**~Novela Corta - La Carta Que Nunca Escribió - Parte I~**

ZMRS

Pedro ama desesperadamente a Violeta. Pedro recorre de punta a punta el zaguán por donde se pasea Violeta, para poder ver a Violeta pasar con sus vestidos de estampados de colores como a Pedro le fascina. Pedro es un hombre solitario, ingenuo, y de corazón muy bueno. Pedro, es el hombre que quiere amar a Violeta, pero, se enreda su corazón en amar sin amor. El alma de Pedro está llena de luz condescendiente y de tenue luz como si estuviera en un bar bohémico cantando y entonando un bolero en ese bar. Pedro, va en busca de amor, pero, el amor de Violeta no le corresponde por un impedimento que posee Violeta. Y, Violeta, sin dar señales de vida y de amor por Pedro, se aferra a un desconcierto efímero y trascendental, cuando en el alma señala amor y pasión y calor en vehemencia, pero, no se aterra a desafiar Violeta la misma costura y el vaivén de Pedro en su propio camino. Y se siente como el desafío y el frío dentro del corazón, cuando en el alma se aferra como de costumbre destrozando la vida y el amor en el corazón. Y sintiendo el deseo en amar se aferra al ocaso dentro del paraíso de pasear por el zaguán en el imperio de encontrar a Violeta en su camino y unir su destino en un sólo corazón. El sol a cuestas de la razón se desviste de tiempo y de un mal presagio cuando en el combate de dar una verdad efímera se entrelaza la vida y el amor en el corazón amando como nunca jamás. Pedro, se siente como un niño enamorado o como la abeja enamorada que enloquece del néctar de una flor. Es el imperio sosegado de tiempo y de calor y de frío y de temor incierto cuando el amor no le es correspondido como el amor verdadero pasional y con vehemencia innata. Es Pedro, aquél muchacho joven que el tiempo no caduca a su paso y que el destino se aferra el sueño en querer amar a ésa mujer llamada Violeta. Y Violeta sin señal de un amor en el corazón, no sabe, no siente y no percibe el amor en el corazón dentro de la manera de amar de Pedro para con Violeta. Cuando en el suburbio del corazón se siente como el enredar el alma y la luz, el amor y el corazón y de entregar la pasión en un sólo destino frío. Cuando en el alma llena de luz consecuente y de tenue y opaca luz como en ese bar bohémico que encierra el deseo y la lluvia, sí, dentro del corazón cuando el corazón llora y no de emoción sino con una sola lágrima como llora el bolero que se entona en ese bar nocturno. Y Pedro encerrando en su corazón el verdadero amor, y sin poder expresar su cometido de poder decir el amor que siente por la mujer que Pedro ama. Y Violeta, sola, solitaria y enfrascando a la vida con el temor de proseguir un destino frío se siente como el pasaje de ida y sin regresos. Porque cuando en el embate de dar una sola solución se siente como el desenfreno frío y tan fácil como difícil es el alma de Pedro con el amor verdadero. Cuando en el alma se siente como el deseo y como el funesto amor y tan aciago como la pasión que se desviste de tiempo y de carencias y de penurias adyacentes de creer que nunca será correspondido su amor o su pasión. Pedro se siente como el desenlace fatal de un tiempo frío cuando su corazón está en friolero de un mal tiempo. Cuando en el trance de la verdad se aferra Pedro al desconcierto frío de entretejer la razón y el corazón en el tiempo amando como nunca a ésa mujer de nombre Violeta. Y Violeta sin dar señal de existencia y de convivir con el amor aunque fuera de fantasía y no de la realidad en que no caduca el tiempo ni el amor en el corazón. Cuando en el desenfreno frío se percibe como el amor a cuestas de la pérdida razón cuando el amor expira como el frío cuando llega el calor al corazón. Y Pedro frío y tan friolero se siente como se percibe el instante de creer en el alma como un funesto mal instante en que la mala situación del impedimento de Violeta