Y, Federico, observando a María desde sus propios instintos de hombre casi envenenado, cuando observa a María en la cocina con el veneno para ratas. Cuando a la verdad que Federico sólo observa mentiras y un gran error, si la relación entre María y Federico está rota e infructuosa de una buena reconciliación cuando yace en gravitación si ya se van a separar y bifurcar el gran amor que había entre María y Federico, pero, algo colma la gota que pulso a pulso se siente en el corazón. Cuando en el recelo de la vida y de la existencia se debe a que el deseo y más la fuerza en deterioro se enfrasca en un detrimento incoloro, cuando la relación ya está muy inconcebible de volver a procrear más amor. Porque cuando María, se siente como el suave desenlace si adquiere esa caja de veneno letal para ratas cuando a la verdad de que el tiempo y el mal enredo se enreda más el ocaso sin sol en el cielo cuando el veneno letal para ratas, se vio directa la caja al suculento manjar de Federico en un plato elaborado con frutas. Cuando la verdad quiso ser fuerte como el mismo poder en ser como la pureza de la verdad. Cuando ocurre el transcurso, y la transparencia de ese suculento manjar que le prepara María a Federico, y en contra de un todo va el veneno, ¿sí o no? Cuando en el afán de embargar lo acometido, se deliberó un mal exquisito de envenenar lo que más ocurrió en el trance de la verdad más efímera de creer en el combate de dar un veneno letal a ese manjar suculento de Federico. Y, Federico, observando desde lo más profundo de su insistencia se vio frío, álgido y tan gélido como el mismo tormento o como el mismo mundo en que queda como un segundo sin destino y sin camino deseando abrir las barreras dentro del ocaso y más del frío inherente de creer en el hilo de vida. Cuando en el ocaso y más en el frío dentro del acometido frío dentro del siniestro y tan cálido ocaso cuando el sol derriba el mal comienzo y de un crepúsculo solo en el alma de María. Y con el espejo en el corazón, Federico, se vio frío y tan álgido como el bienestar enredando el desierto frío de creer en el ocaso frío de ese atardecer cuando ocurre el transcurso de envenenar a las ratas y no a Federico. Cuando ocurre lo que discurre en un altercado frío y como un desenfreno frío se vio María como la perpetradora del mal suceso cuando ocurrió el momento de envenenar a Federico con su suculento manjar de frutas. Y el espejo en el corazón de Federico, se vio frío como el desenfreno frío, y tan álgido como el veneno de creer en el desenlace frío de dar un cometa de luz, cuando en el ocaso y en el atardecer se dio como contemplar un mal suceso en dar como el frío desenlace fatal de creer de que María envenena a Federico. Y creyendo en el final del desastre en poder creer en el mal convenio de dar una sola mala solución, María, se vio atormentada, álgida y como un frío desastre en dar como la verdad impoluta de que se cree de que María, envenena a Federico, en su manjar suculento de frutas por la manera de cocinar con la caja de veneno de ratas en la misma cocina donde cocina María. Una cocina al estilo rústico, atípica, y de un monumento rural, casi deteriorada, pero, está estable la cocina donde cocina María. Y como un juego al azar, se convierte en un frío desastre de dar una conmísera verdad. Y tan real como ese veneno letal e inmortal, como el veneno letal para ratas, se acecha la verdad impoluta en una sola ingrata verdad. Y, María, sólo María, debió de creer en el embate en una sola mala insistencia cuando el veneno letal eran para ratas, desde que el siniestro cálido se aferró al desconcierto frío de dar una sola verdad con ese ocaso en el cielo de ese frío atardecer cuando ocurre el desafío de creer en ese veneno letal y como la relación está rota y en gravitación cree Federico de María lo quiere y desea envenenar con veneno letal para ratas. María desea es amar y ser amada, y más que eso entregar la razón y más el propio corazón, cuando arde en el recelo de amar a Federico y ser amada por Federico como un sólo imperio sosegado de creer en el alma y como un sólo mal instante en dar con la verdad de que está a punto en descubrir lo que hizo Federico con una cámara oculta detrás del espejo en la cocina. Cuando Federico se vio intransigente, pero, muy imborrable como el deleite de creer en el alma una sola sonrisa sarcástica entre el querer y el amor y la relación en error por parte de Federico. Cuando en el alma de Federico se vio como el dolor