ADIÓS, QUERIDO DIOS.

Danny McGee

ADIÓS, QUERIDO DIOS. 

Hoy he cumplido, Dios. He cumplido con tus leyes sagradas: he sido bueno, un buen amigo, un buen compañero, una persona comprensiva que ha sido capaz de entregar la vida en todo lo que hizo y pensó en brindar un día. 
Te agradezco el paso de los tiempos, la huella de la vida, el camino ya resuelto. Esto y más, te lo agradezco. Pero hoy yo quisiera despedirme y decirte lo que siento. 
¡Déjame descansar en paz!  
Mis manos ya no deben seguir acariciando. Mis ojos ya no pueden seguir mirando más.  
Mis labios ya no saben besar lo que besaban y mis pasos ya no quieren volver a caminar.  
Vivir en este mundo no es fácil para nadie. Aquí nadie te agradece y tampoco reconocen lo que has hecho por la vida: el amor es un detalle, es simple y verdadero, pero a quien no le complace, no le roba a ningún sueño.  
Confieso que es así:  
Hay una parte mía que se quiere quedar, pero hay una importante que también se quiere ir. 

Déjame descansar en paz. Déjame cortar de golpe cada uno de mis sueños, quitar con un soplido cada pensamiento nunca construido. Déjame decirte que te amé y que yo ya estoy cansado de volver a estar de pie.  
Adiós, querido Dios: que la vida sea tuya, que el destino te complazca, que la ruda senda mía sea parte de una parte de lo que tú pensaste un día.  
Hoy, que me veo en la cornisa de mi último suspiro, solo quiero agradecerte por el camino recorrido. Ambos fuimos tan amigos como enemigos hasta hoy, y yo ya estoy cansado de dar lo que no tengo, de tener lo que no doy y decirte que te quiero y brindarte lo que soy. 
Déjame descansar en paz. Déjame sin recuerdos, sin amigos, sin amor. Déjame que el silencio me haga ver que eres supremo, un ser enamorado por el mundo y los humanos. Y es que yo también te amo, pero, es cierto, estoy cansado, y es tanto que no puedo anhelar lo antes soñado.  

Adiós, querido Dios. Nos veremos algún día o quizás ni llegue nunca, pero déjame descansar en paz: la senda ha sido dura y no es fácil caminar. La noche no es la luna y la luna no es la noche, pero si lo que en locura convertiste al horizonte. 
Me voy porque no es odio lo que estoy sintiendo hoy, sino todo lo propio que me ha hecho ser quien soy. Sé feliz. Sé supremo, sé todo lo que el mundo se merece que tú seas, algo más que una leyenda de impactante fortaleza: un ser más que devino, un ser más que belleza.  
Déjame descansar en paz. Déjame que te ría y haz que no llore más. Dame la despedida (dámela, dala ya), que, a fin de cuentas, la vida es simplemente pasear. Déjame que no odie cada plegaria mía: evita que yo te llore y evita que tenga ira.  
Adiós, querido Dios. No hay nada más que hablar. 
Hay una parte mía que hoy se quiere ir, pero hay otra importante que tal vez se va quedar. 

 

Ver métrica de este poema
  • Autor: Danny McGee. (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 28 de mayo de 2023 a las 00:50
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 12
  • Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.