Abscisa en la Penumbra.

En el abismo del silencio infinito,
se oculta un eco sin voz ni forma,
donde la soledad teje su laberinto,
en un lenguaje sin palabras, sin norma.

El susurro del vacío se desvanece,
en los confines de la oscuridad eterna,
un enigma sin respuesta que crece,
donde la soledad es la eterna caverna.

Un eco distante, sin eco que le siga,
en la vastedad del tiempo y el espacio,
la soledad se enrosca, se desabrige,
en un misterio sin rostro, sin abrazo.

El solitario árbol en un páramo yermo,
sus ramas desoladas, sin compañía,
la soledad en su tristeza se adentra,
en un suspiro que se pierde en la fría.

Una mirada perdida en la distancia,
un suspiro atrapado en el viento,
la soledad, un laberinto sin indulgencia,
donde el eco se pierde, sin aliento.

La noche envuelve el manto estrellado,
en un velo de secretos insondables,
la soledad se despliega, sin pasado,
donde las estrellas son testigos mudables.

En el espejo de los pensamientos perdidos,
reflejos sin rostro, sin identidad,
la soledad se desvanece en sus abismos,
en un enigma sin lógica ni claridad.

El reloj marca el tiempo implacable,
las agujas se adentran sin descanso,
la soledad, un círculo inquebrantable,
donde el tiempo se consume en un danzón.

Un lamento atrapado en una melodía,
las notas flotan en el aire sin respuesta,
la soledad, un eco sin compañía,
donde la música se pierde, sin puesta.