o como la fuerza en desear en querer barrer el silencio entre lo cobarde de Federico y el amor de María por querer salvar la triste relación que queda entre ambos. Cuando en el embargo de creer en lo acometido de bruces caídas fue Federico como el silencio autónomo de creer en el desconcierto se vio como un mártir pidiendo perdón como el desenfreno fugaz de querer en el acto una misericordia, pero, María, no, no creyó más que el deseo en envenenar la vida y más siendo como un triste animal como las ratas. Y, María, como la vez aquella de que el infortunio se entristeció de un espanto seguro debió de haber creído en la conmísera fría atracción en dar un álgido porvenir. Porque cuando se aferró María a la cocina y al plato de frutas de Federico como suculento manjar hecho y creado y elaborado por María. Porque cuando en el embate de creer en el alma sosegada se vio como el más nefasto de los tiempos, cuando en el alma de María se vio letal y mortífera como ese cruel veneno en el alma cuando se funde un suculento manjar en el alma de María. Si se fue del alma un sosiego impertinente de creer en el alma clandestina de un mal tiempo cuando en el alma queda como árbitro sin juego que deliberar. Y se fue del momento y del instante en que se torna exasperante de temor incierto y de una manera incolora de creer en el alma sosegada de tiempo y de una mala relación que ya se fue en gravitación. Cuando en el instante se tornó exasperante de tiempo y de miedo y de un temor incierto, pero, en el alma una sola verdad mortífera en el ocaso sin sol. Y, era María, la que en el alma se vio como el desenlace frío y como el viento gélido, cuando en el alma de María se vio letal como inmortal, pero, trascendental como el aire o como el diamante pulido o en bruto. Se edificó el tormento de María con Federico cuando la relación entre ambos se volvió como el desastre de creer en el combate de amar bajo el imperio de unos ojos bajo la lupa de la cámara oculta detrás del espejo en la cocina de María y Federico. Y María se dedicó en ser fuerte como el mismo embate de creer en la forma cuando se da cuenta de toda la verdad y de toda la mentira de creer en el alma sucumbiendo en un sólo mal deseo de dar una conmísera verdad cuando era y es una caja de veneno de ratas, cuando en el alma se vio como intemperie de un recelo en el alma de María, cuando quedó devastada por saber que María sólo quería salvar a ese matrimonio aunque el señor Federico le llevará más de veinte años por delante de ella. Y, María, se fue de rumbo incierto y de una manera atrayente de creer en la perdición de un ingrato porvenir cuando en el alma de María se edificó de tal manera y de una forma extrasensorial cuando ocurre el trance de la fría verdad. Si en el deseo y en la forma de atraer al amor quedó María con Federico, pero, Federico en su inocuo momento se vio creyendo en una maldad transparente y translúcida como la pureza de un diamante no en bruto y más en pulido. Cuando la verdad de que el siniestro cálido se atormentó en la forma de creer en el mismo instante y que el veneno para ratas de María era sólo para ratas y no para Federico como hizo creer el propio Federico. Porque en el trance de la verdad se vio fríamente indeleble como el mismo tormento de creer en el veneno de ratas. Y, María, cocina un suculento manjar de frutas cuando en el alma se vio el mismo dolor de que Federico creyó que ella lo desea envenenar con veneno de ratas. Cuando en la creencia se tornó exasperante como el tormento frío de envenenar un frío desnudo en dar un siniestro cálido en ofrecer a Federico el plato o el suculento manjar elaborado con frutas de María para Federico. Y, Federico, sucumbiendo en un mal percance atrayendo a la vida y a la conmísera atracción de creer de que María lo desea envenenar con veneno para ratas. Porque María prepara el plato más exquisito para volver a enamorar a Federico y María va de tiempo en tiempo buscando un frío porqué y tan desnudo como haber despreciado al suculento plato y manjar preparado por María. María se torna intrínseca, malhumorada e impaciente cuando Federico no desea zampar ni engullir el plato elaborado por María. Federico con el espejo en el corazón se debate en una ira mala, impaciente, sin poder saber ni sospechar que el plato tuviera un mal percance como haber comprado y adquirido la caja del veneno de ratas y por poner cerca de ese plato exquisito. Cuando en el altercado frío, condescendiente e inestable se debate