LAS MUJERES DE CRISTO    

Carlos Justino Caballero

 

Bendita seas, María, Madre de Dios

y madre nuestra, de santidad inmaculada,

apenas besada por la muerte.

Aceptaste el misterio del anuncio en tu santa humildad

y el Hijo de Dios se hizo carne en tu vientre. ¡Bendita tú!

Que al lado de tu Hijo lo iniciaste en el milagro,

allá en Caná y fuiste traspasada por el filo del dolor

al pie de la Cruz, viendo y oyendo.

 

Y bendita tú, también María, María de Magdala,

escogida para ser testigo del Jesús Resucitado.

Tan inmenso misterio sin el cual no existiría nuestra fe.

Y que acompañaste a su Madre y a Juan, el amado,

hasta su muerte y sepultura.

Caída la piedra, el sepulcro se vio vacío y en silencio

y tú, en llantos, recibiste al Glorificado

que esa gracia te concede por tanta santidad.

 

Benditas Marta, que servía, y María de Betania que secaba

con su cabello el perfume de los pies de su Señor.

 

Bendita tú, mujer samaritana, a quien le pidieron de beber

y por quien supimos que Él era agua viva.

 

Y bendita tú también mujer que, aún en adulterio,

moviste a compasión al Hijo del Hombre, que avergonzó

a los pecadores desde los más ancianos.

 

Verónica, fuiste bendecida, y te llevaste impreso

el Santo Rostro en sangre y sudor por tu acto compasivo.

Regalo divino de inmensa gratitud.

 

Y te ensalzo también a ti, Claudia, esposa del romano,

que defendiste en el humano juicio la inocencia de Jesús.

 

Las mujeres… más valientes y santas que los hombres.

 

 

De mi libro “De esas letras pendientes”. 2018 ISBN 978-987-763-836-3

 

 

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