El sueño II

Anne Black

Si tuviera que escribir una continuación de aquel sueño, ese sueño que me dejo una sensación rara toda la mañana y que me llevo a narrar después de unos cuantos días. Si tuviera que hablar y nombrar a ese escritor que me inspira y me agrada leer. Tendría que arrancar diciendo que lo admiro tanto, que me esfuerzo en imitarlo. Sin embargo, aunque lo intento yo soy yo, y él es él. Mi estilo tan adaptado y personal marca la diferencia entre él y yo. Entonces si tuviera que detallar ese sueño que te trajo mas presente de lo habitual no podría hacerlo como él. No obstante me pasa que mientras escribo se me ocurren miles de maneras de hacerlo, una de ellas es el análisis de contarlo todo sin salirme de lo que en verdad ocurrió. O si es mejor dejar algo para la imaginación del lector, como un final abierto para que justamente el lector pueda explayarse en el deseo de cómo quisiera que terminara. Y prosigo por revelar que era de noche, en una habitación a oscuras y nosotros éramos dueños de la cama, del tiempo y del placer de dormir abrazados. Tú soltabas cada tanto palabras de amor y yo sonreía para ti. Pero después no se si fue real o si te proyecte en los ojos de otra persona porque de repente ya no eras tú, ya no era tu voz y tu calor desapareció. Me angustie y te busque, quise concentrarme en tu sonrisa y tus ojos. Nombrarte hasta que volvieras conmigo, a nuestra cama, a la noche perfecta y que me digas, "mi amor, aquí estoy".  Y de repente abrí los ojos por un instante, te vi y sin decir nada me desnude para ti con pudor y lo mas sensual que pude y sin quitarte la vista. Te bese con deseo, sentí tu piel con mis manos, mis labios rozando los tuyos. Tus manos acariciando mi cuerpo, tu boca en mi cuello encendiendo el fuego bajo las sábanas. Yo encima de ti, uniéndonos, queriéndonos y disfrutándonos plenamente. Debo dejar en claro que cuando desperté, dude si el sueño fue exactamente así o si en realidad solo estábamos frente a frente en la calle, observándonos, tú risueño y yo con esa seriedad que suele ser confusa. Tal vez solo paso así y sencillamente me despabilé. O quizá solo fue el goce de descansar en tu pecho. 

Ver métrica de este poema
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.