le impide amar a Pedro a Violeta. Y sin saber ni sospechar de que la vida no tiene impedimentos ni furias ni pasiones imborrables cuando el amor es abstracto como el viento te roza en la piel y deja un fuerte sentido. Cuando en el alma se siente como una verdad fría y como una certeza de esas en que la vida escribe su malicia y su verdad, pero, Pedro no, era ingenuo, indefenso, e inocente, como el néctar que ofrece una flor a la abeja enamorando y enloqueciendo de amor al sol. Cuando en el alma de Pedro se aferró al desconcierto si se creó en la partida del amor a cuestas de la razón perdida una sola verdad, pero, efímera, o sea, a corto plazo y no a largo plazo. Y el amor de Pedro, insistente, y tan persistente como el ave vuela lejos del nido cuando emigran las crías al cielo. Y, sí, que el amor de Pedro era real como el verdadero amor y como la misma mala suerte de creer en el amor sin dar señal de amor ni ser correspondido. Cuando Pedro, llora con una sola lágrima de esas que dan grima y frío y por un escalofrío en la piel, se siente y se percibe como el ademán frío de creer en el embate que forzó la manera de amar a Pedro por el amor de Violeta. Y, Pedro, se dedicó a ser como la misma verdad, como la pureza del alma y como el bienestar del bien forzado en querer amar a Violeta. Si Pedro es el amor, la fuerza y la pasión en vehemencia carnal y espiritual también. Cuando en el trance de la verdad se aterra al desconcierto frío y al desastre de entrever a la razón de ver el fuego en la mirada de Pedro por el amor de Violeta. Cuando en el delirio se aterra al frío veraniego del equinoccio que ocurre en el momento de Pedro expresar su total amor a Violeta. Y, Violeta, fría y sin casi ni sospechar del delirio frío en querer amarrar el deseo de amar a Pedro, con el mismo amor que Pedro ama a Violeta. Y, Violeta, cree en la forma de amar con un impedimento que le impide amar verdaderamente a Pedro, pues, la jovencita de cabellos castaños y de ojos de miel, es muda y sólo lee escritos en papel para poder comunicarse correctamente. Y, Pedro, en su afán en querer amar a ésa mujer, quedó indeleblemente herido y mal inconsecuente de amar lo que más quería a Violeta. Si Pedro cree que su amor no le corresponde debidamente a su amor, porque en realidad que Violeta no sabe que Pedro la ama. Violeta, una muchacha muda y muy jovial, y tan jovencita con sus cabellos de color castaños y de ojos de color como la miel va en busca de una alternativa a su impedimento, pero, no halla la salida a su defecto corporal. Cuando en su afán de creer en el amor a toda costa, Pedro quiere todo con Violeta, o sea, el amor con la pasión en vehemencia carnal y deseos fructíferos en amar en calma y sin desenfrenos. Y quedó Pedro como el mismo rencor sin salir hacia el exterior, si Pedro es ingenuo, indefenso e inocente, y su carácter es como las suaves nubes de algodón en el mismo cielo por donde va el ave a volar lejos. Y se desespera Pedro, con los recelos de la vida, cuando en el triunfo de la verdad se vio atormentado, impetuoso y muy indeciso cuando el amor llega llega la pasión y con el amor la vehemencia carnal. Lo que quiere Pedro es que el destino sea fuerte como lo impetuoso del momento cuando caduca la manera de amar y de corregir el error en dolores por la carta que nunca escribió, Pedro. La fuerza de creer en el alma sosegada de impetuoso rencor, se vio mortífero y muy letal, como la daga fuerte cayó en su pecho desnudando la fuerza y en el delirio sosegado de un dolor muy perenne por no obtener el amor de Violeta. Y Violeta quedó abatida y muy herida como la misma vida que a veces nos regala la existencia por haber vivido. Pedro, en el trance de lo perfecto se derrite como el hielo por el amor de Violeta. Pedro, se debate entre la espada y la pared, porque a la verdad de que sí, Violeta tiene un impedimento y él no lo