VITAE MAGISTRI

Tomás Sánchez Rubio

Tenía yo un profesor,

cuarto y mitad de canela en rama,

que hacía circunferencias en la pizarra

con un cordel de atar estrazas

y un dedo en el centro.

Hacía redondeles con sabor a goma nueva de borrar

y a sacapuntas atorados

con entrañas minadas de lápiz.

Echaba siempre al aire su

“sal al encerado”

 con voz digna de tenor

y una melancólica mirada partida por dos.

 

Tenía una maestra que nombraba

a escritores que habían hecho su vida

hablando de otras vidas,

que habían soñado, con nuevos sueños,

un mañana más o menos mejor y atinado.

También recordaba con lágrimas mi seño preferida

aquellos remotos jardines de almendros que florecían

sobre cadáveres exquisitos de almas volanderas.

Pensativa, solía decir: “sal”, “sal”,

 y suspiraba sales y soles de celofán.

 

Tuve un maestro de latín que conocía muchas cosas,

que sabía lo sabio que era

enseñar y aprender de común acuerdo con el ejemplo.

Nos mostraba las viejas biografías de quienes,

aunque nos pesase, también se paraban

a veces en su camino:

miraban la tumba de otra gente,

y se veían allí a sí mismos,

como en un espejo cegado

por la sal de lágrimas maniatadas

bajo un tiempo siempre cruel y soberbio.

Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos


Comentarios +

Comentarios1



Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.