Tensoscopio

Diego Nicolás García Contreras

Me secuestran las luces de la noche con su largo destello, los cuerpos bailando al sol apagado que brota en mi interior inyectando sangre en mis venas más recónditas...alternando la pasión y deseo en mi orbita...y siento rabia...cómo de morderme el aliento...de engancharme de mis pensamientos y colgarme al rubor de la madrugada, tras bañarme con agua helada para así congelar mis anhelos y ejecutarlos con mi desvelo, y con mis hombros rumiantes...y mi cerebro carroñero, ponerlo al servicio de la madera...al afán de mis muslos...¡Oh bendita gravedad, gracias por el movimiento que proporcionan tus nalgas en esta pantalla! Gracias por mover tus curvas en Vaivén...te odio porque no puedo dormir y no soy un adolecente...odio saber que la luna está roja...y no puedo lamerla...odio saber que tu nuca desprende perfumes de varias primaveras y yo estoy aquí, solo tras la ilusión de toneladas y toneladas de frío bajo las que mi corazón bombea a mil por hora como bajo una frazada en crudo invierno...y se cruza con más y más pensamientos...y más piel con poca ropa y miradas de deseo...quisiera quitarme los deseos y convertirme en razón para así ayudar a mis pasiones a desbordarse por el camino...y tras de ello...devorarse al mundo con sus lenguas de magma.

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  • Original Oriflama Infinita

    Mana helada rodeándome, envolviendo mi materia, en el bosque, entre caminos huidizos, el miedo se reduce a esas gotas transparentes, a esa vibración electrizante que humedece mi piel y me comprime la mente, y vuelo, porque he vuelto a ser ligero para poder sentir el viento e ir creciendo hacia el cielo, hacia el azul eterno, y acariciarlo con mis dedos sutiles, con mi cuerpo que revive el frío del invierno, deseo sublime...



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