Cuando éramos un niño
entendíamos el silencio celeste.
Éramos educados por el arrullo
y la armonía de la Naturaleza,
y aprendimos a querer entre
los juegos...
Jugábamos libres de conciencia
y sin miedo
con los nidos de la arboleda
Sustraído en el sueño de la infancia
las memorias sorprenden,
recuerdo ahora
la infancia deslizándose
como fruta reciente
Las fieles golondrinas
zigzagueantes girando
hasta el establo,
donde un gato
posa ajeno al tiempo
El sol del verano penetrando
hasta la siesta.
El gorjeo de los pájaros,
Sus nombres.
Los escarabajos de luz
con su silencio encendido
sobre los atardeceres largos.
Y la pared
vieja en cuya estructura abría
a la tarde su flor roja y amarilla la trepadora.
Y el olor de la hierba.
Coexistió todo, el cariño y la infancia
como pan en abundancia
Ha sido tan verdad todo que ya es bastante...
Más allá, la tarde cae bajo el horizonte,
Los trigales,
y mi Universo se acababa
Ore
Acuarela. Autor Ore
- Autor: Ore (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 2 de junio de 2023 a las 08:23
- Comentario del autor sobre el poema: "Benditos seáis, sueños de la infancia, me ocultábais la miseria de la vida. Vosotros habéis engendrado los gérmenes del bien que hay en mi alma, me dabais los bienes que ya nunca más conquistar " Friedrich Hölderlin El tiempo de la niñez era hermoso Era vida, y esto bastaba.Allí la vida a golpes la memoria horada...Los recuerdos, toten esponjoso de felicidad, no sólo forman parte intrínseca de nuestras vidas, sino que han estructurado nuestra personalidad, hay valores, sabores, aromas... que al recuperarlos evocan un Universo protegido que para muchos encarna el ideal de felicidad, curiosamente, en tiempos de crisis la infancia no es sólo el territorio de la nostalgia, sino que pasa a ser el refugio de todas las penas, si Proust hablaba de la infancia como el tiempo perdido, el estresante presente empieza a plantear como los años recuperados. Seguramente estaba en lo cierto Gilbert Keith Chesterton cuando escribió que lo fascinante de la infancia es que cualquier cosa en ella resulta maravillosa. Es evidente que tendemos a olvidar la sordidez de los paisajes, la angustia de tantas incertidumbres y el dolor de los primeros años.
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- Usuarios favoritos de este poema: Ann🌼, Carlos Eduardo, Martha patricia B
Comentarios2
Felicitaciones
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Poema: "A la Naturaleza", de Friedrich Hölderlin (Alemania, 1770-1843)
En tiempos en que jugaba en los pliegues de tu velo,
cuando dependía de ti como un capullo
y sentía palpitar tu corazón en cada sonido
que bañaba mi corazón tierno y tembloroso,
en tiempos en que, rico como tú en fe y ardor,
contemplaba tu imagen,
y cuando el mundo ofrecía todavía un lugar
a mis lágrimas, a mi amor una patria.
En tiempos en que mi corazón aún se volvía hacia el cielo,
como si pudiera oír esta voz mía,
cuando los astros eran para mí hermanos,
y en la primavera sonaba la voz melodiosa de Dios;
cuando bastaba con que una brisa recorriese los bosques,
para que en mi silenciosa emoción
se despertara tu espíritu, espíritu de júbilo,
¡oh!, aquello era la edad de oro.
En el valle o en el manantial me ofrecía su frescura,
en el verde de los árboles nuevos
que se aireaba sobre los peñascos,
bajo el éter aparecido entre las ramas,
y yo, volcado entre las flores,
calladamente me embriagaba con sus perfumes
y del cielo descendía sobre mí
una nube de oro aureolada de luz y centelleos;
cuando me dejaba ir lejos por la desierta landa
a la que subía desde el fondo de sombríos desfiladeros
el canto revoltoso de los torrentes,
cuando las nubes me cercaban con sus tinieblas,
cuando la tempestad desencadenaba
entre las montañas sus ráfagas furiosas,
y el cielo me rodeaba con llamas, ah,
entonces te veía, alma de la Naturaleza.
A veces, ebrio de llantos y de amor,
como esos ríos que han vagado mucho
y desean ya perderse en el océano,
¡me hundía en tu plenitud, belleza del mundo!
En comunión con todos los seres,
felizmente lejos de la soledad del Tiempo,
cual peregrino que vuelve a la casa paterna,
así volvía yo a los brazos del Infinito.
¡Benditos seáis, sueños de la infancia,
me ocultabais la miseria de la vida!
Vosotros habéis engendrado los gérmenes del bien que hay en mi alma,
me dabais los bienes que ya nunca más conquistaré.
Oh Naturaleza, a la luz de tu hermosura
los frutos regios del amor se desvanecieron,
sin pena y sin violencias,
como las mieses en Arcadia.
Muerto está ya el mundo juvenil
que me ha nutrido y educado.
Aquel corazón no hace mucho pleno de cielo
está muerto y seco como el rastrojo.
¡Ah, la primavera vuelve a decirle a mis penas
su dulce canto consolador,
pero la mañana de mi vida se ha pasado,
la primavera de mi corazón está marchita.
La más ansiada ternura, condenada a un ayuno eterno.
Lo que amamos no es más que una sombra.
Para mí, la Naturaleza tan amiga murió
con los sueños dorados de mi juventud.
¡Pobre corazón, en aquellos dichosos días
nunca te sentiste tan lejos de tu verdadera patria.
Por más que busques, nunca volverás a encontrarla;
consuélate con verla en sueños!
(Aprendí que las vivencias de la infancia son el recuerdo más dulce). La infancia se queda en la memoria como una tierra mágica y feliz a la que añoramos volver. Y en tu hermoso poema describes magistralmente ese sentimiento. Felicitaciones y abracitos.
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