sabe aún. Pedro, es nuevo en el barrio, llegó sorpresivamente cuando su madre abandonó el hogar hace mucho tiempo, y él quedó en la calle y buscando una salida sólo halló la conmísera vida un apartamento cerca del mar. Y, sí, que allí se instaló, y vio lo que queda detrás de su hogar un sólo y solitario zaguán y en soledad, casi nadie traspasa el camino, más que por el día, Violeta, para asistir a sus clases de leer, porque Violeta es muda y decidió aprender a leer la escritura para poder comunicarse mejor y es excelente leyendo. Y Violeta esa mañana, fue sólo esa mañana, cuando ocurrió el deseo y la vehemencia pasional por el amor de ésa mujer llamada Violeta y por querer conocer. Pedro en su afán y en su delirio sosegado de interpretar su camino y su destino fue compasivo y en su afán de querer amarrar el deseo en cada palabra que Pedro desea expresar, sólo irrumpió en el deseo y en la palabra extraña y de querer amar la verdad en cada recelo de la vida y del tormento de envenenar a su alma con la luz de los ojos de color de miel de Violeta. Cuando en el trance de la verdad se edificó el combate y el mal comienzo de cortejar a Violeta como su gran amor verdadero. Pedro, se enfrasca en una batalla entre el corazón y la razón, y del tiempo también. Pedro dice que no tiene tiempo para cortejar a la señorita, que desea un amor rápido y veloz como lo amores futurísticos, contemporáneos, pero, para ese tiempo, por el cual, Pedro y Violeta  vive se torna más seguro el de cortejar a la dama hasta poder casar, pero, Pedro, ingenuo, indefenso e inocente, dice que no hay tiempo para llamar la atención de la señorita. Cuando en realidad sólo quiere y anhela la paz de Violeta, la esencia y la presencia siempre está vestida en vestidos de colores estampados. Y, así, se pasa Pedro, sólo pensando en cómo enamorar a ésa señorita de nombre Violeta, y se enamoró de ella, sólo mirándola pasar por el zaguán, sí, por el camino de detrás de su apartamento y Pedro en bicicleta recorre de punta a punta todas las mañanas el zaguán para poder ver a su amor llamada Violeta. Pedro, en su afán de creer en el amor quiso amar vehemente a Violeta, pero, algo siempre se antepone ante tan importante decisión de Pedro. Mientras que Violeta aprende sin Pedro saber de las letras, palabras y de escritos por leer. Y Pedro recorre de punta a punta el zaguán por donde cruza Violeta todas las mañanas y tardes, hasta que Pedro decide presentarse ante tanta belleza, que como Pedro dice que es una belleza original e innata es como una princesa sacada de un cuento infinito. Si Pedro decide enfrentar su amor y más que eso todo su dolor se no decir su verdad, por miedo de un rechazo por parte de Violeta. Pedro quiso ser el hombre fuerte, tenaz y decidido, pero, solamente era ingenuo, indefenso e inocente. Y, ve a Violeta cruza el zaguán, otra vez, y va tras de Violeta, pero, algo lo detiene y es que ella cruza la senda sin saber ni sospechar de que su amor la espera en el otro lado de la senda que había ya cruzado. Violeta prosigue su destino y su camino sin poder imaginar de que el imperio de su naturaleza y de su impedimento físico de ser una muda y que una muda no puede amar como toda una mujer enamorada de la vida y de un hombre que quizás la quiera con su impedimento. Cuando en el trance de la verdad y de un imperfecto momento se dedicó a ser como el mismo juego del amor, jugando siempre y sin presentarse ni poder expresar su amor quedó Pedro con el amor de Violeta. Si Violeta fue y es su gran e inmenso amor, como que fue su destino y su fuerza, y su insistencia por amar fuertemente a su sexo débil, dejando y marcando la fuerza en espelunca como que en la seriedad de su propio corazón quiso ser fuerte, pero, su corazón forzó la verdad de que no podía amar a ésa mujer, y todo por que Pedro aún no se atreve a expresar su amor y su verdad de que si