Tú, reina de mi sangre,
luz de mi juventud,
oyes palpitar mi corazón,
¡mas cómo lo golpeas!
Si huyo pues no es sino
para volver a encontrarte,
aunque espines mi clavel
con amarga indiferencia;
y aún así aprieto el puñal
para poder sentirte cerca.
Yo cantaré mis palabras,
desnudas y frágiles,
cuando llegue la noche
y el mundo deje de girar,
mudo, ante la ausente
plenitud de tu belleza.
Solo así aprendí que las noches
podían llegar a ser tan dulces;
porque es en ellas donde existo;
donde quedan los olvidados.
- Autor: Jose Antonio Orellana ( Offline)
- Publicado: 11 de mayo de 2023 a las 18:52
- Categoría: Amor
- Lecturas: 6
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Romey, Dante Cruz Velez, MISHA lg
Comentarios1
Sin misericordia de bellos versos...
Gracias por comentar Alicia 🙂
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