suspiro comienza la batalla sin muralla de un amor como ninguno otro. El amor florece como flor de mayo, como perla de color nácar en la concha, como la arena que junto al mar se unen y hacen de la vida curar las malas heridas con la sal del mar. Tomasa entra al mar y el mar se adhiere a su cuerpo penitente, sosegado, templado, cálido como los rayos del sol que penetran y enamoran deseando abrir surcos en el jardín de primavera en mayo. La vida de Tomasa, la que es toda masa, con ese cuerpo como la guitarra contorneado con las curvas y su corazón como las cuerdas de la guitarra esperando a amar como ama la guitarra a sus canciones. Y, Tomasa, la que es toda masa, en medio del mar sólo hace brillar al sol con su bella piel de porcelana sucumbiendo en un solo deseo en embriagar a las venas de Iván con amor, pero, una tempestad se avecina, corre en ser como el rumor de la gente cuando Tomasa es ente de habladurías en esa acera, playa y, mar donde ella pernocta desde muy jovencita. Cuando, realmente, Tomasa, la que es toda masa, su vida es y será como el mismo tormento, como el mismo mar abierto, incierto, pero, sin ser bravío, templado y, sosegado y sin ser impetuoso se adentra a ese mar perdido como cualquier nadador. El mar se viste de claro verde y con algas por doquier dejando saber que es su mundo y el de Tomasa. La presencia de Tomasa es como el mismo mar abierto dejando entrever que la razón es como el tiempo sin perder. La vida de Tomasa pertenece al mar, su vida, su esencia y, su presencia como poder imaginar lo que asemeja la almeja, una concha con la perla de color nácar y, así es Tomasa para ese mar y para la vida de Iván. La vida de Tomasa quedó petrificada, tolerante, impaciente y eficaz por adentrar su cuerpo hacia ese mar que la espera con los brazos abiertos. Y, Tomasa en la orilla de ese mar entona la canción con la guitarra con notas graves y agudas dejando inerte a la razón en contra de la voluntad cuando entonó la canción junto a Iván en la orilla de ese mar. Tomasa y su presencia se debate entre la penuria, la carencia e insolvencia en querer atrapar a ese rico mar para poder sobrevivir. La vida de Tomasa siempre fue cruzar la acera para llegar a la playa donde se entrega en cuerpo y alma a la virtud de ese mar que la atrapa como perla de color nácar dentro de su concha. Y, es Tomasa, la que es toda masa, y su cuerpo simula una guitarra y las olas del mar se atreven a adherir como imán al cuerpo de Tomasa. La esencia de Tomasa va en busca de un tiempo como el sol brillando a toda costa y sintiendo el deseo de ver al cielo como sentir el palpitar de un buen corazón. Y, amando lo que nunca se entristece de un espanto cuando Iván presiente que Tomasa no lo ama. Iván interceptando al corazón de Tomasa se aferra al deseo inerte de un instante que se pierde o se gana. Tomasa por delante de su propia alma se ve aferrada a un sólo espanto nocturno cuando logra arribar a su hogar deseando abrir el alma de par en par. Y por la noche se viste de deseos inocuos, cuando en el altercado frío se siente y se percibe como el deseo trascendental. Cuando en el mismo altercado frío se siente como la misma noche derribando el cometa de luz embriagando la misma mísera conmísera mala atracción de entrever el siniestro cálido de amarrar la luz en el alma. Y era ella Tomasa, la que es toda masa, la del cuerpo de guitarra, la que conlleva una terrible atracción y tan fría como el desastre de creer en el alma destrozando una manera y tan cruel de desvestir el aire en su propia piel. En la noche quedó sola y en eterna soledad quedó Tomasa, la que es toda masa, cuando su cuerpo descansa sobre el lecho dormida y en una pobre habitación, la cual, muestra su capaz cuerpo por amar bajo las sombras desiertas de esa playa desnuda y con su cuerpo de guitarra. El cuerpo de guitarra de Tomasa, quedó muerto de espanto y de cansancio dentro de ese mar desértico mostrando que sus aguas templadas y sosegadas comienzan a deliberar que penetra en la noche impetuosa de un espanto seguro, pero, incierto. Tomasa, sabe de una sola cosa, y es que el mar impetuoso, sosegado y muy templado, se halla su cuerpo en medio del mar desértico cuando en el alma se estira de un buen entendimiento y de un buen detenimiento en detrimento cuando su alma se asusta de una luz como la del mismo sol sobre su piel desnuda como un cuerpo desnudo como la silueta de una guitarra. Cuando el alma se destierra y en ese mar templado y sosegado se entristece de tanto y por tanto. Y se muestra que el silencio se debate entre la espera y lo inesperado en poder creer en la melodía de esa guitarra clandestina que les dice a ambos tanto a Tomasa como a Iván, si se dedica en ser como el mismo reflejo en que Tomasa se mira en el espejo de ese mar. La vida de Tomasa se aferró al concierto de esa melodía en esa guitarra y se aterró a la realidad de creer en tocar a las cuerdas de esa guitarra. La vida de Tomasa se ve y se siente clandestina, irreal, pero, inocuamente desértica cuando en el afán de creer que su insistencia era y es palpar las cuerdas de esa guitarra melodiosamente. La esencia de Tomasa se ve triste, desconsolada y herida sucumbiendo en un trance casi perfecto cuando en el delirio delirante va en busca de su guitarra caminando por la acera hasta llegar a la playa donde puede libremente cerca de la arena como las perlas en la concha tocar a su guitarra. Tomasa se aterra en saber que el destino es como un silencio total en que se siente a las olas del mar contornear la silueta del cuerpo en forma de guitarra de Tomasa. Ese mar es libre como el tormento, la tempestad, el sol o la lluvia desatando que el ocaso llegue como una sequía atraviese al momento.



Continuará……………………………………………………………………………….  


Toda Novela Corta Escrita Por Srta. Zoraya M. Rodríguez 

Seudónimo: EMYZAG

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 22 de abril de 2023 a las 01:14
  • Comentario del autor sobre el poema: ~ * ~Sinopsis: ~ * ~Una mujer llamada Tomasa con su cuerpo en forma de guitarra, toca la guitarra frente al mar, desnudando su esencia, su presencia, y su forma de sentir frente al mar sosegado, templado y tranquilo…Mi #9 de novelas cortas en el año 2023…Mi #127 de novelas cortas hasta el año 2023…
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 3
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