La nube anarquista

Un grupo de nubecillas desperdigadas por el cielo decidieron unirse para provocar la lluvia y acabar con la sequía que asolaba la región. Sabían que la única manera de conseguirlo era estar bien compactadas para formar entre todas un enorme nubarrón, pero a una de ellas le daba lo mismo que la tierra floreciera o se mantuviera seca y se negó a unirse a sus compañeras, quienes le rogaban que se uniera a ellas porque era necesaria la cooperación de todas para llevar a cabo su función.

La nube anarquista no aceptó la propuesta de las demás, asegurando que ella había venido a este mundo para ser libre, y no a cumplir las órdenes de la naturaleza. Por lo tanto, bajo ningún concepto admitía  someterse a los estamentos climatológicos establecidos para las nubes.

Para reivindicar su condición anárquica, se propuso mostrar su disconformidad manifestándose en contra de las leyes de condensación que el resto de nubes acataban sin rechistar. A modo de protesta, cuando soplaba viento de componente norte, ella se dirigía hacia el oeste, o en periodos de bajas presiones se descomprimía hacia arriba. Como las nubes pueden adoptar la forma que se les antoje, para demostrar que iba en serio lo mismo tomaba la forma de cactu que se transfiguraba en dromedario.

Un día quiso ir demasiado lejos con su protesta y optó por ensombrecer el planeta entero, pero como era muy pequeña y su sombra apenas cubría una pequeña porción de tierra, se le ocurrió la idea de acercarse al sol, bajo la convicción de que cuanto más se aproximase al foco, más se agigantaría su sombra. En efecto. Su sombra iba en aumento a medida que se acercaba al sol, pero tanto quiso acercarse, que se quemó, lo cual le produjo un terrible enfado y comenzó a desprender rayos y truenos. Al resto de las nubes les hizo gracia verla causando una tormenta teniendo en cuenta su pequeño tamaño. Las risas no hicieron sino acrecentar su enfado; apretó los puños y los dientes, contrajo sus vaporosos músculos y comenzó a expulsar las primeras gotas de lluvia. Como era una nube anarquista, no podía permitirse regar la tierra, se situó sobre el mar para que su lluvia no sirviera de provecho.