Un mono se encontraba gritando, saltando y haciendo piruetas en las ramas de un enorme roble cuando pasó por allí un jabalí y se detuvo al pie del roble ante el asombro que le causaba el alboroto del primate.
Entre salto y salto, el mono miró hacia abajo, vio al jabalí observándole atentamente y debido la espectación despertada, comenzó a hacer piruetas cada vez más arriesgadas, acentuando así el interés del jabalí, que empezó a gruñir y a dar golpes en el suelo con las pezuñas, en una clara muestra de estar disfrutando del espectáculo.
El escándalo de ambos atrajo la atención de más jabalís, que no dudaban en acercarse al tronco del roble y demostrar su entusiasmo uniendo sus gruñidos y golpes en la tierra para animar al mono a seguir adelante con su actuación.
Espoleado por la ovación, el mono realizaba piruetas cada vez más arriesgadas, pero al realizar un triple salto mortal, no calculó bien la distancia entre ramas y se precipitó desde una altura considerable hasta el suelo, partiendo varias ramas en la caída. Quedó dolorido en el suelo y le pidió auxilio a los jabalís. Viendo que estos no le hacían ningún caso, y se pusieron a rebuscar por la tierra, ignorándolo por completo, el mono les aseguró que si no le ayudaban a recobrarse pronto del fuerte golpe, no podría volver a deleitarles con su espectáculo de saltos y piruetas. Entonces, uno de los jabalís se le acercó y le dijo que como consecuencia de sus piruetas, las ramas del roble se agitaban, provocando así que las bellotas cayesen al suelo, lo cual les garantizaba un festín, pero una vez que el roble ya se había quedado sin bellotas, el espectáculo de saltos y piruetas en sí había perdido todo el interés para ellos. Se comieron las bellotas y se fueron por donde habían llegado, dejando al pobre mono dolorido en el suelo
- Autor: Joseponce1978 (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 26 de abril de 2023 a las 07:31
- Comentario del autor sobre el poema: La moraleja de esta fábula pienso que es bastante evidente.
- Categoría: Surrealista
- Lecturas: 8
- Usuarios favoritos de este poema: Ma. Gloria Carreón Zapata., Romey
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