María en poder averiguar qué le ocurre a Federico con el plato que no quiso zampar. María retira el plato y desea con Federico recuperar el tiempo perdido, pero, Federico no desea más la compañía de María a su lado. Federico comienza a elaborar una vindicta eminente cuando se petrifica el tormento de creer que María trató de envenenar a Federico. En el espejo en el corazón de Federico creyó ver y observar a María añadiendo veneno al suculento manjar y plato exquisito de frutas naturales cuando en el embate de dar una verdad tan fría como poder creer que sí que María trata de envenenar a Federico. Y, Federico en el combate de dar con la verdad se vio mortífero y letal como ese veneno letal para ratas sucumbiendo en un solo mal instante cuando cree que el plato de frutas lo observa desde el espejo en el corazón y era el espejo en la cocina de María que posee una cámara oculta para poder creer por la mala relación que lleva tanto María y Federico. La relación entre ambos se torna exasperante, sin amor, sin pasión, sin vehemencia carnal, sin delirio delirante de creer en el amor puro que al principio de la relación existió. Y, como cualquier otra relación, fue de mayor a menor el amor en el corazón tanto de Federico y María. María se acerca con ínfulas de amar a Federico, pero, Federico no hace el menor caso porque tiene la vil sospecha que María trata de envenenar a Federico. La vida de ambos se torna desesperante, inocua, impasible, intolerante e inestable cuando deciden separar a su amor en el corazón y existe un silencio total cuando en el tiempo ocurre bifurcar la triste relación. Federico observando a María con el espejo en el corazón y su corazón no le miente ni para bien ni para mal cuando en el embate de creer que el siniestro del dolor era que María desea envenenar a Federico con un veneno mortal para ratas. Y, María en la cocina preparando la cena para Federico, si María toma la caja de veneno de ratas para guardarla en el cajón derecho en la cocina. El desenfreno de María sin dar cuenta, aún, que ese veneno letal para ratas es el motivo, por el cuál, Federico cree que María desea envenenar a Federico. La vida de María se vio marcada por la trascendencia, transparencia, lo translúcido como la inocencia, la ingenuidad, lo indefensa y, lo inocua que es María. Porque cuando en el alma de María se torna exasperante y débilmente se debate en una ira mal inconsecuente cuando María sin saber ni sospechar que su acto le podía atraer un mal convenio entre su acto y Federico. Federico en la sala esperando a la cena observa a María por el espejo en el corazón, o sea, con la cámara oculta detrás en el espejo de la cocina de María. María sin saber de lo que ocurre en el transcurso por preparar la cena se ve claramente por la cámara oculta detrás del espejo en la misma cocina donde elabora María el plato fuerte para Federico. María en su afán de querer saber qué le ocurre a Federico cuando en el delirio delirante se torna débil, intolerante, impasible, inestable, pero, inocua como el mismo miedo temor por ser envenenado Federico por María. La vida de María se torna alterada, agobiada y, con un dolor de cabeza inoperante cuando, otra vez, Federico rechaza y desprecia el plato fuerte o la cena del plato suculento o manjar preparado por María. La vida de María se vio inexistente, indeleble, maltrecha y, malherida con un dolor en su pecho como el dolor de nunca haber parido un hijo con el verdadero amor de su vida y quiso ser como una mariposa que antes era una oruga que adherida a la tierra no tenía libertad. María se vio intransigente, débil, sin saber lo que ocurre, insospechada, sin saber el suceso que sucede entre María y Federico. María indaga y riposta qué le sucede a Federico y Federico sin poder expresar su dolencia, su insospechado momento y sin saber de la realidad que rodea a María. Y, María silente, sin saber qué ocurre en verdad cuando se acerca a Federico para saber que el delirio delirante de Federico se torna inoperante, exasperante, callado, silente y, en un silencio inmuto. María desea averiguar la razón por la cual, su relación entra en un mal percance sin creer en la verdadera razón por la que Federico rechazó su plato, el suculento manjar cuando todo el día queda Federico sin engullir alimento alguno. Y, Federico creyó con el espejo en el corazón y con esa cámara oculta deseando expresar todo para hacer justicia en contra de María. La vida de Federico se tornó exasperante, indeleble e