está muy enamorado Violeta. Y Pedro decide en fraguar su amor y más que eso su verdad, cómo lo dice siendo un hombre de alto calibre destrozando su corazón y su amor en un debate entre el corazón de Pedro y la ilusión de Violeta, porque alguien la ama. Y Pedro se enfrasca entre su corazón y sus deseos de ver al cielo de colores, pero, no, era sólo de azul celeste y con un sol desmoronando sus ojos de ilusión por el amor de Violeta. Y Pedro se fue de la vida y del mundo, buscando siempre la oportunidad en poder expresar su amor y más que eso la vida con Violeta. Cuando en el afán de creer en el amor a toda costa, Pedro, sólo supo una cosa y fue que el amor como llega y viene y se va, pero, su amor, no, no era así sino que quiere todo con Violeta y en contra del reloj decide expresar su eterna verdad de que ama a Violeta. Y es otro día más, otro paseo por el zaguán por donde se pasea en ir y venir Violeta y Pedro tratando de hablar con Violeta, pero, se interpone la aya entre Pedro y Violeta, otra vez. Y Pedro tratando de hablar con Violeta, que ni Pedro sabe el nombre de la jovencita. Pedro, era y es un hombre ingenuo, indefenso e inocente, y quiere con Violeta todo lo que un hombre desea. Cuando en el zaguán por donde se pasea Violeta se siente y se percibe como el trance más perfecto de creer en el amor puro y real y más que consecuente que el mismo dolor en el mismo corazón. Y Violeta, fue y será como el mismo cielo para Pedro, inalcanzable, pero, no irreal, sino que es cuestión de una suerte en que el suburbio automatizado de una espera se espera a que el deseo se convierte en un delirio de un transeúnte como lo es Violeta por ese zaguán. Y caminó lejos de allí, y más quiso Violeta descansar en el lago que existe cerca de la institución donde Violeta estudia la lectura y las letras y las palabras para poder entender y comunicarse mejor y todo porque Violeta es muda. Cuando en el delirio delirante de creer en el mayor ocaso de esa tarde de verano, se vio Violeta intransigente, pero, muy inocua, indeleblemente adherida al mismo cielo como nubes de algodón, pero, Pedro la sigue y la persigue, porque en realidad desea conocer a Violeta y el tiempo no caduca ni expira como el comienzo en querer amar por parte de Pedro. Y sintiendo el reflejo del espejo en el mismo lago de su propio rostro se vio Violeta y Pedro detrás de Violeta el reflejo de sus propios rostros en el lago. Cuando en el delirio delirante la aya no se percató de tal semejante cerca de la jovencita. Y Violeta sonríe en el lago y Pedro le devuelve la sonrisa. Violeta es feliz por cuanto y sin temor a ser devorada por los ojos de Pedro. Y Pedro detrás de Violeta, sonriendo la misma forma que Violeta, y sintiendo el desafío de ver el mismo cielo y sintiendo el amor en el mismo corazón, destrozando latidos fuertes para poder amar en un sólo silencio en que sólo el lago es confidente, leal y tan real como las sonrisas de ambos. Y sintiendo el frío desenlace de entrever el coraje en el alma y en la luz de un sólo desafío frío, se percibe el silencio en el corazón de Violeta y de Pedro. La sonrisa lo dice todo, y la mirada va más allá de la realidad, de la lealtad y de la sabiduría innata de creer en el amor a toda costa entre ambos jóvenes. Cuando llegó a la verdad se sintió como lo suave del destino y lo más convergente de un sólo lazo que los unió y para siempre. Y sintiendo el fresco viento que sopló en ese mismo instante se dedicó a ser como el roce entre ambos y la caricia en subrepticio cuando con la mirada se edificó todo el amor. Y Violeta y Pedro continúan sonriendo con el reflejo en el lago, sí, con su rostro en el lago como reflejo. Y Violeta quedó petrificada en su forma de sonreír y haber tenido una sonrisa compatible con ella. Y quedó por siempre en un sólo altercado frío destrozando la frialdad y queriendo el calor de Pedro a su deriva y más que eso a su lado. Y la aya no se da cuenta del individuo cerca de Violeta, pero, Violeta muy contenta y muy feliz por el acometido. Pedro se presenta siendo un joven ingenuo, indefenso e inocente, y llega la aya y jala por un brazo a Violeta y ella entra en el automóvil y sin mediar palabra alguna, porque en realidad Violeta es muda. Si Violeta se aferró al deseo, a la vida, a la sonrisa y al amor. Y Violeta quiso ser como el alma con la luz de su propio mirar, pero, socavó muy dentro de sí, el impedimento de que Violeta es muda. Mientras tanto, Violeta pensó e imaginó en ser como las princesas de los cuentos de hadas con un final muy feliz. Y Violeta, quiso ser como el ademán frío entre sus propias manos, pero, al fin y al cabo, quiso ser como el calor derritiendo ese mal frío que sólo la llevó lejos de allí. Cuando en el frío quiso ser como la alborada pintando de sol en todo alrededor, cuando quiso ser como el desierto mágico o como el transeúnte que pernocta lejos buscando la salida hacia la transcendencias autónomas de creer que la felicidad se obtiene de un lado a otro. Y se edificó el mal y la conmísera mala atracción de creer en el frío que le dejó el lago en su rostro por sonreír tan bella y tan hermosa como la flor y sin poder marchitar. Y se electrizó la forma de atraer el venidero instante de ver el cielo de mágico color cuando en el ademán frío se atreve a desafiar la vida y la poca insistencia de atraer el amor en cada recelos de la vida. Y se miró al espejo en su habitación y se dijo para sí, -¨soy bella¨-, pero, no hizo más nada que zucumbir en un delirio delirante de creer en el embate de dar una sonrisa por amor y frente a ese espejo se miró y sonrió, otra vez, como si estuviera en ese lago y con ése joven que la miró apasionadamente y con una mirada candente de delirio sosegado. Y, se dijo una vez más, que -¨soy bella¨-, y Violeta se miró nuevamente al espejo como queriendo ver su rostro y su sonrisa en ese lago hermoso, pero, sólo vio detrás de ella al aya. Y no quiso más pensar, en ese galán del lago, cuando en el triunfo de ése amor sólo cayó una sonrisa como si estuviera frente a ese lago hermoso. Porque cuando en el trance de la verdad se vio intransigente, inocua, débil, pero, con un amor muy fuerte en el alma. Si dentro del propio instinto de Violeta corre en ser como el deseo efímero, pues, en el embate de dar una sola vida, se siente así Violeta, como una mujer amada y más que eso, como una verdad incolora e impoluta, pero, muy real en que la sonrisa se siente como el deseo de amar y de amarrar el corazón en el corazón de ése joven que la miró desenfrenadamente como si fuera su propio amor en el mismo corazón latiendo equitativamente, sí, entre ambos jóvenes. Y se dedicó en ser la mujer, sí, Violeta, la que ama sin condición, con pasión y con vehemencia carnal y se dedicó en pensar en ése hombre como la mujer que ama a pesar de esa mala condición o impedimento, que le aterra en ser como cualquier mujer de la vida y más que ame a pesar de la forma y manera de amar de cualquiera. Y fue la mujer pensando sólo en ése hombre, el cual, siempre estuvo dispuesto a amar a pesar de la condición o impedimento de Violeta. 



Continuará………………………………………………………………………………………..

 

Toda Novela Corta escrita por: Srta. Zoraya M. Rodríguez

Seudónimo: EMYZAG 

  • Autor: EMYZAG (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 29 de abril de 2023 a las 00:03
  • Comentario del autor sobre el poema: ~ * ~Sinopsis: ~ * ~Pedro desea amar a Violeta, pero, ella es muda, solamente puede leer escritos… y así entender, y Pedro la ama y Pedro quedó sin poder escribir la carta por temor a ser rechazado…Mi #10 de novelas cortas en el año 2023…Mi #128 de novelas cortas hasta el año 2023…
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 3
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