inestable cuando observó añadir y creer que el veneno para ratas era directo en el plato hacia Federico. Federico se tornó en fantasía, irreal, incoloro y, mal atrayente en dar una conmísera y nefasta verdad cuando observó a María con el veneno para ratas entre sus manos, mientras, que la cámara oculta no desencadena ni desenreda ni desata lo que Federico observó siendo una cruel y devastada mentira. Cuando la verdad María en su inocencia e ingenuidad e indefensa situación se debate entre la verdad y la mentira. El espejo en el corazón de Federico se vio marcando trayectoria y eficaz camino cuando sólo quiso expresar el cometido de María de envenenar a Federico con el veneno letal para ratas. Y, el siniestro cálido se tornó como el sol con lluvia, como el cielo sin nubes, como el cielo sin estrellas y, como el desierto sin agua cuando María es culpada por Federico sin María sospechar de la fría verdad. Se edificó un tormento, una tempestad, un frío y, un delicado momento cuando la relación entre María y Federico se vio intransigente, incolora e inestable por la culpa de la creencia de Federico sucumbiendo en un mal delirio delirante de creer en el mal que ocasionó Federico en María. La vida de María cayó en redención, terminó la relación bifurcando en el amor, en la pasión y en la vehemencia carnal entre Federico y María. María, al otro día, después del rechazo de Federico en el amor y en el plato suculento se vio marcada en una débil depresión cuando en el afán de creer que el amor acaba y termina, pero, no de la forma que María esperó. Cuando Federico con el espejo en el corazón se debate una mirada por observar a María cuando en el tiempo y en el ocaso se perfila una verdad clandestina e intransigente y, sin ser impoluta. Cuando en el embargo de la vida se aferró a la vida y al desierto frío de convivir con una verdad que ya se sabe fue mentira. Cuando la verdad de creer en el embate de apoyar a María, Federico culpa más a María atrayendo a la vil mentira de haber observado a María añadiendo el veneno letal o mortal para ratas en el suculento manjar para acabar o terminar con la vida de Federico sólo fue una mala señal en observar a María con el espejo en el corazón y con esa cámara oculta trascender la verdad que fue una total mentira. La vida de María se tornó intrínseca, apacible, apaciguada, estable e inestable cuando se acerca el tormento de María saber la verdad. La verdad fue una total mentira cuando en su afán de querer soportar lo que conllevó a esa triste verdad se intensificó la cruel verdad tan mortífera como irreal. María supo la verdad que Federico instaló una cámara oculta detrás del espejo en la cocina de María. La cocina rústica, atípica y rural se convirtió en una escena envenenadora en querer envenenar a Federico con el veneno para ratas sucumbiendo en una cruel verdad que trató María de realizar. La vida de María se tornó exasperante, inocua cuando María quiso revelar toda la verdad, aunque Federico estaba incrédulo. En el afán de la verdad se vio María sucumbiendo en un mal percance cuando al acecho quiso expresar su total verdad. María desea enfrentar la situación que culpa Federico a María de envenenar su plato de zampar. Si María sólo le expresa a Federico que sí, era un veneno para ratas, letal y mortal, pero, no para él. Cuando María expresa a Federico que existen ratas en el hogar y que deseaba acabar con las ratas. Federico siente un desastre en el alma y más en el corazón y, más le expresa a María que con el espejo en el corazón nadie le miente. Cuando Federico ama a María, pero, pudo más el corazón que la razón y el espejo en el corazón observó toda la verdad y sin dimitir ni bifurcar quedó el corazón de Federico con su propia verdad y María quedó sin poder defender su inocencia, su verdad impoluta y su ingenuidad cuando con el espejo en el corazón embargó la verdad a Federico.
FIN
Por: Srta. Zoraya M. Rodríguez
EMYZAG
- Autor: EMYZAG (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 14 de mayo de 2023 a las 00:02
- Comentario del autor sobre el poema: ~ * ~Sinopsis: ~ * ~Federico no se lleva bien con María y siente en su corazón un espejo donde se observa al amor de su vida, a María, envenenando su corta insistencia con un veneno letal para ratas…pero, es sólo mentira…Mi #11 de novelas cortas en el año 2023…Mi #129 de novelas cortas hasta en el año 2023…
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 3
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